Seis menores acusan al monitor deportivo de «entrar en los vestuarios» y «pedir fotos mías desnudo»
Las víctimas del monitor deportivo: menores de edad, introvertidos y con problemas de dinero | Todos menores en el momento de los hechos callaron por «vergüenza» a pesar de reconocer que se sentían «incómodos con la situación» y él «era muy insistente»
Primera jornada del juicio por un delito de acoso y abuso sexual a seis menores. El acusado, un monitor de las Escuelas Deportivas del Ayuntamiento de León y entrenador de baloncesto en varios colegios, ha negado todos los hechos que se le imputan durante su declaración.
El acusado ha negado con rotundidad que él enviase esos mensajes, asegurando que en esa casa vivían tres personas y poniendo así la responsabilidad en dos niños, también menores, que tenía en acogida. Uno de ellos también ha acusado al varón de realizarle tocamientos en su genitales a los que respondía, tal y como declaró en instrucción, «porque era lo que creía normal».
La Audiencia Provincial de León acoge esta primera sesión en la que las declaraciones se han alargado en el tiempo debido a su complicación. Tras el acusado han llegado testigos y denunciantes, así como algunos padres de los menores.
Miedo a contarlo
Uno de los menores, ahora ya mayo de edad, declaró que tenía 15 años en el momento de los hechos y a pesar de que «no era mi entrenador», el joven le conocía de otra etapa en otro centro y «me pidió el teléfono en el patio». Comenzaban sus conversaciones de manera cordial, con preguntas inocentes y después pasaban a otro tono. Le pedía fotos íntimas, le preguntaba cuando se masturbaba, si era virgen, con que frecuencia lo hacía y «era bastante insistente». El joven reconoce que «le mandé fotos sin camiseta, pero me pidió fotos de mis partes y se ponía muy pesado preguntando si me hacía pajas».
Un menor que fue acosado por el acusado al mismo tiempo que su hermano, dos años mayor en edad, y ninguno se atrevió a contárselo al otro. «Mi hermano no me dijo nada, hasta que todo salió a la luz», relata el joven.
Tras él, entra su hermano y relata una situación muy similar, recordando que «al principio las conversaciones eran normales y luego siempre sacaba el tema».
El perfil de la víctima
Las víctimas del monitor de las Escuelas Deportivas: niños tímidos, menores y con familias con problemas económicos. Con la voz entrecortada en muchos casos, con respuestas cortas y una sensación de vergüenza que transmitían a la sala, los menores han ido relatando algunas de las situaciones que les ha tocado vivir.
Todos ellos tienen varios parámetros en común. El primero es que el acusado les conocía, sabía cual era su edad y su situación personal. Todos menores en el momento de los hechos callaron por vergüenza a pesar de reconocer que se sentían incómodos con la situación. «Una temporada tenía que ir a llevarle y a recogerle al colegio todos los días, se convirtió en un niño muy miedoso», relataba en su declaración uno de los padres.
Con problemas económicos en la mayoría de los casos y situaciones complicadas los menores eran más vulnerables que sus compañeros en esos momentos. «Habíamos perdido a mi madre años antes y lo estábamos pasando muy mal», relató uno de los hermanos que recibió durante meses peticiones que no entendía.
«Tenía 15 años y conocía al acusado desde los 12 años», recuerda otro de los menores al inicio de las preguntas de la fiscal. «Me dijo que me vio el pene en los vestuarios y que era muy pequeño, le dije que no, y me pidió una foto, ahí le bloquee», relata con la voz muy baja, como si eso evitara recordarlo. Tras el joven un biombo le separa del acusado, que escucha con atención y mueve la cabeza cuando algo no le gusta. «Entraba en los vestuarios cuando nos estábamos cambiando», asegura una de las víctimas.
El joven reconoce que borró algún whatsapp, porque le daba vergüenza que lo vieran sus padres cuando le fueran a revisar el teléfono. Y esta es otra de las cosas que comparten los menores. Nadie quiso hablar, aunque se sentían incómodos, con miedo y sabían que aquello no era normal, él era el entrenador y ellos «sólo unos niños».