Raúl Llona, el 'devoralibros' que es «teléfono de emergencia» de su cuadrilla
El técnico de la Cultural, una persona «natural y muy cercana», sigue escalando en el mundo del fútbol, tema del que no habla en casa y que muchos de sus amigos consideran el «teléfono de emergencia» al que recurrir cuando necesitan consejo
Un insaciable lector con el pádel como pasión y una persona muy cercana, siempre disponible para los suyos. Más allá del Raúl Llona (Logroño, 1976) entrenador, conocido ya de sobra por la afición culturalista, se esconde por ser una persona muy familiar.
Como padre, aseguran sus cercanos, es «espectacular» y siempre está disponible para sus hijos, especialmente en el mundo del fútbol donde, ya sea como jugadores – su hijo Guillermo está en la Cultural y su hijo Manuel, el mediano, en la Real Sociedad -, o como entrenadores – Alejandro dirige un equipo de la cantera culturalista -. El fútbol es importante, capital, para Llona, pero más aún la familia y los amigos.
Para su mujer es como su mejor amigo, para su cuadrilla de Logroño el «teléfono de emergencia», al que recurren para pedir consejo. Incluso otros amigos, no tan cercanos y del mundo del fútbol, también tienen en Llona a su consejero, a esa persona a la que pedir opinión.
Porque el entrenador de la Cultural, lejos de la imagen seria, profesional e, incluso, distante, que muestra en las ruedas de prensa o en el césped, dista del Raúl de casa, cercano y natural, con pasiones que centran su momento de descanso.
Pádel y lectura para evadirse
El pádel es uno de esos hobbies de Llona, que pasa horas jugando a este deporte o en el gimnasio. Y la lectura: es su momento de relajación, de abstracción. Los libros – o, más bien, su ebook - son para el entrenador de la Cultural un punto de evasión con el estresante mundo del fútbol, encontrando en las novelas policíacas o en obras como Invicto, de Marcos Vázquez, algunas de sus lecturas favoritas. Cada semana lee entre dos y tres libros, mientras que evita entrar en redes sociales o ver la televisión, donde «solo parece que se cuentan desgracias».
El fútbol es, evidentemente, su vida, pero en casa se habla poco de este deporte, salvo que sus hijos le pregunten acerca del tema. Eso no es excluyente para que Llona trabaje mucho en casa, viendo partidos, analizando detalles que apunta en un cuaderno, su particular Biblia para preparar cada encuentro, cada jornada.
Enamorado del fútbol desde pequeño
Y esa pasión por el fútbol nace desde pequeño, cuando iba a todos lados con un balón debajo del brazo, dando pasos en la cantera del Logroñés, de extinto CD Logroñés hasta que un 22 de junio de 1997 logró debutar en Anoeta ante la Real Sociedad en Primera División. Pero siempre con la faceta de entrenador presente.
Cuando era aún juvenil en el Logroñés ya dirigía equipos de base y durante más de dos décadas organizó un campus con niños. Esta pasión corría por las venas de Llona, que seguía soñando con ser algún día entrenador en el fútbol profesional. El cambio de chip le llegó cuando dirigía a los cadetes del Alavés, momento en el que quería probarse con sénior. Y así comenzó una trayectoria que le trajo a León.
Subió escalones en el fútbol riojano hasta llegar a Primera RFEF con la SD Logroñés, un equipo de autor que asombró a la categoría y suscitó el interés de distintos clubes, entre ellos la Cultural. Era una oportunidad irrechazable, pero su familia le tiraba mucho: el apoyo de los suyos, que le animaron a aceptar la propuesta de la Cultural, fue clave para que hoy sea uno de los nombres que estará en los libros de historia del club leonés.
La Cultural ha sido un escalón más del ascenso que está viviendo y el fútbol profesional será el siguiente. Los sueños pueblan la mente de Llona, un entrenador metódico, que se deja aconsejar por su cuerpo técnico y que escucha, absorbe y sigue construyendo sus diferentes planes de partido, expresión que le acompaña en su periplo en León.
El Berceo, el Athletic... y un poco del Real Madrid
Si le preguntan por cuál es el equipo de su corazón, siempre menciona al CD Berceo, un club humilde de Logroño que, al estilo de las sociedades recreativas de León, tiene distintas actividades. Es su oasis particular, el punto cero donde se relaja, donde se encuentra con su gente y donde pasa el verano.
No sólo el Berceo puebla el corazón de Llona, ya que en su casa siempre ha habido afición por el Athletic, ahora atenuada con la llegada de su hijo Manuel a la cantera de la Real Sociedad y, aunque en las competiciones europeas siempre va con el equipo español de turno, le tira algo más el Real Madrid que el Barça.
Y ahora es también de la Cultural. Una bandera del club leonés luce en su balcón desde que la entidad culturalista hiciera un llamamiento a toda la afición. Porque Llona sigue siendo riojano, pero ahora es también un poco leonés. Enamorado de su casco histórico, de la multitud de enclaves únicos y monumentos que ver en el centro de la ciudad, el Romántico y el Húmedo son también su pequeño oasis en León, además de recorrer Ordoño y la calle Ancha hasta llegar a la majestuosa Catedral. Aun así, echa en falta Logroño, en especial a sus amigos y familiares, pese a que su mujer y sus hijos han decidido acompañarle en esta segunda temporada en León.
Su mujer, Verónica, ha pedido una excedencia en la multinacional donde trabaja para poder estar con él cada día y no separados, como la pasada temporada, por 250 kilómetros. Su hijo mayor, Alejandro, junto a su labor como técnico en la base de la Cultural, estudia en León un grado medio de FP de Gestión Administrativa; y el pequeño, Guillermo, continúa con sus estudios de Secundaria en el Colegio Leonés. Sólo Manuel, el hijo mediano y en la cantera de la Real Sociedad, no está en León físicamente, pero sí de forma espiritual, vistiendo ropa de la Cultural siempre que puede en Zubieta.
El ascenso, más allá de un gran éxito deportivo, es un premio a la fe y al apoyo de toda una familia a la perseverancia de Raúl Llona, que apostó por León y la Cultural, luchó y creyó en este proyecto y ha conseguido llevarlo a Segunda con una temporada impoluta.