Esperada y fiel redención

Nada pudieron hacer ni el viento ni el intenso frío de la tarde contra una de las procesiones más queridas por los leoneses por su belleza y sentimiento. El recogimiento y la tradición volvieron a darse la mano en la Procesión de Nuestro Señor Jesús de la Redención, que llenó el perímetro de la Plaza del Grano de fieles leoneses.

Los tres golpes en la puerta de las Carbajalas fueron el inicio tradicional de la procesión, tras escuchar el reconocido 'A vosotros os llamo, Hermanos de la Cofradía de Nuestro Señor Jesús de la Redención', que anuncia que todo comienza en voz del secretario de la cofradía.

Así se dio comienzo al recorrido, que discurrió por las estrechas calles viejas del Húmedo. La imagen del Padre Jesús de la Misericordia era una vez más la responsable de abrir el desfile, llevada a un solo ritmo por los hermanos braceros tras ser elevada a su salida de las Carbajalas.

Con el paso y los tiempos que requiere una gran procesión, era el turno del imponente paso del Santo Cristo de la Redención. Como manda la tradición, los miembros de la cofradía levantaron y colocaron la cruz en el paso una vez salieron de las Carbajalas, en un ritual que encanta a los fieles. El Santo Cristo lució de nuevo una majestuosidad que volvió a sorprender a los leoneses, en el momento en el que la noche comenzaba su reino. El golpeo de las horquetas sobre el suelo fue el único sonido que rompió el silencio.

Como también es costumbre cerraba la procesión el paso de Nuestra Madre de la Divina Gracia que salía por la puerta del convento en la oscuridad de la noche, con los rasgos de dolor marcados en su rostro.

Una procesión que se mueve entre la luz y la noche, donde reina el recogimiento, el respeto y el silencio por la redención.