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Carlos lleva 53 años trabajando en esta cuchilleria. Video: Sandra Santos

Se busca afilador

Tras 65 años en Burgo Nuevo, la Cuchillería Fermiñán cierra sus puertas por jubilación. Carlos, su propietario, lleva más de dos años buscando sin éxito alguien que 'herede' el negocio

josé mendoza

León

Sábado, 15 de febrero 2020, 09:25

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«José Fermiñán y Hortensia Taboada con su sacrificio y amor fundaron esta casa en 1955». Así reza sobre el mostrador, que reluce repleto de navajas, cuchillos, llaves y un sinfín de objetos de todo tipo, donde están los retratos de los padres de Carlos Fermiñán. A sus 67 años, y tras más de medio siglo detrás del mostrador de esta pequeña cuchillería situada en la céntrica calle de Burgo Nuevo de León, ha decidido que es hora de descansar: «Empecé a trabajar con 14 años, estudiaba en el nocturno porque durante el día estaba aquí. Así que se ha terminado mi etapa del trabajo, me toca disfrutar de mi etapa de júbilo».

Él y su mujer 'Mati', que atiende en el mostrador, llevan más de dos años con esta intención, pero les inunda la tristeza la idea de cerrar. «Hemos puesto anuncios hasta a nivel nacional,nosotros estamos dispuestos a seguir unos meses y enseñar el oficio», señalan, aunque tras muchos meses de búsqueda, han asumido que no hay más remedio que echar el cierre: «Es una profesión muy sacrificada, son muchas horas aquí. Aquí no hay puentes ni vacaciones. Nos gustaría irnos dejando a alguien, pero no encontramos a nadie que se haga cargo de esto», lamentan con pena en el tono. «¿Qué le vamos a hacer?»

Las artesanias pierden terreno en el mundo de los negocios. S.S.

Los escaparates poco a poco se han vaciado, ya cada vez queda menos género, en un local que lleva en su familia desde que él tenía dos años: «Mi padre llegó aquí en el año '55. Desde ese año, tanto mis padres como yo nos hemos dedicado a la cuchillería y al afilado. Después de tanto tiempo, creo que estoy en la obligación de agradecer a la clientela por habernos elegido. Por su lealtad», cuenta Carlos, que asegura que incluso en los peores años de la crisis, nunca faltaron los clientes: «La notamos, pero nosotros siempre trabajamos con marcas muy exclusivas. Nosotros teníamos una solera y una tradición que nos permitió seguir adelante. La gente venía aquí porque buscaba cosas de calidad. Aunque el volumen de venta bajó, pudimos mantenernos», explica el artesano.

La cuchillería lleva 65 años en manos de los Fermiñán. S.S.
Imagen principal - La cuchillería lleva 65 años en manos de los Fermiñán.
Imagen secundaria 1 - La cuchillería lleva 65 años en manos de los Fermiñán.
Imagen secundaria 2 - La cuchillería lleva 65 años en manos de los Fermiñán.

Y es que, el trabajo manual del afilado, arreglar unas tijeras o reparar las cuchillas de una maquinilla de afeitar está en riesgo de extinguirse frente a «la cultura del tirar». Según protesta 'Mati', «la gente compra un cuchillo nuevo en vez de afilar uno que está en perfectas condiciones», un hábito que, además de ser mucho más caro, pues «nuestro trabajo vale ocho veces menos que uno nuevo», hace peligrar estos oficios tradicionales, «y es una pena que se pierdan».

Para la que ha sido dependienta de esta tienda durante varias década, las prisas hacen que la gente prefiera rapidez a calidad. «Hoy en día te afilan los cuchillos con el láser, pero no es lo mismo, así dañan el metal. Es como un mueble de Ikea y un mueble de verdad. Puede ser más barato, pero nunca será lo mismo», compara. Ambos aún tienen esperanza de que aparezca alguien en el último momento y tome el relevo: «Ponlo, porque sería una pena cerrar. Nosotros estamos dispuestos a seguir el tiempo que haga falta para que aprendan el oficio».

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