Llamazares, un leonés en una primavera extremeña

El 13 de marzo, justo cuando se declaraba en España el estado de alarma, el escritor leonés Julio Llamazares y parte de su familia se vinieron de Madrid a Trujillo y se acomodaron en una casa de la sierra de Los Lagares.

El palacete que preside la finca se llama La Florentina y la propiedad fue adquirida por un alemán apellidado Hackenberg, dueño de varios laboratorios farmacéuticos, casado con una extremeña y retirado a estos parajes. Cuando falleció, sus descendientes vendieron la finca por partes y en una de esas partes, el Lagar de los Almendros, pasó Julio Llamazares los tres meses y dos días que duró su confinamiento extremeño.

Llamazares que nació en la localidad leonesa de Vegamián en 1955 es un escritor reconocido. Su obra literaria toca todos los géneros: poesía, novela, literatura de viajes (su libro 'Tras-os-Montes' me guio por esta región portuguesa), recopilaciones de artículos, crónica, relato corto o guion de cine. 'La lluvia amarilla', publicada en 1988, es una novela que leí con gusto en su momento y lo situó en el grupo de los escritores españoles más destacados.

Durante los meses que pasó en Extremadura, Julio Llamazares fue escribiendo una mezcla de diario y libro de viajes que remató el 21 de junio de 2020, una semana después de regresar desde Trujillo a la capital, y que acaba de publicarse en la editorial Alfaguara. El libro se titula 'Primavera extremeña'. Es un opúsculo de 121 páginas que se lee rápido y fácil y no aporta demasiado al lector extremeño, pero puede servir como promoción de esta región.

'Primavera extremeña' es lo que avisa su subtítulo: 'Apuntes del natural', es decir, un texto bien escrito en el que el autor no profundiza ni interpreta lo que contempla y descubre. Nos dice que el paisaje que lo rodea evoca la Toscana italiana desde el nombre del palacio rural, La Florentina, situado en un alto rodeado de cipreses al estilo de los palacetes y casonas de campo que rodean Florencia, hasta las viñas de la cercana bodega Las Granadas, donde se elabora el vino Torre Julia. «En realidad, toda la sierra de los Lagares parece un trozo de la región de Florencia», escribe Llamazares, que sucumbe a la tópica comparación que periodistas y escritores que nos visitan hacen entre Extremadura, el Alentejo y la Toscana.

En su primavera en Extremadura, Llamazares coincide con personajes del entorno rural como Ricardo, el guarda de la finca, el pastor Manolo el Sueco, vecino de Herguijuela y llamado así por haber emigrado a Suecia, o Konrad Laudenbacher, un acuarelista alemán que también vive en Los Lagares e ilustra el libro con bellas acuarelas inspiradas en el paisaje y los pueblos del entorno.

Descripciones y sensaciones en un paisaje que es destino de extranjeros, la eclosión de la primavera, nuestro cielo asombrosamente cuajado de estrellas, la tranquilidad de un lugar tan alejado de la España negra, que durante los días del confinamiento se manifestaba en Madrid, visitas a la explotación caprina de Juan Antonio y Óscar, dos cabreros y albañiles de la zona... 'Primavera extremeña' es una sucesión de apuntes sencillos, sin pretensiones, que incluye algunas excursiones a Montánchez, Madrigalejo o Garciaz cuyo reflejo en el libro se reduce a detalles narrativos como que Montánchez es la patria del jamón extremeño y comen un plato en la plaza o que en una casa de Madrigalejo murió Fernando el Católico.

El primer miércoles de junio, el frutero ambulante de Almoharín vuelve a la plaza de Herguijuela con su mercancía y doce días después, el escritor regresa a Madrid y acaba este libro que se suma a la literatura de viajes complaciente y asombrada que ensalza a la región extremeña.