El derribo de la iglesia de un pueblo de León deja al aire los restos sepultados del cementerio
Los vecinos piden que la Diócesis de León se haga cargo de la situación, que se devuelva al pueblo las campanas y algunos santos y se levante una nueva ermita
Los 31 habitantes censados en el pueblo de Fresnellino del Monte se levantaban a finales del pasado mes de marzo con una triste noticia: la pared de su iglesia se había desplomado y se iniciaba una cuenta contrarreloj para tratar de salvar el edificio.
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La iglesia, ubicada en este pueblo del municipio de Ardón, se había hundido y tanto Obispado de León como técnicos llegaron a la conclusión de que no había nada que hacer y que el inmueble se debía derribar.
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Fue en el mes de julio cuando las máquinas entraron en Fresnellino y tiraron el templo, aunque se hizo sin tener demasiado en cuenta los restos mortales que aún reposaban en el terreno, pertenecientes al antiguo cementerio de la parroquia.
Según han denunciado los vecinos, el derribo de la iglesia ha provocado «el destrozo de lápidas y ha dejado al aire los restos que allí se encontraban enterrados».
La arquitecta de la Diócesis de León ha intentado avanzar en subsanar la situación, aunque los familiares de las personas allí enterradas creen que «la cosa va con demasiada calma» en las gestiones con los seguros.
La alcaldesa de Ardón, Mónica Marne, ha argumentado que este problema es «cosa del Obispado» y recuerda que en los vecinos cuentan con un cementerio «municipal que está en perfectas condiciones». Otro miembro de la corporación ha reiterado la explicación y afirmaba que esta cuestión es «un tema del Obispado», como titular de este camposanto, ya que Ardón cuenta con su propio cementerio municipal. «Entendemos que allí hay restos de personas enterradas hace muchos años y que las familias estén molestas, pero el ayuntamiento no puede tomar decisiones. Tiene que ser la Diócesis de León porque ellos han cobrado por la sepultura y por todo».
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Como «solución dolorosa y triste», asumen fuentes municipales, estaría el traslado al municipal, a cargo de los propietarios de los panteones, de los restos que reposaban en este antiguo cementerio.
Propuesta de los vecinos
Por su parte, los vecinos lamentan «la prisa» por tirar la iglesia, que costó un gran esfuerzo, en especial el campanario, y afean «la prisa» por llevarse «todo lo que en ella había».
Ahora reclaman que se devuelvan las campanas y algunos de los santos para paliar «el dolor» que supuso en una población envejecida ese episodio. «Es un pueblín bonito, pero esta abandonado por las instituciones; al final la gente se queda en casa porque no tienen dónde ir».
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Por ello apuestan porque sea el momento de movilizarse y proponen hacer una pequeña ermita, junto a este antiguo cementerio, que sirva no solo como espacio religioso, sino también como centro cultural o de reunión. En contra tienen la falta de fondos ya expuesta por Obispado y Ayuntamiento, dejando en manos del propio pueblo salvar del olvido a su iglesia derribada.
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