La estación de bombeo de León que llena una piscina olímpica en dos minutos: así funciona esta joya de la ingeniería
La espectacular infraestructura finaliza en lo que, desde la distancia, parece un géiser de agua que llega desde el río Esla tras subir más de cincuenta metros
Lleva años a la vista de los conductores que circulan por la A-66 desde el sur en sentido León durante la temporada de riego en primavera y verano. En los momentos de mayor 'ebullición' -porque es lo que parece que hace el agua-, se observa una especie de géiser con el líquido elemento elevándose constantemente. Es la última pieza, quizá la más llamativa, de una obra de ingeniería espectacular.
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El recorrido comienza en el azud de Villalobar donde se produce la penúltima salida de agua del río Esla desde el embalse de Riaño. En ese punto se deriva el caudal por un canal de alimentación que llega a la estación de bombeo.
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Allí, como comenta Adolfo García Riera, Jefe del Servicio Técnico de la CHD, «alimenta las siete bombas -de las que no suelen funcionar más de cinco al mismo tiempo, seis como máximo- de la estación elevadora que son capaces de impulsar y superar un desnivel de 52 metros. El agua llega con mucha velocidad ascendente y hay que entregarla de forma vertical. Por eso sale por una forma de polígono de doce lados -una roseta- que rompe la energía y la va derivando al canal de regadío del Páramo Bajo que alimenta a más 24.000 hectáreas en León y también en Zamora».
La infraestructura que depende de la CHD -Confederación Hidrográfica del Duero- es capaz de bombear 18.000 litros por segundo. A esa velocidad de llenado se podrían llenar 25 piscinas olímpicas en una hora, una cada dos minutos y medio. Para mover semejante cantidad de agua hacia arriba, cada bomba necesita una potencia de 2.500 kilovatios, lo que hace necesario tener un centro de transformación de electricidad junto a la estación.
En los casi tres kilómetros que recorre el agua desde el río Esla hasta la roseta por donde inicia el Canal del Páramo Bajo hay más elementos interesantes como una enorme «chimenea de equilibrio que libera la presión en la tubería en los puntos bajos y altos. Lo que hace esto es funcionar como una especie de piscina, que se ve desde la carretera N-630», explica Adolfo, «que alivia la presión que se genera en la tubería por la impulsión de todos los equipos». Hay otras pequeñas chimeneas y aliviaderos por el resto del recorrido hasta la roseta por donde saldrá el agua. Todo ello se controla desde la estación con un equipo de sensores que ofrece datos como los caudales bombeados.
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