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Imagen de Araceli Vidal, de la mercería Pincha y Cose. L.G
Día Mundial de las Costureras

La costura, un oficio con historia que lucha por no desaparecer

La falta de relevo generacional, el bajo interés por formarse y la escasez de profesionales ponen en riesgo un arte que durante siglos ha acompañado a las familias y vestido la historia

Martes, 14 de octubre 2025, 08:10

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Hay oficios que han marcado generaciones enteras, profesiones sin las que hoy sería imposible imaginar la vida cotidiana. Sin embargo, muchas de ellas están en peligro de desaparecer. La costura es uno de esos oficios: tradicional, necesario y con siglos de historia, pero cada vez menos presente entre las nuevas generaciones.

«Pincha y Cose» es un ejemplo vivo de resistencia. Este negocio familiar, dirigido por Araceli Vidal en el corazón de León, no solo ofrece materiales y servicios de arreglo con la ayuda de tres modistas profesionales, sino que también ha apostado por transmitir el oficio a través de clases y talleres exprés dirigidos a personas sin conocimientos previos. «Durante años he visto cómo decenas de personas se interesan por un sector que el sistema ha ido apagando», reconoce.

La búsqueda de personal cualificado es hoy uno de los mayores retos del sector. «Encontrar buenas modistas es muy complicado. No se trata solo de saber coser, sino de tener mano, de tener ese don. Muchas personas se acercan cuando ponemos un cartel de 'se necesita modista', pero a la hora de dejar bien una prenda se nota quién conoce el oficio desde niño», explica Araceli.

La pandemia supuso un pequeño impulso: «En casa casi todo el mundo tiene unas agujas heredadas de sus abuelas. La gente volvió a coser pequeñas cosas, aunque cuesta que dediquen tiempo de verdad», comenta.

De las aulas al olvido

Durante décadas, la costura formó parte del currículo escolar, sobre todo en los pueblos de la llamada España vaciada. «En el colegio teníamos al menos una hora semanal de costura, y eso era muy útil porque si tenías un roto podías arreglarlo tú mismo. Ahora ya no se enseña y los sitios que hacen arreglos son muy pocos», lamenta.

Imagen de la mercería. L.N
Imagen principal - Imagen de la mercería.
Imagen secundaria 1 - Imagen de la mercería.
Imagen secundaria 2 - Imagen de la mercería.

Conscientes de esta realidad, desde Pincha y Cose decidieron ir un paso más allá y ofrecer «cursos de urgencia»: talleres exprés que se celebran los sábados y en los que participan sobre todo personas sin experiencia. «La participación es muy alta, tanto en los cursos entre semana, con seis plazas por la mañana y seis por la tarde, como en los del fin de semana. Muchos vienen solo para aprender lo básico y terminan enganchándose», afirma Araceli.

Un trabajo exigente pero con futuro

La costura es una profesión minuciosa, que requiere tiempo, paciencia y dedicación. «A veces haces un bajo a mano y el precio que se cobra no compensa las horas invertidas, aunque hay otros trabajos que se pagan mucho mejor», señala. Esta dificultad, sumada a la falta de relevo, ha provocado una escasez de modistas, lo que a su vez garantiza empleo a quienes se dedican profesionalmente a ello. «Es verdad que puede ser un trabajo duro, pero si te gusta, lo disfrutas mucho», asegura.

Aunque la formación puede comenzar con cursos, Araceli insiste en que el verdadero talento nace del instinto. «Hay gente que tiene ese don desde pequeña. Mi hermana ya hacía ropa para sus muñecas. Con un poco de ayuda puedes incluso diseñar tu propia ropa». El perfil del alumnado también está cambiando: «Ahora vienen más jóvenes, incluso chicos, algo que antes no era común. Empiezan por lo básico y acaban quedándose porque les gusta aprender».

Para Araceli, el mayor reto es evitar que la costura caiga en el olvido. «Como muchas profesiones, se está dejando de lado, y es una pena, porque es un oficio creativo, útil y muy bonito. Ojalá todo el mundo supiera hacer sus propios arreglos en casa».

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