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El cineasta leonés Néstor López ha vuelto a hacer historia en el cine español. En la 39ª edición de los Premios Goya, celebrada en Granada, consiguió un doblete que refuerza su posición como uno de los grandes referentes del cortometraje en España.
Su obra Semillas de Kivu le valió el galardón a Mejor Cortometraje Documental, mientras que La gran obra, en la que también participó, se alzó con el premio a Mejor Cortometraje de Ficción.
López, que ya había conseguido su primer 'cabezón' en 2022 con Mamá, no esperaba este nuevo reconocimiento. «No nos lo esperábamos en absoluto. Lo estrenamos en octubre y era una fecha tardía para hacer ruido. Pero vimos cómo lo iba recibiendo la gente y ha sido una locura, no solo por el interés, sino por cómo lo han entendido», explica. Aunque su documental ha conseguido un gran impacto, su principal objetivo nunca fue el premio, sino dar visibilidad a la realidad de la República Democrática del Congo y, en particular, de Kivu, una región devastada por el conflicto.
Para Néstor López, el cine es mucho más que entretenimiento. Aunque reconoce que una película por sí sola no tiene el poder de transformar la realidad, sí cree que puede cambiar la forma en que la gente la mira. «El cine no tiene el poder de hacer cambios directos, pero sí de girar la cabeza hacia donde no se está mirando. Es una herramienta para generar emociones, debates y conversaciones», afirma.
La idea de Semillas de Kivu surgió mientras trabajaba en otro proyecto en zonas de guerra. Conocía la situación de la República Democrática del Congo, pero no en profundidad. Al investigar el conflicto, se dio cuenta de la magnitud de la crisis humanitaria y de la falta de atención internacional. «Cuanta más gente lo conoce, más personas miran hacia allí», señala. En su discurso en los Goya, quiso reforzar ese mensaje y hacer un llamamiento a la acción. «Lo improvisé. Sabía lo que quería decir porque mi objetivo siempre ha sido que la gente mire hacia Kivu, pero no sabía exactamente cómo lo iba a expresar. Me gusta que fluya la naturalidad. Estoy contento, dije lo que tenía que decir».
A pesar del reconocimiento, López es consciente de que el cine, por sí solo, no puede presionar a los gobiernos para actuar. «No es suficiente, pero si conseguimos que mucha gente hable de un tema, alguien con poder puede verse forzado a hacer algo».
Hacer cine, y más en formato cortometraje, es una labor que requiere pasión y compromiso. A diferencia de las grandes producciones, donde los recursos y la financiación están asegurados, los cortometrajes dependen en gran medida del esfuerzo personal de su equipo. «En un cortometraje, la gente que participa lo hace porque cree en la historia. Este equipo ha estado conmigo durante siete años, lo que es muy difícil en proyectos tan largos. Solo la pasión y la creencia en lo que haces consiguen algo así», destaca.
Su Goya, aunque un gran reconocimiento, no es lo que da sentido a su trabajo. «Merece la pena desde el primer día. No porque hayamos ganado el Goya, sino porque hemos conseguido despertar lo que queríamos en la gente. Si hubiésemos perdido, habría valido igual. Si haces cine solo por reconocimiento o dinero, no aguantas tanto tiempo. Lo importante es la pasión».
Su tierra está presente en cada una de sus palabras y en su forma de entender el cine. «León es mi hogar. Es el lugar donde me he criado y eso lo marca todo. De dónde eres influye en tu forma de ser y de pensar. Forma parte de mí».
Hace 14 años, pensaba que era imposible dedicarse al cine. Hoy, con tres Goyas en su haber, sabe que el camino ha sido difícil, pero no inalcanzable. «Hacer cine es un privilegio. Si vienes de una familia relacionada con el sector o con recursos, es más fácil. Yo vengo de una familia normal: mi padre era policía local y mi madre, limpiadora migrante. Pero aquí estoy. Es posible, aunque difícil. La clave es la pasión».
López, que además de cineasta es profesor en algunas de las escuelas de cine más prestigiosas de España, insiste en que lo más importante es contar historias que realmente valgan la pena. «El valor del cine es el valor de las historias. Si pensamos solo en nosotros, nos vamos a frustrar mucho. La pasión es la única arma para tirar adelante. Si aguantas, trabajas mucho y sigues adelante, empiezas a crecer. Y ese es el paso para que las cosas, de ir regular, pasen a ir muy bien».
Con su éxito en los Goya, el cineasta leonés mira hacia el futuro con nuevos retos en el horizonte. «Tengo varios proyectos en marcha, aunque aún no puedo contar demasiados detalles», adelanta.
Este año, estrenará un nuevo cortometraje de ficción, un reto personal y artístico que marcará una nueva etapa en su carrera. Además, trabajará en una película como productor y a finales de año rodará un nuevo largometraje. Su ambición, sin embargo, no está ligada a los premios ni al reconocimiento personal, sino a la posibilidad de seguir contando historias que impacten al público.
«Mi mayor cualidad es la persistencia. Soy una persona muy trabajadora y apasionada, y eso es clave para seguir adelante. Mi ambición no es ganar premios ni tener más reconocimiento, sino llegar a más gente con mis proyectos. Me motiva apostar por nuevas cosas y explorar nuevos caminos».
Néstor López ya es un nombre consolidado en el cine español. Pero su camino no ha hecho más que empezar. Desde León hasta la gran pantalla, su historia es el mejor ejemplo de que la pasión y el trabajo duro pueden abrir cualquier puerta.
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