Pentecostés llama a relevo en Santa Nonia

El Domingo de Pentecostés llamaba a Santa Nonia y a cita inexcusable para la más antigua de las cofradías leonesas que en esta ocasión, y a pesar de la pandemia, tenía mucho que celebrar.

Esta vez no pudo el coronavirus impedir que Ángel Lescún recibiera el testigo y el peso de la historia de la Semana Santa de León, después de que el pasado año tuvieran que cancelarse los actos.

Tal y como marcan los estatutos de la decana, la Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias y Soledad celebró el cambio de varas y nombró a este papón de cuna como nuevo abad de la penitencial para el próximo bienio.

En una sencilla marcha procesional, bajo los sones de la dulzaina y el tamboril, hicieron llegada al templo los miembros de la junta de gobierno, de la Junta Mayor y de las cofradías de la Semana Santa.

Santa Nonia cerró el triduo en honor a la Virgen de la Alegría, que en una situación de normalidad hubiera salido en procesión por las calles de la ciudad, y lo hizo con una eucaristía donde se flexibilizaron las medidas de seguridad, siempre ajustadas a la situación sanitaria actual.

Ángel Lescún, visiblemente emocionado, tuvo que esperar al ofertorio para que las autoridades civiles y religiosas presenciaran como Miguel Ángel Gil cedía el testigo de esta cofradía que en 2028 celebrará sus 450 años. A su salida, cohetes y petardos celebraron este acto.

Por delante, el nuevo abad se marca como reto el mismo que sus antecesores. Y es que tras más de un lustro de espera, el Viernes Santo del próximo 2022, Lescún pueda postrarse ante esta misma capilla para poner en las calles de León la Oficial del Santo Entierro.

El nuevo abad pretende que estos dos próximos años supongan una línea de continuidad a la labor realizada por sus predecesores. Para ello se refugiará en su junta de gobierno y con el objetivo de seguir atendiendo el extenso patrimonio de Angustias.

Los vínculos de Ángel Lescún con la penitencial mariana llegan desde el nacimiento. Su familia siempre ha mantenido estrechos lazos con la cofradía, algo de lo que siente orgullo, y pronto tomó diferntes cargos en ella: bracero del Santo Sepulcro, seise de la Consolación de María y en los últimos años el mismo puesto con Nuestra Señora de la Soledad, antes de dar el salto definitivo a la abadía.