La Guerra Civil española marcó un antes y un después en la historia de España. A todos los niveles. Sobre todo en cuanto a las ruinas fruto de los bombardeos con los que ambos bandos se servían para atacar sus objetivos, y de eso en la provincia de León hay bastantes casos. Aunque también quedan monumentos en buen estado para la historia, lo cierto es que el número de ruinas como huella de la Guerra es infinitamente mayor al de edificios emblemáticos de la misma.
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Pasado Villamanín dirección Asturias está el famoso restaurante Ezequiel, y un kilómetro y medio más allá, a la derecha, se encuentran ubicadas las desconocidas ruinas de La Fabricona. Se trata de una antigua explotación minerometalúrgica que fue bombardeada por la Legión Cóndor, una parte del ejército nazi que prestó ayuda aérea al bando sublevado en las semanas previas a los ataques a Asturias, también por el aire.
Los sublevados, obsesionados con el norte
Aquel bombardeo en abril de 1937 se enmarca en un contexto donde Franco quería hacerse con Madrid a toda costa. Pero la cosa no funcionaba, no conseguía hacerse con la capital española. Viendo entonces los continuos fracasos en cada intentona, decidió centrar sus objetivos en el Frente norte, un bastión republicano rico en minerales e industria química que dotaba al bando de la República de unas ventajas querenciosas para los sublevados.
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Estas ventajas querenciosas provocaron numerosas batallas en el norte de la provincia, donde destacaron peleas en La Robla o Fontañán, sitios donde aún hoy quedan restos de aquellos intercambios de balas y granadas. Sobre todo en el pico Fontañán, desde donde hoy se pueden observar ruinas de trincheras republicanas. Finalmente fue el bando nacional quien, después de trazar estrategias perfectas para 'invadir' los pueblos, se llevó el gato al agua y se hizo con todo el Frente norte.
Sin embargo, el bombardeo en sí a la explotación tuvo que ver más con los nazis que con el bando franquista, ya que fueron los aviones de los alemanes quienes lo llevaron a cabo. Fue, más concretamente, la Legión Cóndor que Hitler envió a España en 1936 para ayudar a los sublevados a ganar la Guerra Civil. Esta escisión del ejército alemán se focalizaba únicamente en la faceta bélica aérea, siendo claves en múltiples batallas tanto en la Guerra Civil española como en otras de carácter internacional.
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Previo al bombardeo de Gernika
El uso que se le daba a esta pequeña fábrica, que estaba situada en lo alto de un pequeño valle, era la de procesar y tratar los minerales de cobre y cobalto extraídos de la mina La Profunda, ubicada a seis kilómetros al noreste de La Fabricona. Desde Cármenes hasta Villamanín se transportaban los materiales a través de un cable aéreo sujetado por postes de madera y que salía desde la mina La Profunda hasta la planta de tratamiento en cuestión.
El ataque a La Fabricona es conocido, aunque bastante poco, porque fue uno de los ataques previos al que tendría lugar días después en Gernika, siguiendo el mismo método de ataque aéreo y realizado por el mismo ala del ejército nazi con la colaboración de los fascistas italianos: la Legión Cóndor y la Aviación Legionaria. Que, por cierto, la Legión germánica tenía su centro neurálgico en España en la base aérea de la Virgen del Camino.
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De hecho, que fuera en los días previos al de Gernika es por lo poco que se conoce este bombardeo en la zona de Villamanín, ya que personas incluso de los pueblos de alrededor reconocen que siempre habían visto las ruinas pero «ni se imaginaban» que tuviesen el motivo que realmente tiene.
Pero el bombardeo no tuvo lugar estando La Fabricona en funcionamiento. Cuando se produjo llevaba ya seis años cerrada sin prestar servicio. El motivo del ataque, entonces, se explica porque era elemento de resguardo de una pequeña compañía republicana a cargo de Luis Vaquero, un capitán del ejército rojo.
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Estratégicamente la explotación de minerales era clave para el devenir de los republicanos en la guerra. Los de la Repúbica contenían fuertes botines en Asturias, y la zona de La Fabricona suponía una especie de 'fortaleza' a la que derribar previo a pasar a la región asturiana por vía terrestre, resultaba imprescindible que se mantuviese en pie. De ahí la 'obsesión' de los nacionales en derruirla.
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