Algunos creen que somos tontos
«Hoy vuelven a aparecer esas grandes empresas que aunque con diferente collar son las mismas que han estado siempre detrás de esos grandes imperios energéticos»
Vivimos en una tierra acostumbrada al expolio y a la pérdida, hemos sacrificado nuestros pueblos para crear grandes pantanos que solidariamente riegan tierras menos afortunadas en esa abundancia hídrica. Nuestro agua ha generado energía, una energía que a pesar de ser producida con el sudor y con el sacrificio de los leoneses ha engordado las alforjas de empresas de fuera, cuya sede social generaba beneficios muy lejos de Riaño o de Boñar. Somos un pueblo acostumbrado a ver morir a muchos jóvenes fruto de un trabajo duro en exceso, como era el minero, un trabajo que nos dio riqueza y que posteriormente nos quitaron de forma dramática por aquello de los cupos, y ahora por facilitar ese esencial cambio climático que muchos circunscriben al motivo de la aparición de esos virus malditos que nos están limitando nuestra vida.
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Sirvan esos dos ejemplos para entender que hoy, cuando alguien nos habla de una nueva energía limpia, de la posible proliferación de grandes huertos solares, de grandes torres eólicas y del nuevo maná energético, produzcan en nuestros vecinos una sensación de intranquilidad considerable. Hoy vuelven a aparecer esas grandes empresas que aunque con diferente collar son las mismas que han estado siempre detrás de esos grandes imperios energéticos, cuyos consejos de dirección rivalizan en quien tiene más políticos retirados, quien tiene más exministros con información privilegiada y que siguen radicadas en esas autonomía ricas, donde pagan de forma gustosa sus impuestos por una energía generada fuera de sus fronteras.
Vuelven como si creyeran que nunca aprenderemos la lección, como si nos consideraran «tontos por tiempo indefinido», creen que nuestra necesidad por tener un futuro cierto hará que volvamos a claudicar a ceder, a renunciar y permitamos esos macroproyectos de energía renovable. Se anuncian casi 11 proyectos, 3 solares y 8 eólicos, y uno se pregunta qué mejor lugar para crear estos macroparques que una provincia necesitada de empleo y riqueza, eso sí, el número de empleos es tan escaso que no plantea nada reseñable en cuanto a alternativa y generación de trabajo.
La verdad es que a pesar del dinero que enseñarán a nuestros munícipes y presidentes de Juntas Vecinales, acostumbradas a gestionar la miseria de administraciones locales modestas, nadie debe dejarse engañar por enésima vez. Es difícil compartir la idea de grandes torres eólicas en parajes naturales declarados reservas de la biosfera como si pretendieran asaltar nuestro medio natural, acabando con un aprovechamiento sostenible turístico, por el bien de esas grandes corporaciones, que no de nuestros habitantes.
Es más que curioso que con 7 reservas de la biosfera, parques regionales y nacionales, figuras de protección por doquier no tengamos un centro de recuperación de animales silvestres, pero sí seamos bendecidos con el oro eólico que amenaza con volver a expoliar nuestra tierra, en cambio quien si tiene esos centros aunque no posean más allá que algunos pinares, tengan ese centro sufragado autonómicamente y nadie se plantee llenar su territorio de torres y huertos.
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Y es que Mr Marshall ya no es bienvenido, sabemos que tenemos una tierra rica, somos conscientes de nuestros tesoros y nuestro patrimonio, y por más que brillen las promesas, no debemos estar dispuestos a revivir una situación berlanguiana, porque por más que lo piensen, no, no somos tontos.
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