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Todas las celebraciones de la Pasión tienen sus peculiaridades en función de la localidad en la que se celebran y es que a una celebración tan plástica y centenaria, los años le han dado lustre pero también su propia diferenciación.
No podía ser menos la provincia de León donde la Semana Santa recorre toda la provincia dejando algunas pequeñas peculiaridades y aunque son muchas más de las que aquí figuran, estas son algunas de las más destacadas.
La Semana Santa de Ponferrada está llena de riqueza heredera de la tradición que sorprende a quien la contempla. Uno de los actos más peculiares se produce durante los días de Cuaresma y es el llamado Nazareno Lambrión Chupacandiles. Este personaje, vestido como un cofrade de negro y acompañado de niños, anuncia con una campanilla por las calles la celebración de una procesión.
La Hermandad de Jesús Nazareno, la más antigua de la ciudad, fue la que creó esta figura, que se remonta al siglo XVII. Según cuenta la leyenda, su nombre se debe a que los muchachos de la villa le gritaban a su paso para que hiciera parada en las bodegas y le invitaban a probar el vino nuevo, lo que le valió el apelativo de 'lambrión' con el que se designa a los golosos. Su 'apellido' haría referencia a que el nazareno se bebía hasta el aceite de los candiles que iluminaban casas y calles antes de la llegada de la luz eléctrica.
El Lambrión es el responsable de anunciar cada año la inminencia de las festividades de la Semana Santa tal y como lo son el Barandales de Zamora, el Pardal de Medina de Rioseco y el Tararú de Palencia.
La Cuaresma y la Semana Santa están marcados por el ayuno y la prohibición de comer carne aunque en algunos lugares, como La Bañeza, han hecho de su potaje una de las señas de identidad gracias al Santo Potajero que reúne a miles de personas cada Miércoles Santo.
«Singular y llamativa» es esta celebración, una de las más antiguas de la Semana Santa bañezana y que se celebra en la ermita-capilla de Nuestra Señora de la Piedad.
Cada Miércoles Santo se cumple con la vieja tradición de dar de comer a los pobres, tras la celebración de la misa y procesión de una pequeña imagen del Nazareno, reconocido como el Santo Potajero. El menú siempre es un guiso hecho con garbanzos, arroz y bacalao. De postre una naranja y una pasta. El rito pudo haberse iniciado en el siglo XVII cuando se creó la Cofradía de Nuestra Señora de las Angustias y Soledad.
De todos los detalles de la organización del Potaje, el único cambio observado desde sus inicios puede ser la participación y es que aunque en sus comienzos este potaje daba de comer a los presos después se amplió a los pobres de la ciudad para ahora entregárselo a todo aquel que se acerque.
Aunque la Semana Santa de Astorga destaca por una tradición de más de cinco siglos llena de peculiaridades, además de la carrera de San Juanín o el desenclavo durante el Santo Entierro, entre otros muchos, cabe destacar la Procesión Penitencial que tiene lugar en la madrugada de Viernes Santo.
A la 01.15 horas, los cofrades de la Santa Vera Cruz y Confalón salen de su cabildo para recorrer las calles más antiguas de Astorga solo iluminados por el candil que cada uno de ellos porta. Cubriendo sus cabezas con una capucha monacal, rompen el silencio de la noche por el sonido de un tambor, matracas y carracas mientras entonan el Pueblo Mío. A la mitad de la procesión realizan una parada en la Capilla de San Esteban en un acto íntimo y exclusivo para los cofrades donde, de manera plástica, representan la crucifixión de Cristo para, acto seguido, volver a su cabildo.
Tras la llegada al mismo, y una vez que rompen el voto de silencio, la cofradía reparte entre todos los hermanos la tradicional bolla y vino dulce.
Devoción y austeridad son definitorias en la Semana Santa de Sahagún donde la noche de Jueves Santo y la mañana de Viernes Santo se producen dos de los actos más curiosos. En el primero, los mayordomos de la cofradía ofrecen a todo el que se acerque por la Capilla de Jesús un tentempié tras el esfuerzo de más de dos horas de procesión.
Y en la mañana de Viernes Santo es «La Isa» la que abre las puertas de la capilla. Esto consiste en coger en volandas a algún forastero y se golpea con sus pies contra la puerta de la parroquia para pedir la salida de los pasos.
La Semana Santa de Almanza es uno de los pocos ejemplos de rituales de la devoción del barroco que perviven.
Uno de los actos centrales son Las Caídas del Nazareno, una teatralización de este pasaje bíblico que tiene lugar la tarde de Viernes Santo y llena de emoción el templo de Santa María. Allí, una persona que encarna nazareno, sostiene unas cadenas y se va dejando caer contra el suelo. Custodiado por el judío que le empuja y le maltrata y el cirineo, que le ayuda a llevar la cruz.
Sin duda, uno de los actos más peculiares y sobrecogedores de la Semana Santa de la provincia de León es el Vía Crucis Viviente de Jiménez de Jamuz. El mismo data de 1976 cuando un grupo de jóvenes ideó representar la Pasión de Cristo, fuera de la iglesia y recuperar así de modo fiel el sentido y la tradición de la Semana Santa. Esta celebración se interrumpió únicamente los años 1986 y 1987. La aceptación y el interés por esta manifestación se comprueba en vecinos y gentes de otras localidades, que se congregan alrededor de cada paso hacia el Calvario: la última cena, la oración en el huerto y el prendimiento, el juicio ante Pilatos, el recorrido por las calles con las sucesivas caídas de Jesús y el encuentro con la virgen, la Verónica y el Cirineo, el encuentro con la Magdalena, Jesús ante Anás y Caifás y la crucifixión de Cristo entre los dos ladrones.
El pueblo de Jiménez de Jamuz se transforma para la vivencia de una obra exclusiva, en la que participan aproximadamente un centenar de jiminiegos de los que 40 tienen un papel definido. Proscenios, romanos armados con lanzas y antorchas, todos los personajes de los Evangelios van apareciendo en escena y completando un espectáculo que finaliza con la caída del sol, a la vera de una pequeña colina rodeada de bodegas tradicionales. Las últimas siete palabras de Jesús suenan sobre un silencio impresionante y las luces del pueblo se apagan en medio del rugido de los truenos que salen del altavoz. La iluminación de las hogueras resalta la escena final, el acto de la crucifixión, y suena un atronador aplauso de reconocimiento.
El Domingo de Resurrección se celebra en el valle de Samario la Rogativa de Pascua. La Virgen de las Angustias abandona su emplazamiento original en el santuario de La Garandilla para ser trasladada hasta la iglesia de Valdesamario. Durante la procesión, se produce el encuentro entre la Virgen de las Angustias y la del Rosario, titular de Valdesamario, quien recibe a la primera en su localidad con una reverencia.
Los pendones y ramos que acompañan el recorrido, así como las grandes muestras de devoción por parte de los asistentes, hacen de esta una de las celebraciones más sentidas del territorio.
Actos todos peculiares que crean una Semana Santa digna de conocer, disfrutar y vivir.
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