
Secciones
Servicios
Destacamos
En la provincia de León hay un rincón que sorprende a quienes lo visitan: Casa Maragato. Más que un simple bar, este establecimiento guarda en sus paredes el testimonio de generaciones… y de cientos de playas de todo el mundo.
María Teresa del Campo Vela, Tere para todos, y su marido Juan, son los guardianes de este legado. Ambos llevan toda una vida al frente de este negocio familiar que comenzó en 1881, cuando el tatarabuelo de Tere instaló una venta a las afueras de Busdongo, en un lugar estratégico por las obras del ferrocarril. El establecimiento tomó el nombre de «Casa Maragato» en honor a un arriero que transportaba mercancías por la ruta de la Plata.
El enclave, antes conocido como La Venta de la Paloma, se transformó con la llegada del tren. La estación se instaló justo enfrente, y la venta se convirtió en centro neurálgico del comercio local. Panaderías, bodegas y almacenes de vino proliferaron. De aquel pasado bullicioso, Casa Maragato es hoy la única superviviente.
Desde su infancia, Tere vivió pegada al negocio, aunque no por vocación, sino por necesidad. A los 13 años ya ayudaba los fines de semana. Estudió en León, pero la enfermedad de su hermano la llevó a volver y, junto con su marido, se quedó para continuar con el bar, creyendo que solo sería por un par de años. Ya llevan más de 38.
Lo que hace único este bar no es solo su historia, sino las más de 1.130 botellas de arena que descansan ordenadas en sus estanterías. Una colección que nació casi por accidente, cuando un amigo marino mercante les trajo un puñado de arena de Dénia. A modo de juego, otros clientes se sumaron, y la colección creció sin freno.
«Cada una estaba en un tarro distinto, en botellas de Nestea o en bolsitas, así que decidimos hacer unas estanterías para colocarlas», recuerda Tere. Con el paso de los años, las arenas llegaron de lugares tan remotos como Nueva Zelanda, Noruega o el Mar Muerto. Hay arenas volcánicas, de playas fluviales, de conchas y hasta de cristales erosionados por el mar.
Una exhibición de arenas ordenada por países, comunidades y provincias, que recubre las paredes del bar como si fuera un atlas geológico. «Yo sabía cómo quería tenerlas, y Juan, como siempre, lo hizo realidad. Somos un equipo», cuenta Tere.
Sus clientes son parte esencial de esta colección. Muchos les llaman desde destinos exóticos para preguntar de dónde falta arena. «Nos preguntan: ¿Dónde tienes menos, en Vietnam o Filipinas? Y eligen en función de eso«, confiesa sonriente.
La primera estantería se instaló en 2004. Desde entonces, Casa Maragato no solo sirve comidas: también conserva recuerdos en frascos de cristal, cada uno con una historia que viajó miles de kilómetros para acabar en este rincón leonés.
Publicidad
Óscar Bellot | Madrid y Guillermo Villar
José A. González y Leticia Aróstegui (gráficos)
Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.