Antonio Gutiérrez en su localidad natal, Valdelugueros.

El médico fallecido en León por Covid-19 trabajó 32 horas seguidas antes de enfermar

El doctor Antonio Gutiérrez, coordinador médico del centro de Salud de Eras de Renueva, no contó con ningún elemento de protección frente a la enfermedad y fue ignorado en las peticiones de auxilio, según relata su familia | El desgarrador relato de su hija evidencia una concatenación de errores salpicados por falta de atención del propio sistema sanitario | «Alguien tendrá que pagar por tanta irresponsabilidad», señalan

J. Calvo

León

Sábado, 11 de abril 2020, 20:24

El fallecimiento por Covid-19 de Antonio Gutiérrez, coordinador médico del centro de Salud de Eras de Renueva de Sacyl, no solo fue una pérdida irreparable en la encarnizada lucha frente a la pandemia, tampoco puede considerarse una fatal derivada de la misma, en realidad su historia esconde una durísima secuencia que muestra vocación, capacidad y empeño profesional endiabladamente alterada por la desatención, falta de medios e ineficacia del propio sistema sanitario.

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Así lo entiende su familia que, tras el dolor inicial, ha decidido narrar la historia de cuanto ha sucedido en este caso «para que se tome conciencia de la persona que se ha ido, no se cometan los mismos errores y para que antes o después los responsables asuman su irresponsabilidad y mala gestión».

Jueves, 12 de marzo. Antonio trabaja, como en otras muchas jornadas, en el centro de salud de Eras de Renueva. El coronavirus ya es una amenaza real desde hace días, pero en este centro de salud de esta barriada la primera línea sanitaria no cuenta con equipos de protección, ni batas protectoras, ni mascarillas y solo guantes que de poco sirven ante pacientes infectados por Covid-19.

El momento crítico

32 horas trabajando consecutivamente

El centro de salud de Eras de Renueva, en León capital, es un hervidero y este coordinador médico reconoce que la presión asistencial impide que pueda abandonar su puesto. Así se lo traslada a su hija. Finaliza el turno, pero opta por seguir en el triaje de pacientes porque, ya entonces, el Covid-19 doblegaba la capacidad asistencial.

«Sin medios, sin nada, él estuvo trabajando 32 horas seguidas porque, simplemente, no había médicos. Le llamé varias veces para que se viniera para casa y él me decía que no podía, que tenía que quedarse, que había mucha gente y que tenía que estar allí porque no podían atender a todos y no se podía ir«, recuerda su hija Ana.

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Antonio Gutiérrez llegó a casa ese día «roto, muy agotado» y buscó rearmarse. 48 horas después comenzó a sentir síntomas. Su fiebre comenzó a elevarse y el domingo ya estaba en los 38,5 grados. «Él quería pensar que solo era una gripe y respiraba bien así que intentó controlar la fiebre», recuerdan sus familiares.

Con la temperatura en registros médicos más aceptables el lunes 16 y el martes 17 acudió a su puesto de trabajo. Se sentía algo mejor pero la falta de médicos y la presión en número de pacientes le hizo acudir de nuevo a la primera línea. El lunes se desplazó al centro de salud para atender pacientes y en la jornada siguiente su objetivo fue testar el nuevo sistema de call-center instalado por Sacyl para dar seguimiento no presencial a enfermos con esta patología.

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Ese martes, desde el centro médico, habló con su hija.

- «No puedo más, me vuelvo para casa», comentó.

El tratamiento

Paracetamol y cama

Fue entonces cuando decidió llamar a sus compañeros de Sacyl. Acudió a ellos porque interiormente comenzaba a ver que la evolución de su sintomatología superaba un proceso gripal y entraba en un nuevo escenario.

«Llamó y le comentaron que se tomase Paracetamol y que se quedara en casa. Pese a ser personal de Sacyl nadie desplegó protocolo alguno para él, ni se le trató como personal de riesgo por haber estado en atención directa a pacientes con posible coronavirus. Él quería que se le hicieran pruebas y la respuesta fue la misma: Paracetamol y cama», recuerda Ana Gutiérrez entre lágrimas.

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El paso de las horas evidenció un recorrido patológico de riesgo. «Todo el rato estaba empeorando. Se lo hicimos saber a sus propios compañeros, pero nadie le pidió que subiera al hospital».

48 horas después y tras no poco insistir el doctor Antonio Gutiérrez logra que un equipo se desplace a su domicilio para hacerle la prueba. Al fin. Pero la prueba no es inmediata y cuando se logra el resultado éste es desalentador: «Al parecer la prueba, simplemente, no daba ni positivo ni negativo, algo se había hecho mal y el resultado no era claro», lamenta ahora su hija.

Es domingo, día 22, y este médico de Sacyl sigue en su casa. El Paracetamol sirve de muy poco, la fiebre no cede y los consejos de los equipos médicos son desconcertantes: es lo que hay para estos casos y nada de subir al Hospital porque es mejor estar en su casa.

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La situación crítica

«Está delirando»

Lunes 23. Antonio ya delira. Lo hace en sueños. La fiebre se ha disparado y su familia vuelve a llamar.

- «Delira dormido, está fatal y le tenéis que llevar al hospital», fue la frase de su hija a los compañeros médicos de su padre.

Nadie apareció a recogerle, nadie devolvió la llamada. Ana había llamado llorando porque ese día su sensación era la peor posible.

Ana insiste, de nuevo, y el martes 24 ante «la falta de auxilio» decide coger su coche y llevarle a Urgencias del Complejo Asistencial de León. Entre sollozos recuerda aquel instante: «Desde el aparcamiento hasta urgencias fue apoyado en mí y casi arrastrándose, casi no podía caminar».

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Fue la última vez que pudo ver a su padre con vida. «Sé que estuvo ocho horas en urgencias hasta que se decidió su ingreso con una neumonía bilateral. No me volvieron a llamar. Todo lo que supe de mi padre en cuanto a evolución clínica fue a través de su médico de cabecera, que se prestó a informarnos viendo el historial en su ordenador. A él le llegaron a decir que no precisaba de ingreso, eso sí que lo sé».

La pérdida

«Ven rápido»

Gracias a ese médico de cabecera pudo conocer que su padre, un médico de Sacyl vocacional y entregado a la medicina sin miramientos, había dado positivo en las pruebas de Covid-19.

Ocho días después de aquel ingreso en Urgencias la situación se hizo crítica. Fue el día 2 cuando «un compañero y amigo de mi padre, Fernando Burón, me llamó para decirme que subiera de forma urgente al Hospital, que mi padre incomprensiblemente había empeorado y que estaba muy mal».

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En medio de una lluvia de nervios Ana acertó a devolver la llamada al mismo número que le advertía de un fin inminente. Al otro lado ya no estaba el compañero de su padre.

- «No se puede poner, ahora mismo le está intentando reanimar. Subir rápido», escuchó.

Hoy Ana lamenta, como toda su familia, no haber tenido ese último adiós, sufre por una experiencia vital que le marcará de por vida y por esa sensación casi autodestructiva que le hace pensar que una mejor gestión desde los equipos médicos habrían permitido superar la enfermedad a su padre.

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El día después

«Ni una explicación»

Oficialmente, según el informe de Sacyl y tal y como consta en el exitus letalis, su padre no figura como paciente por Covid-19. Nada se dice de la enfermedad.

Actualmente Ana Gutiérrez, hija del doctor Antonio Gutiérrez, se encuentra afectada por Covid-19 y fue requerida para su ingreso por neumonía derivada de coronavirus. Ella ha preferido seguir el tratamiento domiciliario.

«Estar en el mismo lugar en el que mi padre encontró la muerte me mataría», remarca.

Hoy sufre coronavirus pero también «un dolor tremendo» y advierte que lo sucedido a su padre fue un cúmulo de «errores y fallos» sin precedentes consecuencia «de algo que mi padre siempre denunció: la falta de médicos».

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«Nadie nos ha dado una explicación, nadie nos ha pedido perdón y mi padre no se lo merecía», concluye.

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