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Los veterinarios curan las patas de 'Brasa' en ocutbre de 2012, al mes siguente de llegar al centro de lobo de Zamora.
'Brasa', la loba que sobrevivió al incendio

'Brasa', la loba que sobrevivió al incendio

Rescatada con las patas quemadas después del incendio de Castrocontrigo cuando era aún un cachorro, vive ahora en el centro del lobo de la Sierra de la Culebra

Susana Escribano

Viernes, 24 de junio 2016, 21:15

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No lo hicieron, pero bien pudieron bautizarla Fénix, por el ave que resurge de las cenizas. Se llama Brasa, es una loba y debe su nombre al incendio más pavoroso que ha prendido en Castilla y León en los últimos años. El de Castrocontrigo, que en agosto de 2012 redujo a cenizas más de 11.000 hectáreas en León. Brasa era una lobezna cuando dos días después de que se diera por extinguido el fuego, con el terreno aún caliente, tropezó con unos vecinos que alertaron sobre el estado del animal a los guardias civiles del Seprona y a los agentes medioambientales de la Junta.

Que esté hoy viva y tenga una calidad de vida más que aceptable en el Centro del Lobo Ibérico de Castilla y León, abierto hace unos meses en la Sierra de la Culebra, es un milagro. Separada de su manada por las llamas, había caminado sobre ascuas y tenía las cuatro almohadillas de las patas destrozadas.Tan graves eran las quemaduras que en algunos puntos dejaban el hueso al descubierto. Su estado llevó a los veterinarios del Centro de Recuperación de Fauna Silvestre de Villaralbo, que se ocuparon de ella, a valorar «eutanasiarla» para evitarle sufrimiento.

Optaron por intentar sanar unas quemaduras que recuerdan como «brutales y espeluznantes». Fueron meses de patucos, curas diarias muy difíciles y «muchísimo cariño y trabajo», recuerda Jesús Palacios, responsable del Centro de Lobo Ibérico de Castilla y León. Y Brasa salió adelante contra todo pronóstico. Cuando se puso en pie, el equipo que cuidaba de ella decidió que mantuviera contactos con otros lobillos para atajar la soledad.

La lobezna sobrevivió al fuego de Castrocontrigo, pero no se fue en balde. Tiene buena calidad de vida, pero no pisa como el resto de los lobos, es más esquiva y se ha quedado más pequeña. No puede volver a vivir en libertad y sus secuelas le impiden hacer vida cotidiana con los otros seis ejemplares a los que se han sumado dos cachorros nacidos recientemente con los que cuenta el Centro de Lobo en tierras zamoranas, aunque los profesionales del equipo de manejo facilitan el contacto con los machos como medida que mejora su situación desde el punto de vista del bienestar animal.

Distinta suerte

Brasa ha alcanzado el nivel máximo de recuperación al que podía aspirar con las lesiones que le provocó el fuego. Su cura total no es posible. Fue la primera, pero no el único ejemplar de lobo recuperado tras un incendio. El verano pasado llegó hasta los veterinarios una cría de lobo con quemaduras en las cuatro patas. Le bautizaron Latedo, lugar en el que empezó el fuego que le separó de su manada, a la que el personal de Medio Ambiente localizó.

Las quemaduras eran más leves que las de Brasa y su recuperación fue rápida. Tanto, que se procedió a reintegrarle en el monte, controlado por un localizador GPS. El lobezno apenas sobrevivió un mes y no fueron causas naturales las que provocaron su muerte. Quien acabó con su vida le había enterrado. Gracias al dispositivo para su fijar su ubicación fue encontrado y la necropsia que se efectuó al cadáver reveló que tenía un fuerte golpe en las costillas y que, presumiblemente, había sido sujetado por perros.

Lo que Latedo no pudo lograr en libertad, sobrevivir, lo ha conquistado Brasa en el refugio del Centro del Lobo Ibérico de Castilla y León, que descubre al visitante los secretos de este animal mítico en el corazón de la Sierra de la Culebra. En Robledo, territorio zamorano en la raya con Portugal. Muy, muy cerca de Puebla de Sanabria.

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