La tormenta perfecta: así cambió Ramón González el partido bajo el diluvio
El entrenador de la Cultural, con tres cambios en el inicio de la segunda mitad y uno más en el minuto 54, aprovechó la coyuntura meteorológica para apostar por un juego más físico y directo que funcionó
Todos los elementos deben de ser aprovechados por un entrenador, especialmente cuando el partido no es favorable. Muchos se quedaron extrañados al ver, de nuevo, a Ramón González en el banquillo durante el descanso, sin entrar al vestuario. Pero el manchego tenía un plan a ejecutar que quería ultimar antes de dar las instrucciones pertinentes a sus jugadores.
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Así lo hizo González que, con un triple cambio al inicio de la segunda mitad y uno más, por la lesión de Jon Ander, en el minuto 54, llevó el partido a un escenario donde la Cultural creció, avasalló y acabó remontando ante el Valladolid Promesas.
Y todo ello, en mitad de un diluvio, que encharcó partes del césped del Reino de León, especialmente la banda más cercana a los banquillos, y donde los culturalistas se movieron – nunca mejor dicho – como pez en el agua.
Más músculo y velocidad
Las entradas de Jorge Moreno y Ketu dieron más físico e intensidad a una Cultural además de la incorporación de Empis para dar más profundidad y llegada por el costado, a lo que se unió un Obolskii que casó a la perfección con Ander Vitoria y que fue fundamental en los desplazamientos en largo, bajando balones y ayudando al vasco en su 'pelea' con los centrales.
El vasco notó la presencia del ruso, teniendo mayor acierto en sus remates a portería (en los tres que intentó desde que se incorporó Obolskii, anotó dos goles) y pudiendo destacar más en el juego aéreo.
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La Cultural interpretó bien este aspecto, puesto que en la primera mitad sólo ganó seis duelos aéreos de los 23 disputados, mientras que en la segunda ese dato se elevó a 15 de los 26 en disputa.
Menos pases, más verticalidad
El juego también tornó a una verticalidad superior, pasado de 3,5 pases por posesión en la primera mitad a 2,8 en la segunda en una clara apuesta por jugar más rápido, raseando menos la pelota – como pedía el estado del césped – y apostando por el envío en largo: la Cultural intentó 41 pases largos – con 30 exitosos – en la segunda mitad por los 30 – con 16 exitosos – en la primera.
En general, el número de pases fue menor en la segunda mitad (185 por 193) pero con una mayor verticalidad y una mayor distancia recorrida en cada uno de los envíos para desarbolar a un Valladolid Promesas muy cómodo.
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Obolskii, elemento fundamental
Y en todo ello influye, especialmente, la entrada de Obolskii. Desde que el ruso entra en acción, la producción ofensiva crece, con 12 disparos con él en el campo por los siete anteriores.
Sus datos reflejan su gran acierto en muchas acciones con un gol pese a disparar una sólo vez, seis pases exitosos de ocho intentados y la mitad de los duelos aéreos (tres de seis) ganados.
Vitoria lo notó con mayor presencia en el área, ya que la mitad de balones que tocó en este punto del campo fueron con el ruso en el campo y pudiendo rematar con una mayor precisión.
A ello se sumaron los balones descargados para Ketu, también con una importante relevancia en el juego, y para Aarón. El camerunés disparó cuatro veces y completó la mitad de sus regates (tres de seis) mientras que el leonés efectuó dos de sus tres disparos con Obolskii en el césped e intentó más de la mitad de los regates en este tramo de partido (ocho de los 13 de todo el partido, efectuando tres de esos ocho con éxito).
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Así fue como una fuerte tormenta se convirtió en la tormenta perfecta para que Ramón González, con la ayuda de Obolskii, cambiara el signo de un partido que presentaba nubarrones sobre el Reino de León, pero que esa borrasca acabó convirtiendo, paradójicamente, en un panorama más soleado.
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