«Han sido seis años de impotencia, lentitud y falta de justicia»
Los 'seis de la Vasco' ·
Roberto Crespo fue uno de los mineros que entró en el lugar del accidente a salvar a los fallecidos, como consecuencia de aquel acto heroico perdió audición en los dos oídos, y psicológicamente sigue en tratamiento«Hay días que jamás que olvidan», así comienza el relato de Roberto Crespo uno de los mineros que entró en el lugar del accidente a salvar a los fallecidos. Como consecuencia «perdí audición en los dos oídos, y psicológicamente sigo en tratamiento».
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La rapidez con la que entró a la mina al conocer el suceso contrasta con la lentitud de la justicia. «Los mineros somos personas de segunda categoría, ante un accidente en el que hay seis muertos y numerosos heridos no han tenido ninguna rapidez para esclarecer los hechos».
Ese día una avería en las cintas que transportaba el carbón obligó a parar la producción, «por lo que fue un día tranquilo no pudimos hacer nada». Cuando el reloj pasaba de las 13.30 horas saltaron todas las alarmas. «Estábamos comiendo el bocadillo y escuchamos por teléfono a un chico que nos pidió que fuéramos al macizo séptimo porque se había producido un problema; fuimos todos corriendo, cuando llegue a la planta séptima escuche -están todos dentro hay que sacarlos-, me puse el rescatador y entré, saque alguno de los fallecidos y lo siguiente que recuerdo es estar fuera reanimándome los compañeros», recuerdas con precisión Roberto.
Sin darse alardes de heroicidad y desde la sinceridad reconoce que lo volvería hacer. «Soy humano, hice lo que me hubiese gustado que hubiesen hecho por mí. En la mina dependemos unos de los otros».
Un acto que continua teniendo consecuencias, «que siempre sale al recuerdo, que nunca aprendes a sobrepasarlo, pero que no te queda otro remedio que seguir para adelante; qué haces te das un tiro», reflexiona en alto una cuestión que siempre está en su cabeza.
Del lamento al olvido
Han pasado seis años, un tiempo que ha servido para que un tema comentado en toda la comarca pase en muchos casos a ser tabú. «Da pena ver como compañeros con los que trabajabas a diario te han dado la espalda y luego cuando un día comentas algo, molesta; es cierto que quedan otros dándote apoyo, alguno de ellos que ni te lo esperabas»
Después de dos años de baja y con 55% de incapacidad a Roberto le volvió tocar regresar al trabajo, en esta ocasión lejos de la mina. «Estoy en una empresa de trasportes y me sintió muy bien; doy gracias a mi mujer y a mi hijo que son el motor que me hace 'tirar para adelante'»
La vida es un camino empedrado en la que Roberto tropezó con una gran piedra, no le consiguió tirar, pero seis años después todavía intenta mantener el equilibrio, algo que está conseguido gracias amigos y sobre todo a su mujer e hijo, aunque las secuelas del golpe perdurarán toda la vida.