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Amancio González en su taller, ubicado en la localidad leonesa de Lorenzana. Sandra Santos
Día Mundial de la Escultura

«Los barrios no solo necesitan luz y bancos, también demandan arte»

El escultor leonés, Amancio González, nos muestra su particular visión de cómo se encuentra este arte su Día Mundial

Lunes, 6 de marzo 2023, 08:13

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Pasando Lorenzana nos encontramos con una finca. Se trata del taller del escultor Amancio González, quizás el escultor leonés contemporáneo más famoso y reconocido, tanto dentro como fuera de nuestra provincia, ya no digamos de nuestro país. Tras una puerta de metal, nos recibe el de Villahibiera de Rueda y su gigantesco mastín Tritón. No se sabe quién de los dos se esmera más para hacernos sentir bien recibidos.

Amancio, que sabe perfectamente por qué hemos venido, nos pregunta socarronamente que qué hacemos allí. «Este lunes es tu día», le comenta mi compañera y cámara Sandra. Nuestro protagonista esquiva y nos hace pasar al taller mientras se deshace en disculpas y bromas por el estado en el que se encuentra todo.

Un lugar de creación abigarrado hasta el paroxismo, repleto de esculturas acabadas, recién llegadas de una exposición o que nunca llegaron a terminarse. Un maremágnum de ingenios y piezas de todo tipo de material que dan buena cuenta de quién es el personaje y, sobre todo, cómo ha evolucionado el artista. Bustos de resina blanca, figuras mitológicas en madera, arlequines de metal y hasta un avión cromado son algunas de las piezas que uno se va encontrando cuando se adentra en este espacio de inspiración y arte.

Tras una pequeña visita pedimos a Amancio salir fuera para hacer la entrevista. Este, vestido con las ropas de trabajo y visiblemente despeinado, nos pregunta, una vez más tirando de retranca, que cómo tiene el pelo. No obstante, una vez que comienzan las preguntas, Amancio deja a un lado su divertida socarronería y empieza a esculpir lo que es claramente un discurso muy sopesado sobre el estado de la escultura en León.

-¿Goza de buena salud el mundo de la escultura?

-Comparado a cuando yo era jovencito, sí, sin duda. Disponemos de más herramientas para desarrollar el talento. Se podría decir que son casi infinitas, siendo las impresoras 3D las últimas y más importantes. Además, ahora la difusión de tu trabajo, gracias sobre todo a las redes sociales, te permite dar a conocer tu trabajo desde un rincón perdido de la montaña leonesa. Antes, acceder a las galerías, solo a que te conocieran, era un camino lento, muy costoso y hasta melancólico. No te quedaba otra que ir a Madrid con un dossier bajo el brazo y un 'book' de fotos.

-¿Cómo ves las nuevas generaciones del arte escultórico en León?

-Bueno, ya sabemos cómo es este pueblo nuestro, que a veces le cuesta dar oportunidades a las personas para desarrollar su talento. Aquí no tenemos Facultad de Bellas Artes, por lo que los jóvenes se van a Bilbao o Salamanca. Luego, su inicio en este mundo llega al finalizar la carrera no encuentran primeras oportunidades aquí, no tienen posibilidad de vender su obra y acaban volcándose en otros trabajos.

Conjunto escultórico de Esteban Tranche

Amancio González participa activamente durante estos días en la instalación y colocación en Armunia del conjunto escultórico de su homólogo Esteban Tranche . Según relata González, Tranche ha creado un proyecto para decorar la plaza España de la pedanía leonesa. «Bajo el título 'La Laguna', Esteban reivindica un paisaje infantil compuesto por tres elementos enormes y una serie de ranas que acompañan a la creación. Una forma de mantener la memoria de lo que un día hubo en ese lugar.

-¿Y hay medidas para revertir esta situación?

-Sí, pero para ello nuestras autoridades deberían volcar en revitalizar la cultura.

-¿Cómo?

-Pues en lo que se refiere a la escultura, por ejemplo, generando espacios en la ciudad. Pero no solo en los centros, sino también los barrios. Los barrios no solo necesitan alumbrado y bancos, también demandan arte; quizás incluso más que el centro de las urbes. Por qué no focalizarnos en iniciativas que den oportunidades a jóvenes artistas que estén comenzando junto a autores consagrados; de forma que esos chavales irían de la mano de personas con conocimiento y, a la vez, abriríamos la posibilidad de entender espacios que ya conocemos de otra manera. Porque un parque escultórico rico es otra forma de ver una ciudad.

-¿Y porqué cree que no se hace?

-Hay miedo. Miedo a la escultura. Miedo a escultura que han generado polémicas incómodas para la mentalidad municipal. Pero es que es que la escultura debe crear un debate público, educar a la gente. Ahora bien, la colocación de una pieza en una ciudad no puede realizarse al capricho de una persona, debe haber un comité de personas versadas en el mundo del arte que tomen decisiones con criterio. Gijón es un buen ejemplo de esto que comento.

Amancio González junto a una de sus esculturas. Sandra Santos

Un encierro para volver a la experimentación

Con más de 34 años de carrera a las espaldas , este escultor leonés no renuncia a seguir conociendo, experimentando y reiventándose. Inmerso en varios proyectos de temática funeraria, Amancio González está deseando finiquitar todos sus proyectos y «regresar al taller». «Los artistas debemos, a veces, encerrarnos en el taller y volver a experimentar y disfrutar de lo que tenemos en la cabeza.

Ordenar y tiempo son las palabras que más repite Amancio durante la entrevista. «Mi próximo proyecto va a ser encontrar es ordenar un poco esto, porque...bueno, si lo veis como está, pues es horrible y el perro no ayuda».

-¿Cómo ve el León escultórico de dentro de 20 años?

-Imposible de predecir. Estamos ante una nueva generación criada en lo digital. Es decir, que de alguna manera son la primera generación que no practicó el juego como un ensayo de la vida. ¿Cómo se comportará esa sociedad en 20 años? Quizás tampoco se necesite leer como reto intelectual. Y la escultura es un pequeño reto intelectual; no es gratis, no es comida masticada, una obra exige activar el cerebro.

-Quizás esto no sea tanto un choque de generaciones, sino una nueva forma vida impuesta.

-Lo es. Un estilo de vida que no nos deja tiempo. A mí me pasa. Afirmo con pena que no tengo tiempo para leer. Llegas a casa cansado, contestas algunos correos, preparas algún proyecto. De repente, el sueño se apodera de ti, te levantas pronto y el espejo te retrata: ¿esto es lo que me gusta o no?

En ese instante, Tritón, que lleva demasiado tiempo impaciente observando a su amo, entra en escena, se sube a las piernas de Amancio y comienza a mordisquear su mano de forma juguetona. «Mira el perro, este sigue siendo igual que hace 20 años y seguirá siendo el mismo dentro de otros 20. Necesita el cariño de la gente, y la escultura, pues parece que ya no».

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