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Una mujer se asoma a la ventana al paso de la Procesión de la Virgen de la Amargura. Sandra Santos

La noche amarga de León

La Procesión de la Virgen de la Amargura tiñe de negro el Miércoles Santo de la mano de la centenaria Minerva y Veracruz

Miércoles, 5 de abril 2023

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No podía ser una tarde de amargura para Minerva, y menos tratándose de año impar. San Martín recorrió el calvario a través de una demostración de imaginería devocional de la que puede presumir León en su Semana Santa.

La Real Cofradía de Minerva y Veracruz celebró su Procesión de la Virgen de la Amargura y la ciudad se echó a la calle para disfrutar de una de sus centenarias.

Un total de siete pasos explicaron a los leoneses la pasión de Cristo y el desgarrador dolor de una madre que penó ante su hijo muerto. Todo ello en medio de una noche que iba cayendo a medida que los pasos abandonaban la plaza del Grano.

Siete tallas

Con ronda de clarín y tambores, el desfile se iniciaba entre una marea de manolas, hermanas de la cofradía, que siguieron también a cada una de las tallas.

La primera fue el titular de Minerva, el Lignum Crucis, con su reliquia de la astilla de la cruz en el crucero. Junto a ello, la Agrupación Musical del Gran Poder acompañaba a éste y al siguiente paso, el Santo Cristo Flagelado del Amparo y la Caridad, que cumplía 25 años desde su llegada a León.

León invadía el casco viejo para disfrutar de esta colección de pasos en el Miércoles Santo de Minerva y la Cofradía del Silencio y Santa Cruz de Oviedo ponía un toque distinto entre los capillos negros.

El siguiente conjunto escultórico fue el formado por Nuestro Padre Jesús de la Humillación y la Paciencia y Nuestro Señor Jesús de la Salud. Con la túnica morada enfundada, el redentor comenzaba su calvario. Todo ello acompañado de los acordes de la Agrupación Musical de Angustias y Soledad.

La amargura de una madre

El desenlace de la pasión tomaba forma de crucificado con el Santo Cristo del Desenclavo. Alzado en la cruz, custodiado por cuatro velones, los braceros empleaban el mayor de los respetos a la talla.

En su centenario, Nuestra Señora de la Veracruz impregnó de dolor a las calles de la vieja capital. Con su hijo yacente en brazos, la talla se abrió pasos entre las miles de personas que se asomaron al imperio patrimonial de San Martín. Todo ello junto a la Agrupación Musical de la Bienaventuranza.

Y cerraba la procesión la talla que daba nombre a todo lo anterior. La Virgen de la Amargura, la sencilla talla que custodia la esencia del Miércoles Santo, rogaba por todos a su paso entre la tristeza tras la muerte de cristo.

Las gaitas de Jesús Divino Obrero ponían punto y final al primer gran día de Minerva, que tendrá en la Oficial del Santo Entierro su segunda entrega para demostrar a León que las centenarias guardan la esencia de una secular Semana Santa.

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