Borrar
La enseñanza del braille, punto por punto

La enseñanza del braille, punto por punto

El código se adapta a la modernidad, desde juegos interactivos hasta lápices que leen en voz alta

Viernes, 15 de mayo 2020

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Francisco tiene 6 años y es ciego de nacimiento. Ahora está aprendiendo a leer, igual que cualquier otro compañero de su edad, aunque él lee con las manos. Utiliza el sistema de lectoescritura braille, que le empezaron a enseñar con tres años en la escuela infantil. Este es un método basado en 'cajetines' o signos generadores que contienen seis puntos de igual tamaño, en relieve, distribuidos en dos columnas y situados a la misma distancia entre sí. Los tres puntos de la izquierda tienen asignados los nú́meros 1, 2 y 3, y los de la derecha el 4, 5 y 6, y la presencia o ausencia de puntos determina de qué letra se trata. Hay hasta 64 combinaciones diferentes en total, incluyendo el cajetiín en blanco, que sirve para separar las palabras; mientras que para representar algunos signos (números, fórmulas químicas) se utilizan dos o más cajetines.

Este sistema permitirá a Francisco durante su vida, así como lo hace con otras personas de su misma condición, saber todo tipo de cosas, desde lo que pone en su cuento favorito hasta cuál es el resultado de una compleja operación matemática; pero también cómo se habla y escribe en otros idiomas o cómo se juega al ajedrez.

Durante la infancia, además, estos conocimientos se adquieren, principalmente, a través de juegos. Destaca, por ejemplo, el muñeco Braillín, lanzado en 2004 y que tiene seis botones 'apretables' en el pecho que simbolizan los seis puntos de un cajetín; o los LEGO Braille Bricks, una novedad de la juguetera danesa que aún está por llegar a España y que aprovecha los salientes de los típicos ladrillos de colores para representar el alfabeto braille.

Francisco estudia en un colegio ordinario, con otros compañeros que sí ven y, aunque sabe que es ciego, a veces le asaltan las dudas. «Se pregunta por qué unos escriben con tinta y lápiz y él lo hace con Perkins (máquina que permite la escritura en braille), pero creo que es algo normal en todos los niños ciegos», expresa Yoana, su madre.

Un niño ciego escribe en braille con la máquina de escribir Perkins.
Un niño ciego escribe en braille con la máquina de escribir Perkins. ONCE

Hace unos años, en España los niños con discapacidad visual se formaban en colegios de la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE), pero hoy en día cada vez se apuesta más por su inclusión en un ámbito educativo normalizado. Aun así, «en cuanto a inclusión se refiere, siempre hay espacio de mejora», considera Yoana. «Nadie elige ser ciego».

En la actualidad, el 99% de estos menores están escolarizados en centros académicos ordinarios. Allí cuentan con el apoyo de equipos específicos de las administraciones educativas y de especialistas de la ONCE. Ellos elaboran planes individualizados para cada alumno según sus necesidades y ritmo de aprendizaje.

Milagros Boubeta, maestra del Centro de Recursos Educativos de la ONCE de Madrid, destaca que en la enseñanza del braille a personas ciegas de nacimiento el aprendizaje empieza por los padres. «Para que el bebé se desarrolle correctamente y en el futuro se convierta en una persona conectada con el entorno y preparada para desenvolverse en la sociedad con total naturalidad, los progenitores son los primeros que deben realizar un ajuste emocional y aceptar la discapacidad de su hijo», expresa. La ONCE pone a su disposición especialistas de atención temprana que les guían en el proceso.

«Nadie elige ser ciego. En cuanto a inclusión se refiere, siempre hay espacio de mejora»

También es recomendable que las personas del entorno del pequeño conozcan y aprendan el sistema braille, para que le sirva de motivación y lo vea como algo natural. «Así podrán actuar, junto a los profesores, de mediadores entre el mundo visual y el del niño», destaca Boubeta.

Ellos ayudarán al menor a ejercitar su percepción háptica –uso del tacto de forma intencional para obtener información válida acerca de los objetos que le rodean–, con ejercicios como diferenciar texturas o reconocer objetos tridimensionales; y también le guiarán en el desarrollo de su lenguaje oral y otro de sus sentidos fundamentales, el oído. Para conseguir esto último, la música será una gran aliada. De hecho, hasta las notas musicales pueden escribirse y leerse en braille. «Sin duda, en la persona con discapacidad visual hay una carencia de experiencias y lecturas visuales, pero no tiene por qué haber una carencia de lecturas del mundo», recalca la Comisión Braille Española (CBE).

Será una vez adquiridas estas competencias vitales cuando el pequeño esté preparado para iniciarse en el aprendizaje formal del braille.

EN CIFRAS

  • 72.100 personas tienen ceguera o discapacidad visual grave (menos de un 10% de visión) en España, según datos de la Organización Nacional de Ciegos Españoles (ONCE).

Por su parte, los jóvenes y adultos que pierden la vista una vez alfabetizados pueden pasar directamente a aprender el código. En este caso, sin embargo, son ellos mismos los que deben realizar un ajuste emocional previo para aceptar la discapacidad y encontrar la motivación suficiente para adquirir dicho conocimiento. Este interés puede radicar, por ejemplo, en querer aprender a manejar la línea braille (un dispositivo que se conecta a cualquier aparato electrónico y que es capaz de traducir a braille lo que pone en la pantalla), que le permitirá continuar enviando mensajes a sus amigos, sacar dinero en un cajero automático o leer un correo electrónico.

«El braille se asienta de manera más eficaz si existe el deseo, y no solo la obligación, de aprenderlo», señala la maestra de la ONCE. En cualquier caso, la especialista destaca que lo más importante es «respetar el ritmo de aprendizaje de cada individuo, tanto si es niño como adulto, pues será diferente a pesar de tener la misma discapacidad».

Nuevas tecnologías

Hoy en día, el sistema braille ya no solo se escribe y se lee en papel. Las nuevas tecnologías han abierto un amplio abanico de posibilidades y nuevas funcionalidades que permiten, por un lado, aprender el código más rápido y, por otro, aplicar estas enseñanzas a internet. «Uno de los requisitos básicos para el aprendizaje del braille es la motivación del alumnado, y el poder de atracción de la tecnología es evidente», declara Boubeta. Pero advierte que no se trata de sustituir el papel, sino que de ambos medios se complementen.

Algunas herramientas tecnológicas que se han mostrado eficientes son: la citada línea braille, la tableta digitalizadora (una superficie plana conectada a un ordenador que, gracias a un lápiz magnético, permite realizar las mismas acciones que se hacen con un ratón tradicional y dibujar como si se estuviera haciendo sobre papel) y el lápiz lector LEO (que tiene un sensor en la punta que pasa a audio lo escrito en distintas etiquetas, como las de los fármacos, las latas o la ropa). Estas máquinas se utilizan, por ejemplo, en el nuevo método didáctico de la ONCE, 'Braitico', que aúna materiales analógicos tradicionales (fichas para reconocer objetos en relieve, pulzles); con un software de actividades y juegos interactivos.

Otras novedades tecnológicas que hacen accesible cualquier tipo de información son los audiolibros, aunque este medio no es un código lectoescritor complementario, solo de acceso a la información, como la radio. Asimismo, hay máquinas que imprimen en braille y en relieve, como las impresoras 3D, que han contribuido al abaratamiento de libros, revistas y boletines para gente con dificultades visuales.

Diversas universidades a nivel internacional también han aportado su granito de arena. Investigadores del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), en Estados Unidos, han inventado un anillo que lee en voz alta lo que hay escrito en una página al pasar el dedo, y que vibra al cambiar inadvertidamente de renglón. Por su parte, la Universidad de Oxford (Reino Unido) ha creado unas gafas 'inteligentes', equipadas con un sistema de cámaras y software, que ayudan a orientarse y navegar en entornos desconocidos.

Tabletas de turrón etiquetadas en braille. ONCE

Día Mundial del Braille, una fecha para celebrar

Desde el año 2019, cuando fue reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS), cada 4 de enero se celebra el Día Mundial del Braille. La fecha fue elegida en homenaje a Louis Braille, que nació tal día en 1809, y surgió para reivindicar un mayor uso de dicho sistema de lectoescritura en la sociedad.

El código ha supuesto un gran avance para la comunidad de discapacitados visuales, comparable a la invención de la imprenta para el resto de la humanidad, pues les ha brindado la posibilidad de acceder a cualquier tipo de información, desde la formulación química a las jugadas del ajedrez, logrando así alcanzar un nivel de autonomía personal muy elevado en todos los ámbitos de la vida.

Por ejemplo, hoy en día ya hay relojes de pulsera que marcan la hora en braille, kits de votación accesibles (con los listados de los candidatos y los sobres escritos con este sistema) para que los ciegos puedan ejercer su derecho a voto de forma secreta; medicamentos y barajas de naipes rotulados en braille y las botoneras de los ascensores son uno de los espacios públicos donde es más habitual ver dicho código. Sin embargo, los productos con etiquetado en braille son todavía pocos y, aunque aumentan de forma progresiva, aún queda mucho por hacer.

Breve historia del braille

Durante siglos, la alfabetización de los discapacitados visuales ni siquiera se planteaba como una opción. Fue en el siglo XVII cuando se empezaron a utilizar diversos inventos para enseñar a los ciegos a leer: letras de molde talladas en madera, cartón o cera, un cordel y un alfiler con los que se dibujaba la silueta de las letras. Pero eran materiales y procedimientos muy limitados y perecederos que hacían el aprendizaje muy costoso.

En 1786, Valentin Haüy escribió su libro 'Ensayo sobre la educación de los ciegos' y fundó la primera escuela para invidentes, L'Institut National des Jeunes Aveugles, en París. Su éxito se extendió rapidamente por Europa, donde se fundaron escuelas similares, pero el método de estudio utilizado tenía dos grandes inconvenientes: solo contemplaba la lectura a través del tacto, no la escritura; y las letras en relieve, impresas en gran tamaño, hacían que leer resultase lento e incómodo.

Fue un pupilo aventajado de Valentin Haüy, llamado Louise Braille, quien desarrolló el código de lectoescritura que hoy pervive universalmente: el sistema braille. Ciego desde la infancia, se inspiró en la 'escritura nocturna' de Charles Barbier –que constaba de doce puntos en relieve distribuidos en dos filas verticales que se podía leer con los dedos en la oscuridad y usado con fines militares– para diseñar su propio modelo. Para ello, redujo el número de puntos (de 12 a 6) y creó el alfabeto que se utiliza hoy en día, que también adaptó a otras disciplinas (música, ciencia, matemáticas).

El código fue criticado por sus detractores: el propio Barbier, que no admitía la transformación de su invento; los seguidores del método de Valentin Haüy y los videntes, que consideraban que el sistema aislaba a los ciegos porque ellos no podían leerlo, pero Braille no se amedrantó y, a día de hoy, su sistema sigue creciendo. En el siglo XXI, por ejemplo, se han incoporado dos nuevos signos (@ y €).

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios