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María Cortés (i) y Mariluz Cortés. Óscar Chamorro
Un país de contrastes: la mujer

Un país de contrastes: la mujer

Lunes, 22 de abril 2019, 00:10

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  1. María Cortés, estudiante (17 años)

    «Las redes sociales te acercan al resto, pero es más importante el contacto directo»

Cursa segundo de Bachillerato y es la mayor de tres hermanas en una familia bien estructurada. «Me han dado todo hecho. No me han mimado pero no me ha faltado de nada», afirma María Cortés, nacida en 2001. «Agradezco que me dijeran que no algunas veces». Desde los tres años está escolarizada. Siempre en el mismo colegio, las Escuelas Pías de San Fernando en Pozuelo. «La educación que recibo es igual a la que recibieron mis padres», opina. «No ha cambiado nada. En comparación con la de mi abuela ha mejorado bastante. Pero creo que te podrían preparar mejor para el futuro».

Fecha clave

  • 2019 El 8 de marzo se realizó la segunda gran manifestación feminista

Sigue una rutina diaria. Se despierta a las 7:30 horas, su madre la lleva al instituto antes de las 9:00, asiste a seis módulos de clases al día, regresa a pie con una amiga, come con sus padres, hace los deberes. En su tiempo libre, además de estar con sus amigos, lee. En su habitación propia en un luminoso ático de una casa de tres plantas atesora las sagas de 'Los juegos del hambre', 'Divergente', 'Harry Potter', 'El corredor del laberinto' o 'La selección'. Su personaje preferido es Alaska Young, la heroína de un orfanato que su creador, John Green, describe como preciosa, fascinante y autodestructiva. María ve poca «tele normal» aunque confiesa cierta debilidad por los 'reallity' y prefiere las series en 'streaming' como 'Walking Dead' o 'Érase una vez'.

Sabe que quiere estudiar Arquitectura, como su padre. Prepara bizcochos pero no cocina más, y convertirse en ama de casa no se le pasa por la cabeza. «Yo quiero tener hijos, pero primero tengo que sacar la carrera, tener un buen trabajo, algo de dinero y encontrar a alguien», reflexiona. «Estos factores van primero que la maternidad. No voy a tener un hijo estando con mis padres. Si lo crían, sería más de ellos».

La clave

  • Igualdad «Fui al 8M con cinco amigas. El feminismo es defender que la mujer y el hombre deben estar en igualdad. No uno por encima del otro. Yo puedo votar y estudiar pero llega un punto en que a las mujeres no se les ofrece el mismo trabajo que a los hombres. Y hay diferencia en el trato, sobre todo en la ropa. Algunos dicen que si vamos muy arregladas es para provocar».

Usuaria de tres redes sociales -Instagram, WhatsApp y Snapchat-, dice poder hablar sobre un tema distinto a la vez en cada una de las tres plataformas, incluso con la misma persona. «Empiezas una conversación por WhatsApp, luego la misma persona te manda una foto sobre otra cosa por Instagram y empiezas a hablar de otra cosa por el otro chat y juegas parchís en línea con la misma amiga al mismo tiempo», explica. «Las redes te acercan más al resto, pero es más importante el contacto directo. Más que el chat, prefiero el teléfono para evitar confusiones, porque a veces utilizas la ironía y no se percibe el tono». Se expresa con fluidez en inglés y no se plantea quedarse en España si el mercado de trabajo promete mejores condiciones en otras naciones. «El problema no es estudiar, sino el trabajo», dice María. «Ahora hay más posibilidades de irme fuera, porque aquí la construcción ha pegado un bajón grande. Tendré que valorar países de habla inglesa y si tengo que ir a trabajar a otra parte del mundo, me da igual».

Su primer viaje en avión lo hizo con cinco años, con destino a Disneyland París, del que recuerda que no llegaba a la altura mínima para subir a la montaña rusa. Después ha visitado Italia, República Dominicana, Bélgica, Países Bajos, Croacia. Algunos veranos se sube a un crucero, invitada por su abuela. Define su época como «cambiante». «Desde las tecnologías hasta la libertad todo cambia, y va a cambiar más».

  1. Mariluz de Cortés, ama de casa (81 años)

    «De novios, él no me vio en bañador, porque mi primer viaje lo hice ya casada»

Mariluz llegó a Madrid en 1942 con su madre y sus hermanos. Llegaban de Mataró y ocuparon una habitación alquilada en Puente de Vallecas. Mariluz, nacida en la Guerra Civil, iba a por agua a la fuente. Con frío y sabañones, esperaba durante horas el turno para llenar el barreño. «Mi madre tuvo valor para dejar a mi padre e irse sin nada», rememora Mariluz de Cortés, a los 81 años, en su casa decorada con figuras de porcelana y fotos de las comuniones familiares. «Antes los padres no estaban obligados a ver por sus hijos y del mío nunca más se supo. Para alimentarme me daban manzanilla en vez de leche».

Fecha clave

  • 1978 El 6 de diciembre los españoles aprobaron la Constitución

A los nueve años ya cocinaba subida en una silla. Su madre servía en una casa de día, donde fregaba las escaleras de mármol de rodillas, y de noche bordaba. Entre un trabajo y otro, iba a recogerla. «Me llevaba a dar una vuelta a la hora en que la dueña de la casa cenaba y no quería que viera qué comía», recuerda. «A mí me daban una barra de pan duro».

La niña asistía al colegio de las Divinas Pastoras, un centro sólo de chicas con dos puertas. «Por una entraban los que tenían dinero y por la otra, los que íbamos sin pagar. La educación era muy diferente. Aprendí a leer, escribir, sumar, restar. Yo hacía caso a mi madre, no me tenían que castigar ni nada». A los 13 años dejó los estudios y empezó a trabajar. Cosió botones en la intendencia militar, asistió en un taller de modista e hizo alfombras en los telares de la Real Fábrica de Tapices.

A los 17 conoció a José Cortés, tres años mayor. «De jovencita no se salía casi. Sólo los fines de semana y a las diez tenía que estar en casa. Se tenía sólo un vestido para los domingos». Estuvieron cuatro años de novios, él ahorró dinero durante la mili y se casaron cuando ella tenía 21. «Mi luna de miel fue ir al cine, salir para comer un bocadillo y entrar a ver otra película», asegura. «De novios, él no me vio en bañador, porque mi primer viaje lo hice ya casada, a la playa de Alicante», dice Mariluz, que ya cumplió 60 años de casada, y tiene cuatro hijos y nueve nietos. «Estos niños no saben lo que es pasar hambre».

La clave

  • Política «No sé nada de política ni quiero saber, pero sí voté por la Constitución y después en casi en todas las elecciones he votado», dice Mariluz de Cortés. «Antes no había libertad, no se podía ni hablar, pero a mí nunca me pegó la policía porque no me metía en ningún conflicto. El país ha ido a mejor en estos 40 años»

Mariluz, que ahora es aficionada a los cruceros, subió a un avión por primera vez «cuando ya había muerto Franco». Votó por el sí a la Constitución de 1978 y hace 32 años se enfrentó a la violencia de género, cuando supo que un familiar cercano era víctima de maltrato. «Le pegaba y ella no nos decía nada», asegura. «Cuando lo supimos, la apoyamos para que dejase a su marido, nos hicimos cargo de sus hijos, de lo que faltaba pagar de su casa. En esa época tampoco se estilaba separarse».

En Entrevías quedaba su primer domicilio de casada y carecía de servicios. Ella se dedicaba al hogar. «Una se casaba y dejaba de trabajar pero ahora es mejor, la mujer tiene su independencia». José era pocero, pasó a la albañilería y después fundó su propia empresa de construcción. Mariluz le ayudaba con los pagos. «Siempre separaba unas pesetas». Ahorraban. Compraron otra casa, en Portazgo. «Se pagaba muy poco». Durante 20 años se mudaron cinco veces. «Siempre vendimos por el doble de lo que nos costó». Hasta llegar a la casa actual, en la que llevan 40 años, y desde donde ella observa uno de los primeros lugares en los que trabajó de niña. «Y yo que quería perderlo de vista».

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