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Fachada del mítico restaurante La Gitana en la que se puede observar el cartel de 'se traspasa'

'La Gitana' no encuentra quien la quiera

Este celebre restaurante del barrio Húmedo se traspasa desde hace dos años debido a la jubilación de su dueño, Álvaro García, que tras cuarenta años regentando el local quiere «dejar de trabajar pero no hay nadie que quiera empezar»

Martes, 11 de octubre 2022, 18:41

Es un querer y no poder. Desde hace dos años, La Gitana, uno de los míticos restaurantes de la capital leonesa, se traspasa. Una muerte anunciada de uno de los establecimientos insignia del Barrio Húmedo, que para beneficio de los leoneses y turistas, no termina de producirse. «Quiero dejar de trabajar pero no hay nadie que quiera empezar a trabajar», resume de forma sencilla Álvaro García, la mano de este local.

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La falta de 'interesados' hace que León mantenga uno de esos bares de toda la vida, donde tomar un Prieto Picudo acompañado de una buena tapa de embutido o degustar una buena carne con aroma leonés. «Hay dos o tres interesados pero nada, si no hay camareros como va haber gente que coja esto», explica este hostelero.

A los 68 años, que cumplirá en enero, lleva 40 años regentando este local que cuando llegó ya tenía los fogones encendidos. Eran otros tiempos, «la gente antes se formaba y cogía como yo esto y nos buscamos la vida como tíos profesionales lanzándonos al vacío», apunta.

Una vida detrás de la barra

Un trabajo duro en el que las horas pasan con el mandil puesto, una vida detrás de la barra que ahora en un arrebato de fatiga relata que «si volviera a nacer no me pillaban aquí, iba para la mina o a cuidar ovejas y estar a mi bola».

Pero después de 40 años en la hostelería, todo el mundo sabe que te tiene que gustar. Hay clientes que ya son familias y rutinas que al dejarlas se echan de menos. Pero el ritmo de un restaurante no entiende de edades ni necesidades, y Álvaro García tiene bien merecida una buena jubilación que amenaza que pronto llegará. «En poco tiempo cierro y que sea lo que Dios quiera, llega un momento que el paisano se acaba», sostiene este hostelero.

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Un barrio diferente

Cuatro décadas siendo el mismo mientras el barrio cambia. Pocos restos quedan de aquel céntrico barrio leonés residencial en el que mercerías, zapaterías, floristerías, peluquerías, etc convivían con los bares. Hoy, las tapas y los pub han ganado la batalla desbancando al resto de negocios. «La plaza de la Tiendas eran todo tiendas, ahora hay bares y discotecas, solo queda la Casa del Labrador», explica.

El tiempo pasará y Álvaro colgará el cartel de cerrado para siempre, otros vendrán, nadie sabe quien, quizá una nueva discoteca o un alojamiento turístico y como sentencia este hostelero «tendrá que ser así pero no es así».

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