Borrar
Leoneses que salvan vidas en el Mediterráneo

Leoneses que salvan vidas en el Mediterráneo

Héctor Perandones y Víctor Rodríguez son dos jóvenes de León que decidieron ir como voluntarios a auxiliar a refugiados que intentan cruzar el mar para dejar atrás hambre, guerra y miseria

s. fernández

León

Domingo, 27 de mayo 2018

Necesitas ser registrado para acceder a esta funcionalidad.

Compartir

Salvar vidas en el mar, con este principio miles de voluntarios venidos de diferentes partes del mundo acuden al mediterráneo para auxiliar y rescatar a personas que huyen de la guerra, del hambre y de la miseria. El conflicto Sirio y la inestable situación de países de oriente medio y África obligan a miles de refugiados a cruzar el Mediterráneo para intentar llegar a Europa.

Vídeo. Víctor y Héctor cuentan a leonoticias su experiencia con refugiados. / N. BRANDÓN

La desesperación a la que se ven sumidos estos exiliados por llegar a tierras del viejo continente es un aliciente para las mafias de tráfico humano, que aprovechan la angustia para cautivarlos, sin dar valor a sus vidas. Hasta con la desesperación se puede hacer negocio. Son muchos los que no logran llegar y pierden la vida en medio del mar, más de 3.000 al año. Otros tienen más suerte y logran alcanzar la costa, pero a pesar de lo que ellos piensan eso no es sinónimo de obtener la libertad. Médicos, bomberos y personas especializadas ponen todo su empeño en auxiliar a estos refugiados, alguno de ellos leoneses.

Se juegan la vida y la libertad, como el caso de los bomberos andaluces, que recientemente fueron declarados inocentes, después de que fueran detenidos en enero de 2016 en la isla de Lesbos mientras realizaban tareas de rescate de refugiados para la asociación Proemaid. A pesar de esto, los leoneses Hector Perandones y Víctor Rodríguez no dudaron en emprender un viaje para socorrer a estas personas.

Situación actual

En 2016 entra en vigor el acuerdo firmado entre la Unión Europea y Turquía por el que toda persona que llegara de manera irregular a las islas griegas sería deportada a Turquía. Este pacto paso a denominarse por muchas ONG como el «acuerdo de la vergüenza» por el cual, para frenar los flujos de refugiados, el Gobierno de Erdogan recibiría 6.000 millones de euros por parte de la UE.

Lo cierto es que la llegada masiva de personas que intentan alcanzar Europa ha disminuido, por ello las asociaciones que trabajan en este lugar han centrado su objetivo en mejorar la calidad de vida de la gente que se encuentra en un campo de refugiados.

Por esta razón, la ONG española Promeaid creó en 2016 el Proyecto Agua que tiene como objetivo que los niños refugiados pierdan el miedo al mar. Un medio que ha sido muy hostil para ellos y del que tienen un recuerdo traumático en la mayoría de los casos. «Muchos niños nunca habían visto el mar antes y su primer contacto con él fue de noche, en una barca atestada de personas, sin saber nadar, mojados y con frío, viendo las caras de pánico de los mayores cuando la travesía se complicaba o cuando el mar se tragaba a alguno de sus familiares», detalla Onio Reina, presidente de esta ONG.

El Proyecto Agua rompe la rutina de los campos sacando un rato a los niños de allí y por otra parte que pierdan el miedo al mar mediante juegos. «Se trata de que se reconcilien con el mar», afirma Onio Reina.

Héctor Perandones, un médico leonés, aprovechó su Erasmus en Hungría para ofrecer sus conocimientos en la estación de tren de Budapest, un campo de refugiados improvisado «que era donde llegaban en tren desde diferentes partes de Europa».

Llegó allí como estudiante de medicina y sus labores humanitarias transcendían más allá de aportar soluciones terapéuticas «Repartía comida, mantas e incluso organizaba diferentes tareas, además de aportar asistencia sanitaria», detalla Héctor.

La mayoría de la gente que pasa por un campo de refugiados son gente joven o familias con hijos pequeños, todos ellos en busca de un mismo objetivo, la libertad. «Uno de los jóvenes que allí se encontraba estaba estudiando derecho en Damasco, cuando una bomba destruyo su universidad y por consiguiente su futuro, su sueño era llegar a Alemania y seguir su formación, tengo constancia de que lo logró», señala este médico leonés, a quien le llamó la atención la preparación que tenían los refugiados que allí se encontraban.

«Me llamó la atención la preparación que tenían los refugiados que allí se encontraban»

Héctor Perandones

Perandones se sorprende al recordar el optimismo de estos muchachos que, a pesar de las injusticias que han pasado, todavía tienen espacio para una sonrisa.

Por su parte, el bombero leonés Víctor Rodríguez estuvo, hace dos años, en uno de los focos más mediáticos y que más ha aparecido en la prensa, la isla de Lesbos. Este pequeño enclave griego, dentro de la peligrosidad que conlleva, se convirtió en una de las vías rápidas de entrada a Europa, por lo que la afluencia de embarcaciones desde que se inició el conflicto hasta hoy ha sido máximo. En pleno auge del conflicto, un grupo de bomberos de Castilla y León formó una ONG, G-Fire, con el objetivo de prestar ayuda humanitaria en el mediterráneo, sin pensárselo dos veces Victor se apuntó. «Mi trabajo lleva en las venas ayudar a otras personas», indica este bombero.

Así es el flujo migratorio en el Mediterráneo

Este profesional se encargaba de recibir a las embarcaciones que llegaban a la orilla, intentando socorrerlas lo más rápido posible, otorgándoles mantas para que entraran en calor y alimentos de fácil digestión que le aportaran nutrientes. «la barca llega prácticamente hasta la orilla y lo que hacíamos era recibirla y sacar rápidamente a toda la gente que se caía al agua. Llegaban con síntomas de congelación, desnutrición, etc.», relata Víctor.

«El problema es muy complicado, nosotros podemos ir a ayudar pero no podemos solucionar el problema, la solución es política»

Víctor Rodríguez

Llegan de noche, cuando no hay luna nueva para no levantar sospecha, en la oscuridad navegan por las aguas, con unos sistemas muy rudimentarios para guiarse. La desesperación vence al miedo, del mismo modo que la luz vence a la oscuridad, ver amanecer ya es un triunfo.

Desde que esos jóvenes emprenden el viaje no reciben ninguna señal de afecto, es algo que destaca Víctor, una simple caricia ya es suficiente para despertar la emoción de esta gente.

El Observatorio de Desplazamiento Interno (IMDC) registró en 2017 un total de 30,6 millones de nuevos desplazamientos asociados con conflictos y desastres en 143 de los 200 países y territorios monitoreados.

El número de nuevos desplazamientos asociados con conflictos casi se duplicó, pasando de 6,9 millones en 2016 a 11,8 millones en 2017. Siria, la República Democrática del Congo e Irak representaron más de la mitad de la cifra total.

Oriente Medio y el norte de África representaron el 38 por ciento de los nuevos desplazamientos asociados a los conflictos y la violencia, con casi 4,5 millones. Los nuevos desplazamientos se concentraron en Irak, Siria y Yemen, todos los cuales la ONU clasificó como emergencias de nivel tres

«El problema es muy complicado, nosotros podemos ir a ayudar pero no podemos solucionar el problema, la solución es política», reflexiona Victor, sobre un asunto que día tras día, sigue cobrándose vidas.

Publicidad

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios