Luz y fuego que iluminan el camino
La Cofradía del Santo Sepulcro-Esperanza de Vida llevó la luz a una tarde de vigilia Pascual por las calles de un abarrotado Barrio Húmedo en el que los leoneses y visitantes se agolpaban para disfrutar de la procesión
El blanco inmaculado de las capillas de la Cofradía del Santo Sepulcro-Esperanza de Vida llevaron la luz a una tarde de vigilia Pascual. Así, la luz y el fuego marcaron el caminar dando esperanza a quienes la habían perdido ante la muerte.
Con salida desde la Catedral de León la procesión cruzó un abarrotado Barrio Húmedo en el que los leoneses y visitantes se agolpaban a ambos lados de las calles para disfrutar de un cortejo, como siempre, inmaculado.
Abría la Procesión Camino de la Luz la talla de Nuestra Señora de la Luz que asombraba por su delicada belleza. Con gran simbolismo, la Virgen muestra la esperanza de la resurrección a la vida de su hijo amado y muestra en sus manos el puñal que tenía clavado tras la dolorosa pérdida. Una imagen que se adentraba en León bajo los acordes de la Banda de Cornetas y Tambores del Nazareno. El rostro de la madre muestra el instante en el que el dolor ha terminado y deja entrever un halo de esperanza, que se refleja en sus ojos.
La procesión 'Camino de la Luz'Ver 67 fotos
No podían faltar ello, los más pequeños de la cofradía, los que se llevan gran parte de las miradas por la ternura que transmiten.
Sigue el cortejo la imagen del Santo Sepulcro. Una talla yacente que, cumpliendo la tradición, se ha detenido a las puertas de la Iglesia de San Martín y del convento de las Concepcionistas para cumplir con el rito del fuego. La talla anuncia la movilidad de quién comienza a despertar de un largo sueño, con las cejas arqueadas, los ojos y la boca cerrados y transmitiendo una imagen de tranquilidad y sosiego.
Era en este caso la Agrupación Musical del Santo Sepulcro quien marcaba los acordes a los braceros que movían un paso imponente por las calles de León.
Un año más, se unía a la procesión el Grupo San Pedro de Castro que, ataviados con ropas de vieja usanza y un riguroso luto leonés, se sumaban un año más a esta procesión. Y con ellos las velas del fuego de la vida.
Los mensajes de vida y esperanza llegaban a través del agua, la luz y el fuego. Y tras ellos: el Hombre Nuevo. El conjunto presidido por una imagen de Cristo, casi flotante, con el cuerpo semidesnudo, solo cubierto por un amplio manto descansa sobre elementos afincados en la Antigua Ley. Un conjunto impresionante por su manera de transmitir realizado por Vicente Marín Morte.
Inmaculados los braceros que hicieron disfrutar a León de una procesión de luz y esperanza en la que los tres elementos brillaron como nunca. Y es que, el Camino sigue iluminado por el Santo Sepulcro.