Borrar
¿Por qué se llama así mi pueblo?

¿Por qué se llama así mi pueblo?

Los topónimos, las denominaciones que se otorgan a los lugares, tienen curiosas e interesantes historias detrás

Viernes, 25 de junio 2021, 00:09

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

En la creación de sus mundos, Tolkien tuvo que abordar el bautizo de países, bosques, minas, pueblos... darles nombre y, además, que significara algo en las lenguas de los habitantes de esos lugares. Un ejemplo bien claro, la horrible Mordor, hogar del temido Sauron, significa 'la tierra negra' o 'la tierra oscura' en sindarin (de 'mor' oscuro o negro, y 'dôr', tierra), un idioma artificial creado por el escritor, la lengua élfica más hablada en la Tierra Media. Siendo este también otro topónimo, es decir, la denominación de un sitio, y la toponimia, la rama de la onomástica que estudia el origen de los nombres propios de lugar, así como su significado.

Puede resultar un ejercicio interesante e incluso divertido conocer de dónde provienen los nombres de los países, las capitales, los mares, nuestros pueblos... Lo es, sin duda, para Belén Ruiz, una profesora sevillana de 25 años licenciada en Magisterio y autora de la página de Facebook y su correspondencia en Instagram Lingua Mater, con 67.000 y 26.000 seguidores, respectivamente, que celebran cada publicación con entusiasmo. Y entre las más aplaudidas, las que hacen referencia a la toponimia: «Etimológicamente, este término deriva del griego 'tópos'(lugar) y 'ónoma' (nombre). Algunos de los primeros toponimistas fueron los cuentistas y poetas que se dedicaban, entre otras actividades, a explicar el origen de ciertos lugares con el motivo de decidir el nombre de los mismos. En algunos casos algunas denominaciones ya formaban parte de leyendas, y, en otros, tuvieron mucho que ver con ellas».

A Ruiz le interesan mucho las lenguas romances y de ahí su página, aunque su nacimiento se encuentra en un detalle mucho más divertido: «Solía publicar en Instagram y había un chico que, al parecer, tenía interés en mi persona pero escribía con faltas y errores ortográficos, así que decidí crear esta especie de blog para aclarar errores. Y luego fui añadiendo entradas sobre etimología, que me interesa mucho».

Fumarolas islandesas

Hay muchas clases de topónimos. A veces tienen que ver con nombres o apellidos de personas que dan denominación a la zona, y este sería el caso tanto de Bolivia –en honor a Simón Bolivar– y Colombia –por Cristóbal Colón– como del municipio toledano de Pepino: antes se llamaba Aldeanueva de Talavera, por su cercanía a este otro municipio, pero al parecer prefirieron ahorrar saliva llamándolo solo con el apellido o quizá apodo de un labrador que vivió allí, Alonso Pepino. Aunque en la mayoría de los casos, los topónimos se originan por las características físicas de la zona: el paisaje, su orografía, algún elemento en concreto como un río o una laguna... también un castillo o fortaleza antigua. Y, en ocasiones, es difícil rastrear el origen, pues se trata de viejas denominaciones en base a nombres arcaicos que han evolucionado mucho y que ya no son identificables.

En Lingua Mater hay muchas referencias al origen del nombre de ciudades y países europeos. como la capital islandesa, Reikiavik: «Significa literalmente 'bahía de humo' en dialecto danés, origen de los primeros colonos, que cuando establecieron su primer asentamiento en la isla eligieron una entrada de mar con miles de fumarolas de vapor en constante erupción. Más tarde ese lugar se convertiría en la capital del país», explica Ruiz.

«Bruselas –añade– recibió ese nombre porque estaba en una zona pantanosa con abundantes arroyos que formaban islas, y en la más alta de todas se erigió una ermita. 'Brussel' viene del neerlandés medieval 'broek' (pantano) y 'sell' (ermita), con lo que quiere decir literalmente 'la ermita del pantano'». Y si viajamos a Copenhague deberíamos saber que su nombre refleja su origen como «puerto e importante lugar de comercio; su denominación original en danés era 'Koppmannehafn', que significa puerto de comerciantes, de 'kobmand' (comerciante) y 'havn' (puerto)».

En el caso de nuestro país, señala Ruiz que existen muchas teorías sobre su origen: «España viene del latín Hispania, que en fenicio era 'tierra abundante en conejos', un uso recogido por César, Cicerón, Plinio el Viejo, Catón, Tito Livio y Catulo, que la llama 'Península cuniculosa', de 'cuniculum', conejo. Pero hay muchas otras teorías». Por su parte, Escocia se llama así por la tribu irlandesa que la invadió y se asentó allí en el siglo V. «Proviene del irlandés antiguo 'scot, scuit', y en inglés se llama precisamente con esa palabra, 'scot', más 'land', tierra. Scotland, tierra de los scots, por tanto».

Bonito nombre tiene también el Océano Pacífico pero... ¿por qué se llama así? En un principio, los conquistadores españoles lo bautizaron como Mar del Sur, en contraposición al Océano Atlántico llamado por ellos Mar del Norte, pero fue el portugués Fernando de Magallanes, mientras daba la vuelta al mundo al servicio de la Corona Española, el que lo bautizó como lo conocemos. Y fue debido a que tuvo la suerte de toparse con aguas tranquilas nada más cruzar el Estrecho de Magallanes (que recibió ese nombre en su honor), en el extremo sur de Chile, al dejar atrás el agitado Atlántico, y aunque el Pacífico tenga poco de ello en muchas ocasiones. En cuanto al Atlántico, el nombre podría provenir del titán 'Atlas' o de los atlantes, un pueblo de las riberas norteafricanas.

Según la etimología más aceptada, explica la autora de Lingua Mater, Chile es Chile por la voz en lengua aimara 'chilli', que significa confín. «El pueblo araucano o mapuche que habitaba esas tierras era tan bravo que los incas nunca pudieron llegar hasta el final de aquella tierra, y de ahí que llamaran a Chile con ese nombre, confín».

Calaveras, Peleas y... Cariño

Conviven en León los municipios vecinos de Calaveras de Arriba y Calaveras de Abajo, que parece que deben su denominación a unas colinas redondeadas sin vegetación y en tonos amarillentos y rojizos que podrían recordar a un cráneo humano. En la misma onda se sitúan los municipios zamoranos de Peleas de Arriba y Peleas de Abajo, por las luchas entre moros y cristianos que se sucedieron allí entre los siglos X y XII. En cuanto a los pueblos asturianos –dependientes de Castrillón– La Ramera de Arriba y La Ramera de Abajo, reciben su denominación por las ramas de los hermosos árboles que los adornan, no hay duda.

Normal es preguntarse de dónde salió el nombre de Guarromán, en la provincia de Jaén, sobre todo cuando las asociaciones son fáciles. Pero no. Se trata de la castellanización del árabe 'Uādī-r-Rommān', que significa río o arroyo de los granados, y cuya evolución fonética lo llevó primero a Guadarromán y finalmente a la propuesta actual.

¿Y el pueblo gallego de Cariño? He aquí un buen ejemplo de la referencia a las leyendas como origen de la denominación a las que se refería la autora de Lingua Mater. En este caso, dice la que da nombre a este municipio que un hombre que había perdido allí a su hija, al despedirse para marchar a otra tierra, gritó: '¡Adiós, Cariño!'. Y así quedó.

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios