La mujer del acusado se retira de la sala sin declarar

Tenía una relación «de confianza» con la víctima, pero no le contaba problemas de pagos con otros inquilinos.

Declara otra vecina del bloque

«Cuando me enteré de lo que había pasado, discutí también con mi pareja porque me puse muy nerviosa».

Escuchó una discusión entre sus vecinos «de abajo», entre una pareja, y pensó que era «efecto de la pandemia». La testigo se emociona: «No le di importancia».

Conchi «siempre» tenía puesta la cerradura de su puerta. Esta testigo hablaba con ella por WhatsApp para informarla de cuándo bajaba a su casa.

Testifica una vecina de ambos implicados

Alguna vez Conchi le comentaba sobre «que algunos pagaban mejor que otros» en el caso de los inquilinos.

Alquilaba a personas con escasos recursos económicos y no les amenazaba por impagos o con desahucios.

Dice que Conchi era «confiada» para abrir la puerta a las personas que conocía.

Mantenía una relación «cortés» con Conchi, era el padre de sus hijos.

Declaración del exmarido de Conchi

Conchi era una persona «reservada» y no le gustaba que la gente entrara en su casa.

Declara una camarera de Conchi

La testigo se encontró por la calle con la víctima. Le dijo que el agresor tenía que ser «conocido» porque si no su perro hubiera ladrado. La testigo comenta en el juicio que «cómo iba a ladrar el perro si eras él el que lo hacía».

Conchi no abría la puerta a nadie, solo a gente «conocida» y con un motivo justificado.

Con la víctima tenía «un problema de pago» que le debía dos o tres meses.

Habla una amiga de Conchi

Se veían a puerta cerrada en el bar todos los días, aunque ya se estaba en confinamiento.

También acusó «por el barrio» al hijo de la víctima porque decía «que estaba metido en las drogas».

Había un supermercado, las que trabajan allí la ayudaban con productos caducados, y su compañero tuvo que entrar a prisión por chatarra. Ángel comentó «en todo el barrio» que su marido estaba en prisión por este tema.

«Conchi era una persona muy generosa. Muy buena».

La pareja que vivía en el primero se llevaba bien con el acusado. «Era una relación normal, como gitanos que somos».

La vecina preguntó qué había pasado con Conchi, se puso nerviosa al ver a la policía. El hijo le pidió que entrara para su casa porque había fallecido.

Es la mujer del anterior testigo. Habla del tema de la perra, que había vecinos que se quejaban, pero Conchi acabó dejándoles que la tuvieran en casa.

Declara otra de las inquilinas

«Todo el barrio comentaba que podía ser un hijo, que podía ser la pareja... se hablaba mucho». Ángel afirmó que sospechaba del hijo o la pareja.

El testigo escuchó cómo se cerró la puerta de la casa de Conchi, los pasos en la casa y cómo luego alguien se iba corriendo y cerró la puerta de la calle. Ocurrió sobre las 4.30 de la madrugada.

«Por lógica, una persona con un bar tiene que tener dinero. Aunque también tenía deudas, que me quería traspasar el bar», explica el declarante.

La mujer del testigo «se enfadó» porque por el barrio se había hablado de que él podía haber entrado en casa de Conchi. Le detuvieron.

Ella se quejaba de Ángel. «Era un poco mandona».

Era una señora «normal y corriente» que cobraba sus alquileres. «Se pagaba en mano, nosotros cobrábamos la ayuda y teníamos que presentar el recibo».

Conchi era «una persona buena» y colaboraba con la familia del testigo para sufragar gastos de alimentación para los niños. También le pedía atrasos de renta, aunque no les dejaba.

«Llegamos a pensar que había muerto por el virus», dice el testigo.

El acusado no le confesó que hubiera matado a nadie. Tampoco hablaron del dinero que podía tener Ángel en caso. «Él era listo, pero yo me he criado en la calle. He tenido mala infancia, pero yo cambié».

Aquella noche estuvo hablando con Ángel en el portal y apareció Conchi. Ella se fue para casa y al rato Ángel marchó.

Conchi pidió al testigo que se deshiciera de la perra por ser agresiva. Finalmente cedió y le facilitó que la mantuviese.

La relación con el acusado era «muy buena, normal y corriente» e incluso bajaba alguna vez a su casa porque el testigo hacía arreglos en casas.

Fue detenido el día que se descubrió el cuerpo porque tenía una requisitoria previa.

Declara un vecino e inquilino de Conchi

Se acoge a su derecho para no declarar como parte con relación directa con uno de los implicados en el caso.

Habla la esposa del acusado

La víctima no debía nada a su empleada «porque le había pagado todo hasta el último día que trabajaba por ella».

El bar podía recaudar unos cien euros. Se había retirado el dinero de recaudación de las máquinas.

Relata que Conchi era una persona desconfiada y preguntaba varias veces antes de abrir la puerta a cualquier persona. Tenía la puerta cerrada por dentro.

La testigo no sospechaba nada «y todavía no me creo que haya hecho esto», explica, porque con ella tenía «un comportamiento muy bueno».

Le extrañó que la luz de la cocina estaba encendida y Conchi no respondía.

Ángel salió de casa en el mismo momento «en el que salí yo» a buscar a Conchi, explica. En el día que la encontraron fallecida fue cuando ocurrió este encuentro.

«Quería hablar con ella, por el tema papeles del Erte, pero ya no me contestaba», sentencia.

Llevaba siete años trabajando en el bar Bamby y era inquilina del mismo piso y vecina de rellano de Ángel, el acusado. El bar permanecía cerrado por el estado de alarma.

Declara una empleada de Conchi