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Imagen del nuevo sepulcro del rey Alfonso VI. S.SANTOS

La nueva morada de Alfonso VI

El monasterio de Santa Cruz de Sahagún acoge el traslado de los restos del monarca leonés a su nuevo sepulcro en la más estricta intimidad | En un par de meses finalizará la obra del nuevo mausoleo, presupuestada en 26.000, en una inauguración pública con representación de la Casa Real

Ana gonzález

Sahagún

Miércoles, 21 de agosto 2019

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En silencio absoluto y en la más estricta intimidad. Así ha trascurrido el primer acto que permitirá que los restos del monarca leonés Alfonso VI, que pasó a la historia por ser un reunificador de los reinos de León y de Castilla, proteger a artistas y mecenas o impulsar la Reconquista, descansen, al fin, en paz.

Un acto íntimo en la pequeña capilla anexa del monasterio de Santa Cruz de Sahagún, municipio a 60 kilómetros al sur de León, en el que se ha procedido al trasladado los huesos del monarca que reinó entre 1065 y 1109 a su nuevo mausoleo, una obra del escultor leonés Amancio González que pesa 1,2 toneladas realizada en mármol crema de Alicante.

En la ceremonia, que como habían avisado desde el monasterio se celebró «a puerta cerrada, sin cámaras ni fotos», tan solo asistieron Paulino González Terrón y Máximo Gómez Rascón, representando al Obispado de León, María Anunciación Ríos y Pilar López, representando a la comunidad benedictina, Alejandro García Bermejo, concejal de Patrimonio y Paula Conde, alcaldesa, representando al Ayuntamiento, además de la notaria de Sahagún y el propio escultor.

Alfonso VI murió en Toledo hace 910 años, ciudad que conquistó y que marcó el hito más importante de su reinado. El 12 de agosto de 1109 fue enterrado en Sahagún, un municipio al que, en palabras de la abadesa María Anunciación Ríos, «estuvo bastante tiempo de su vida, aquí le coronaron rey y siempre tuvo un agradecimiento muy profundo hacia el monasterio».

Este nuevo mausoleo que acogerá los dos sarcófagos reales con la efigie del rey y la reina Inés en el sepulcro estará finalizado dentro de dos meses, contando con un presupuesto de 26.000 euros. De este modo, el monasterio benedictino de Sahagún dará un trato acorde al que el monarca les dio, siendo el único rey leonés que no descansa en el Panteón de San Isidoro de la capital.

Alfonso VI

Alfonso VI de León y de Castilla, apodado 'el Bravo' nació en 1040 y falleció en Toledo en 1109. Hijo de Fernando I de León y su esposa Sancha, tras la muerte de este en 1065 recibió el reino de León ante la oposición de su hermano Sancho II, que había recibido Castilla.

A la muerte de Sancho II de Castilla, asesinado mientras asediaba a su hermana Urraca en Zamora, Alfonso VI fue llamado para ser coronado rey. Así, en 1072 los reinos de León y Castilla se unificaron bajo su figura, a los que sumaría también el de Galicia hasta su muerte en 1109.

En 1085, Alfonso VI logró apoderarse de Toledo, uno de los mayores logros de su mandato. Pocos años después fallecería en la capital del Tajo el 1 de julio de 1109 cuando intentaba defender la ciudad del inminente asalto almorávide.

Su cadáver fue conducido a la localidad leonesa de Sahagún, donde se le enterró el 12 de agosto de hace ya 910 años, cumpliéndose así su voluntad.

El periplo del cadáver

Con este nuevo mausoleo se espera que el rey deje atrás siglos de cambios, secretos y reubicaciones de su cadáver.

El primer sepulcro que contenía los restos de Alfonso VI fue destruido en 1810, durante un incendio que sufrió el Monasterio de San Benito de Sahagún. Los restos mortales del rey y los de sus cuatro esposas fueron entonces recogidos y conservados en la cámara abacial hasta el año 1821.

Allí yacieron hasta 1835, año de la Desamortización de Mendizábal que precipitó la decisión del entonces abad del Monasterio, que antes de abandonarlo pidió a las monjas de Santa Cruz que conservaran los huesos. El secreto sólo fue transmitido de una abadesa a la siguiente hasta que se perdió por el prematuro fallecimiento de una de ellas.

No sería hasta 1909 cuando un académico da cuenta del hallazgo de los restos del rey y sus cuatro mujeres.

Hasta hoy, los restos mortales de Alfonso VI el Bravo, como era apodado, descansan en un arca de piedra lisa y con cubierta de mármol moderna. Ahora, gracias al proyecto de remodelación, se pretende devolverle los honores que este monarca le dio a la localidad de Sahagún. «Al monasterio le dio fueros, fue el único monasterio que acuño dos veces moneda y le dio un gran esplendor, impulsó el Camino de Santiago y cambio la liturgia mozárabe en romana», sostiene María Anunciación Ríos.

Un monarca, tres esposas, una amante, un perro y un adolescente

Los restos del monarca descansan en una caja de madera dentro del sepulcro, en el que también se han encontrado una serie de documentos que acreditan la personalidad del fallecido y que certifican que la última vez que se abrió la lápida fue en los años 50 del pasado siglo.

En estudios recientes, los investigadores detectaron en los enterramientos la presencia de, al menos, dos individuos adolescentes más y hasta un máximo de diez, además de restos de fauna que pertenecerían a un perro. Además, la cabeza del monarca no se encuentra entre los restos mortales.

En la misma capilla, en un sepulcro anexo que de momento no hay planes para restaurarlo, descansan los restos de sus tres esposas, Inés, Constanza y Berta, y de su concubina Zayda, una princesa andalusí.

Un traslado íntimo y precipitado

Una ceremonia que a pesar de marcar un hecho histórico se ha realizado sin cámaras ni fotos y a puerta cerrada y que ha despertado el rechazo de unos vecinos a los que se les ha denegado el derecho de asistir a la apertura de la tumba.

Tampoco se entiende que el traslado de los huesos se produzca ahora, a falta de al menos dos meses para que el escultor acabe la nueva tapa que ocultará la caja funeraria y que en un momento dado ha visto peligrar su trabajo por el ajustado espacio del nuevo sepulcro, que finalmente ha permitido que la caja entrara por poco menos de dos centímetros.

A este respecto la abadesa, María Anunciación Ríos, responde asegurando que «el acto se tenía que hacer así» y que, una vez completada la obra del nuevo mausoleo, «se celebrará una inauguración muy especial, con presencia de la Casa Real, porque se lo merece».

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