El Dainos entona el Rosario de la buena muerte
La Inmemorial Procesión parte desde San Francisco acompañada por las cofradías de la Sobarriba y entonando el Santo Rosario a cada parada
El atardecer en León se cubrió de solemnidad y oración. Con el respeto y la sobriedad que caracteriza la Orden Franciscana Seglar, minutos después de la hora marcada, la esquila anunciaba el inicio de la procesión.
Dainos, señor, buena muerte. Por tu santísima muerte. Desde el interior del templo se oían los ecos del rezo que marcaría el guión de la Inmemorial Procesión del Dainos, Antaño del Santo Rosario de la Buena Muerte.
Cofradías de la Sobarriba
La Cofradía del Santísimo Cristo de la Expiración y del Silencio partía con cruz guía metálica y pendón para adentrarse en el casco histórico.
Las capas pardas y la dulzaina fueron los primeros en entonar este ancestral rosario que los papones de acera silabeaban al mismo tiempo.
Cerca de una decena de cofradías de la Sobarriba, reunidas previamente en el crucero del Grano, se sumaban al desfile procesional. Participaron la Venerable Orden Tercera de San Francisco, de Villafranca; Nuestra Seeñora del Rosari, de Villaseca de la Sobarriba; Nuestra Señora de als Rutiellas, de Solanilla; Nuestra Señora de la Asunción, de Arcahueja; La Cofradía del Santo Cristo de la Vera Cruz, de Villarroañe; y Santa Eugenia, de Paradilla de la Sobarriba. Los estandartes mostraban con orgullo la conciencia de la comarca ante esta tradicional procesión.
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Carraca y matraca tras cada parada. Corneta para anunciar el rezo. Y otra vez aquello del Dainos, señor, buena muerte. Cerca de una veintena de mujeres, libreto en mano, daban contenido vocal a la música. No necesitaban mirarlo, la inmemorial hacía memoria para rescatar las frases de la pasión.
Dainos, señor, buena muerte
El paso del Dainos, único y suficiente para esta procesión, era portado por 18 braceros que sostentaban esta talla nazarena de túnica morada con la cruz a cuestas. En su lento caminar le seguía el obispo de León, que formó parte del cortejo.
La Banda de las Siete Palabras, con marchas solemnes, ponía el broche tricolor a un rosario leonés que embriaga de sentimiento el anochecer en la ciudad.