«A ver quién es el beneficiario ahora de todas estas leñas y quién se va a llevar toda la pasta, porque nosotros no vamos a ser»

El sábado era día de boda en Ambasaguas, por lo que cuando vieron el humo, no fueron pocos los vecinos que subieron al monte en traje y con tacón. «El fuego llegó cerca del pueblo a las ocho de la tarde, acercándose a las casas. Estuvimos hasta las 3:30 de la madrugada, que es cuando aflojó el aire y se pudo controlar un poco más», recordaba el pedáneo, Luis Sánchez.

El panorama es desolador. Un monte rico teñido de negro, con el olor a quemado aún en el ambiente. Luis calcula que, de 470 hectáreas de Monte de Utilidad Pública, 400 están arrasadas. «Una explotación de abejas para miel lo ha perdido todo, la junta vecinal se queda sin los derechos de caza y sin los aprovechamientos de leñas, con lo que las pérdidas son muy cuantiosa, a ver cuántos años pasan hasta que volvamos a la normalidad».

Ahora tocará dar por extinguido el fuego, que se encontraba en nivel dos aún durante el mediodía del domingo, contando unos daños que este rincón de la provincia ve con rabia e indignación.

Pero no todo es resignación. La crítica por algo que se venía venir está, como el olor a chamuscado, en el ambiente. «La gestión de las brigadas y los agentes medioambientales, aparte de no ser suficientes, empezaron de forma cambiada a nuestro entender. Hay que mirar a ver de qué manera cambian la gestión del fuego y a ver quién es el beneficiario ahora de todas estas leñas y quién se va a llevar en crudo toda esta pasta, porque nosotros no vamos a ser», lamentaba el pedáneo.

En un día seco, con viento fuerte y con dos focos de humo negro y denso no apunta a otra cosa que a la intencionalidad del incendio, como comentan los vecinos.

Una historia que se repite y que salvo sorpresa volverá a ser noticia, en una lacra que ya no espera ni al verano.