Una 'Passio' para la historia

Aunque la luna no brillara como cuando lo hace llena la de Nissan; ni el aroma de la primavera se deslizase en los amaneceres de corneta y tambor; León supo sacar lo mejor de sí mismo, lo que siempre saca a la luz en Semana Santa, pero a lo grande.

La ciudad se entregó como siempre para recibir lo que nunca había visto hasta ahora: una magna procesión que ya es historia escrita en las hojas doradas de su legado pasional.

La 'Passio Legionensis' surcó la capital leonesa y convirtió por unas horas a León en epicentro de la Semana Santa del país. Y no fue para menos. El frío apretó con la caída del sol y la larga espera llevó a muchos asistentes a abandonar la 'penitencia' para refugiarse en una cafetería o regresar a casa. La espera se hizo larga para los más valientes, que tuvieron que esperar varias horas hasta que los primeros pasos asomaban.

Las cofradías se unieron bajo el paraguas de la Junta Mayor para que el 33 Encuentro Nacional de Cofradías marcara un antes y un después en la celebración de estos eventos. 15 de las 16 que conforman la nómina mostraron una enorme generosidad y aportaron sus pasos, sus papones, sus bandas y sus enseres. Todas juntas caminaron hacia el éxito.

Había nervios y tensión en los días previos. Con la oración de salida y las palabras mágicas de «capillos abajo tras la farola», toda la ansiedad quedó camuflada, en señal de penitencia, para caminar, pujar o levantar al viento notas y peinetas.

Los caballos, cabalgados por la autoridad, fueron la primera imagen de esta procesión que siguió al toque de ronda. Uno tras uno, los 22 pasos fueron llegando, con sus respectivas bandas, en un constante pasar de papones, braceros y manolas que levantaban los aplausos cuando la música así lo pedía.

Toda una demostración de potencia, de belleza, de arte en la calle y religión en los corazones, con las tallas dando vida a la pasión, muerte y resurrección de Cristo. De la Casa de Betania a la Resurrección; del Prendimiento al Santo Cristo del Perdón; de María Santísima del Dulce Nombre a la Soledad. Devoción y siglos de historia se daban la mano en la noche que cayó sin darse cuenta.

León puso en liza lo mejor de su Semana Santa y demostró con galones el por qué de ese título que la nombra de Interés Turístico Internacional. Su pasión reventó a borbotones y culminó un «¡Que sea enhorabuena!» en mayúsculas para que la ciudad saque pecho de sus días grandes... aún en septiembre.

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