Este pequeño pueblo del Ayuntamiento de Crémenes, situado en la margen izquierda del Esla, es uno de los más bellos y hermosos de toda la montaña oriental leonesa. Villa real: «sobre si», incluida en el Concejo de Ventaniello que siempre defendió sus antiguos derechos frente a Crémenes y Villayandre. La forma más antigua del nombre –Arguvelio- la documenta y explica el R. P. D. Julio de Prado Reyero en su magna obra: Un viaje histórico por el Alto Esla. «Arg», es nombre indoeuropeo que significa: cristalino, brillante o blanquecino. «Vejo», viene de un hidrónimo céltico: «pelio», que significa arroyo, río etc.
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Le viene muy bien al pueblo esa acuosa denominación, derivada del antiguo nombre del Riachín que recorre el pueblo de Este a Oeste. El agua, omnipresente y determinante en la formación de los nombres que bautizan toda nuestra montaña.
Es el Riachín un arroyo bravo en invierno, en verano pacífico y remansado, permitiendo a través de sus cristalinas aguas observar las pintonas truchas cebarse bajo el puente situado en la plaza. Del pasado remoto y traumático contacto con Roma, cuenta Argovejo en sus inmediaciones con la Vía Saliámica o calzada del Esla y, también con una esplendida lápida Vadiniense conservada en el Museo de León, monumento funerario dedicado a un cántabro llamado Turano, hijo de Bodo del clan de los Bodegos.
Durante el verano se convierte el pueblo en una especie de Arcadia feliz, el río por medio, el caserío en el fondo del valle, por los cuatro puntos cardinales altas montañas; un auténtico nacimiento cuando al oscurecer, poco a poco se encienden las luces de las casas. Son sus gentes en extremo, buenas y hospitalarias. El respeto y buena convivencia son patentes y, se muestra a menudo en la celebración de sus tradiciones ancestrales que como en casi todos nuestros pueblos son mantenidas por las mujeres; relacionado todo ello con la acendrada fe cristiana de nuestros antepasados. Una de sus principales devociones es la Virgen de Pereda situada a boca de la hoz que conduce hacia Argovejo, única entrada por llano y al pie del bastión de Mataces.
En el siglo XI existió en Pereda un monasterio de monjas dedicado a San Martín. Fue fundado por la poderosa familia de los Flaínez, asentada en el castillo de Aguilar ubicado entre Sabero y Cistierna que, dotaron al monasterio con: 100 vacas; 200 ovejas; 10 yeguas; 15 caballos; 2 asnos, siete parejas de bueyes además de otras posesiones. El nombre de San Martín es muy repetido en la cuenca del Esla y alto Cea durante la alta Edad Media (Cistierna; Verdiago; Crémenes; Las Salas; Portilla; Vegacerneja), por su antigüedad sin conexión alguna con las peregrinaciones pues trae su origen del tiempo de los godos. En Martín se conserva el eco romano de un culto a Marte, culto establecido por la campaña de conquista. El viajero que visite la montaña oriental que no deje de visitar Argovejo, sus gentes, el pueblo, la espectacular ruta por el hayedo, Los Janos, Llampas, Trapa, Tejedo, la soberbia ermita de la Virgen de Pereda y las salutíferas aguas del valle no defraudarán a nadie.
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