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La socialista Isabel Celaá, en una imagen de archivo.
Isabel Celaá, en busca del pacto imposible en la educación

Isabel Celaá, en busca del pacto imposible en la educación

Perfil ·

La ministra pierde el cargo de portavoz y ahora, con dedicación exclusiva, deberá concretar los proyectos que quedaron en el aire

Álvaro Soto

Madrid

Jueves, 9 de enero 2020

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Pierde la portavocía del Gobierno, pero Isabel Celaá (Bilbao, 1949) mantendrá su cargo de ministra de Educación y Formación Profesional con el reto de concretar los proyectos que en la anterior legislatura se quedaron en el aire. El más importante de todos, la derogación de la Lomce y la aprobación de la Lomloe, su reforma de la ley de educación, que no llegó ni siquiera al Congreso de los Diputados, subsumida antes de la primera convocatoria electoral. Si el ritmo de la política en España se frena (aunque no parece probable), Celaá, ahora con dedicación exclusiva a la educación, tendrá el tiempo que le faltó antes del 28 de abril.

Experiencia en un mundo tan complejo como el de la escuela no le falta a Celaá, licenciada en Filosofía y Letras y Derecho y vinculada desde 1987 a la política educativa en el País Vasco, donde fue consejera en el periodo 2009-2012, con Patxi López como lehendakari.

Pedro Sánchez la eligió en junio de 2018 como portavoz del Gobierno y ministra de Educación, y el primer cargo ocultó el segundo. Encargada de dar explicaciones cada viernes tras el Consejo de Ministros sobre los asuntos más variopintos, su labor como ministra no tuvo excesivo brillo.

Y más sabiendo que iba a tener imposible lograr los consensos que se propuso para las reformas educativas después de que el PSOE, meses antes de llegar al Gobierno, se levantara de la mesa en la que el Gobierno de Rajoy trataba de llegar a un acuerdo. La razón aducida por los socialistas, que el Ejecutivo popular no garantizaba que el 5% del PIB se destinaría a educación, sonó a excusa y cerró todas las puertas para que en la legislatura siguiente, esta vez con el PSOE en el poder, se pudiera alcanzar algún tipo de pacto con vistas a perdurar en el medio plazo.

Con el PP y Ciudadanos aparentemente descartados para cualquier acuerdo, si Celaá quiere sacar adelante sus leyes, tendrá que convencer a los nacionalistas, siempre muy exigentes a la hora de apoyar las reformas educativas nacionales.

A mediados de noviembre, Celaá se vio envuelta en la polémica al afirmar en el Congreso de Escuelas Católicas que la Constitución no avala la libre elección de centro. Tal afirmación, que muchos interpretaron como un modo de allanar el pacto entre PSOE y Podemos, irritó a los colegios concertados, y bien sabe Celaá que con las sensibilidades siempre a flor de pie, mejor no hacerse enemigos en los colegios.

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