Portugal frente al desastre vírico
El país registra un leve respiro en las UCI, pero el efecto de la Navidad y de las mutaciones británica y brasileña lo mantienen al borde del colapso
miguel pérez
Domingo, 7 de febrero 2021, 00:39
La buena noticia es que las UCI portuguesas registraron este sábado un leve descenso de pacientes. No es que sea demasiado. De 900 enfermos que permanecían ingresados el jueves –todo un récord que ha puesto al sistema sanitario al borde de fundirse– se pasó el viernes a 891, según los datos divulgados por el Ministerio de Salud. No es mucho, pero al menos, el colapso no progresó por un día en las unidades de cuidados intensivos recibiendo a personas en estado grave o crítico para alojarlas donde ya no existe espacio.
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La mala noticia es el fallecimiento de un bebé de siete meses en un hospital de la región de Lisboa. El pequeño padecía «múltiples complicaciones congénitas», pero eso no evita todo el horror y el terror del caso, uno de los pocos registrados en el mundo en esa franja de edad (en la brasileña región de Manaos se dieron varios decesos de bebés por coronavirus el mes pasado, aunque las condiciones médicas eran radicalmente peores, infernales, sin oxígeno y con gente muriendo en sus casas ante la falta de recursos asistenciales).
El deceso se produjo en la región de Lisboa y Vale do Tajo, que es la de mayor azote de la epidemia. Más de la mitad de los casos detectados a nivel nacional se han registrado en este territorio, dotado de un enorme potencial turístico y también dueño de los mejores accesos, factores que, según algunos expertos, explican que se trate de la zona cero del Covid-19 en Portugal en esta tercera oleada.
Cabe decir que la letalidad asusta y ha empezado a encerrar a muchas personas en sus casas. Ventanas cerradas y apenas unas salidas al supermercado. Al menos 13.954 personas han perdido la vida desde marzo; muchas en cuestión de las últimas semanas. Y 6.158 pacientes se encuentran ingresados en hospitales, algunos debatiéndose entre la vida y la muerte.
La imagen de hace diez meses de un Portugal escasamente afectado por el virus mientras su vecino español y casi todos los países europeos se asomaban al abismo de unas estadísticas vertiginosas de fallecidos y enfermos se ha hecho pedazos. Con los 6.132 nuevos casos de los que informó este sábado la Dirección General de Salud, ya son 761.906 los positivos detectados durante toda la pandemia. Afortunadamente, a la red hospitalaria lusa le salva ligeramente el alto ritmo de altas; 14.317 el viernes pasado.
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La pandemia da un mínimo respiro a Portugal
Este leve respiro llevó al Gobierno a descartar la oferta de su homólogo gallego para recibir a enfermos en sus centros médicos. Portugal agradeció el gesto al conselleiro de Sanidade, Julio García Comesaña, en una carta donde señalaba que, por el momento, no sería necesario derivar a los pacientes a Galicia, a pesar de la enorme presión asistencial que padece el norte del país. No obstante, deja la puerta abierta a solicitar la ayuda en caso de que la crisis epidémica empeore en los próximos días.
Ahora mismo en el territorio luso opera un equipo alemán, enviado hace unos días por la canciller Angela Merkel con la correspondiente dotación de cuidados intensivos, que permanecerá todavía algunas semanas rotándose cada veintiún días con otros médicos y enfermeros germanos. Serán los únicos que podrán entrar y salir; Alemania, como otros países, ha suspendido vuelos con Portugal por su alta concentración vírica.
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Un cambio radical
Del blanco al negro en dos semanas. Este es el plazo en que la pandemia se ha desbocado como consecuencia de la relajación de las normas en Navidad, según aceptan los sanitarios y el propio Ejecutivo. Al final de la primera oleada, expertos lusos explicaban a este periódico que la virulencia del coronavirus en España había provocado un efecto de amedrentamiento en la población y también en las autoridades sanitarias, lo que había facilitado una estrategia de contención más afinada por parte de estas últimas y un seguimiento fiel de las normas de protección por parte de los ciudadanos.
En cambio, todo apunta ahora a que el cansancio por lo prolongado de la crisis y la flexibilidad del Ejecutivo durante el periodo navideño, con pocas restricciones y bastantes facilidades para reunirse en celebraciones familiares y con amigos, han ejercido de espoleta a la gran detonación de infecciones. Aunque no solo eso. Portugal es uno de los países de la UE con mayor concentración de las nuevas variantes británica y brasileña de la covid-19, lo que explica también su escalada de contagios. La primera ya está presente en una de cada dos nuevas infecciones.
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El Gobierno baraja alargar las restricciones impuestas en el último mes, las más drásticas al conminar al autoconfinamiento de la población y cesar toda actividad no esencial. Los controles en la frontera con España son estrictos y se prohíbe salir del país salvo casos excepcionales.
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