La exaltación de la Fe de León en las Tinieblas
La Cofradía del Santo Cristo del Desenclavo ha puesto sobre las estrechas calles del barrio de Santa Marina la Procesión de las Tinieblas y el Santo Cristo de las Injurias
La tierra y el luto salen del sagrado templo una vez jurado el voto de silencio. El púrpura leonés de la túnica y el negro luto de su capirote han traído la oscuridad de la noche a León. Al atardecer del Jueves Santo, las tinieblas invaden Santa Marina en un procesión, organizada por la Cofradía del Santo Cristo del Desenclavo que desde 2017 no pisaba las calles de León.
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El desagravio y la oscuridad reinan en la antesala de la muerte de esta procesión en la que el recogimiento cae sobre cada cofrade en un acto solemne que concluye de manera privada en el interior de la iglesia, donde se enclavará a Cristo en la Cruz, en un momento exclusivo para hermanos. El martillo golpea los clavos haciendo que cada pecado tome forma de magulladura.
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La procesión ha avanzado lenta por las calles del barrio de Santa Marina donde el silencio se ha hecho rey ante el paso de la muerte que portan los cofrades. El Cristo de las Injurias, una talla especial y cuyo autor es el mismo que regaló a León la afamada Negrilla de Santo Domingo, porta la carga de la pesada cruz tras un calvario que está a punto de poner fin.
Los braceros marcan así el paso con el sonido de las carracas y matracas que realizan su toque y el incensario que expande su característico olor mientras las horquetas golpean el pavimento del barrio de las Altas Torres.
Tras el hijo, el dolor en madre; María Santísima del Mayor Dolor de su Soledad caminaba sobre su trono en riguroso luto y, vecinas del barrio, arropan con su mirada el sufrimiento de una madre ante la pérdida de su hijo.
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La Banda del Desenclavo puso el ritmo lúgubre a una marcha procesional sin alardes y que desfila con gran sobriedad.
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