El 6% de adultos de León figura como divorciado o separado
A lo largo de la provincia se trata más de 18.000 personas
El 6% de personas entre 20 y 65 años en la provincia de León declara estar divorciada o separada. Se trata de una estimación realizada y publicada en el blog de la página de citas SugarDaters, tras analizar los datos oficiales de estados civiles recogidos en el EUROSTAT. La provincia ocupa el puesto 26 de territorios españoles con más porcentaje de personas divorciadas o separadas -según la división NUTS3 del citado instituto europeo de estadística-. A nivel nacional, el 7% de la población entre 20 y 65 años declara estar separada o divorciada.
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El porcentaje más elevado de divorciados y separados lo encontramos entre 50 y 54 años, rango en el que el 9,39% declara estar en una de estas situaciones. Los rangos con menos porcentaje de población divorciada son evidentemente aquellos donde menos matrimonios y relaciones registradas hay: entre los 20 y los 24 años de edad, con cifras entre el 0% y el 1,3% de divorcios y separaciones.
Más mujeres que hombres separados
En la provincia de León hay, por cada hombre separado, 1,18 mujeres separadas. Cualquiera podría pensar que calcular la diferencia intergénero no tiene sentido, pero no debemos olvidar que hay matrimonios entre personas del mismo sexo o que muchos leoneses pueden decidir rehacer su vida en otro lugar, al tiempo que otros provenientes de otros lugares pueden rehacer su vida en esta provincia.
Otra manera de medir la incidencia de los divorcios en la provincia a través de los datos demográficos de estado civil es comparando el número de personas casadas con el de personas divorciadas. Así, en la provincia de León encontramos, por cada persona divorciada o separada, 9 personas casadas o en una relación registrada.
«Divorciarse o separarse es a veces una bendición»
Alexandra Olariu, directora de marketing de SugarDaters, ha explicado que «divorciarse o separarse es a veces una bendición. Romper los grilletes que nos atan a una vida insatisfactoria para experimentar la libertad, recuperar la independencia o volver a buscar a alguien, disfrutar con otras personas o en soledad y, en definitiva, ser feliz.
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El día a día de la vida en pareja conlleva muchas veces desencantos inesperados. Lo que en un momento parecía una historia de amor única e irrepetible resulta ser al fin y al cabo una desilusión que desemboca en el divorcio. Es lo que es y no hay que darle más vueltas: nacemos para ser felices y no para cumplir las expectativas de otra persona que ya ha dejado de atraernos».
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