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Imagen del libro 'Anatomía de una discordia'.

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Imagen del libro 'Anatomía de una discordia'.

De Palacios del Sil a Mauthausen

Victor del Reguero rescata en 'Anatomía de una discordia' el hilo que une Palacios del Sil con el campo de Mauthausen | El libro se centra en la figura del último alcalde republicano, Elpidio González, que murió en Gusen en 1941

Leonoticias

Ponferrada

Viernes, 17 de julio 2020, 12:23

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El escritor Víctor del Reguero presenta en 'Anatomía de una discordia', su nuevo libro, los acontecimientos que unieron la historia del municipio berciano de Palacios del Sil con los campos de exterminio nazis, donde murió uno de sus más conocidos vecinos de hace un siglo, Elpidio González, el último alcalde republicano de la villa. «Un libro en el que la microhistoria se engarza con la historia del mundo», sintetiza el autor en la introducción.

En ese sentido, el subtítulo del volumen, «De Palacios del Sil al campo de Mauthausen», da pistas sobre la minuciosa radiografía de la vida, la sociedad y los avatares de un pueblo y una época que lleva a cabo Del Reguero, con un relato que se acompaña de múltiples documentos inéditos y fotografías de los protagonistas.

Natural de Villablino, Víctor del Reguero es autor de varios libros merecedores de distintos premios y reconocimientos, entre los que destacan 'Soñadores de libertad', 'Laciana. República, Guerra, Represión' o 'Las gafas del Belga'. Ha sido además director de la revista 'El Mixto', publicada en el valle de Laciana entre 2004 y 2015, y es uno de los fundadores del Club Xeitu, entidad sin ánimo de lucro dedicada a la revitalización de la cultura de la montaña occidental astur-leonesa.

Su nuevo libro, editado por La Memoria del Norte, recorre el tránsito de una sociedad rural a la industrialización provocada por el inicio de las explotaciones mineras, la apertura del ferrocarril y el estallido demográfico que provocó la afluencia masiva de obreros a las cuencas durante el primer tercio del siglo XX.

Hilo conductor

El relato se traza a través de la figura de Elpidio González González, nacido en el pueblo en 1905, hijo del secretario municipal e industrial próspero en actividades tan diversas como la venta de patatas a gran escala, la fabricación de mantequilla o el transporte de mercancías. Dotado de una inteligencia natural, vivió como tantos el desencanto de su generación ante la deriva tomada por la monarquía y a la altura de 1931 asumió el papel de líder de los republicanos de la zona.

La victoria en las elecciones de febrero de 1936 llevó al gobierno municipal al Frente Popular y convirtió a González en alcalde. Ejerció el cargo de último alcalde republicano entre el 25 de marzo y la sublevación del 18 de julio, durante apenas cuatro meses.

Esa condición le convirtió en enemigo de un grupo de vecinos de tendencia derechista y monárquica, cuyo cabeza era el médico José Sabugo. Ambos protagonizaron algunos encontronazos a raíz de la caza en la etapa final de la dictadura de Primo de Rivera, ya que los montes de la zona albergaban una de las reservas cinegéticas más importantes de la Cordillera Cantábrica. El capítulo más extenso y que da título al libro es una crónica minuciosa de los orígenes de esas desavenencias que desembocaron en episodios de violencia durante el año previo al estallido de la Guerra Civil.

Una vez estalla el conflicto armado, durante la primera semana de agosto, varios derechistas fueron detenidos y llevados a Asturias, donde terminaron asesinados. Entre ellos, destacan nombres como el del médico José Sabugo, el de su cuñado Constantino Magadán y el del maestro Nicanor García.

Entretanto, los republicanos, con el alcalde González a la cabeza, se refugiaron en los montes para escapar desde allí a Asturias y más tarde a Francia, con destino a los campos de refugiados de Cognac y Angulema.

El estallido de la Segunda Guerra Mundial y la invasión alemana terminó convirtiendo a González en uno de los 927 ocupantes del famoso convoy que, en agosto de 1940, condujo hasta el campo de concentración de Mauthausen, en Austria, a los que fueron los primeros españoles deportados a los campos de la muerte nazis. González ingresó el 24 de agosto de 1940 en Mauthasen como prisionero, con el número 4.180 y el triángulo azul de los apátridas, con la S que distinguía a los españoles.

Durante un año, ejerció como mano de obra esclava junto a miles de compañeros de cautiverio hasta que sus problemas de salud obligaron a trasladarlo al campo de Gusen, donde iban a parar los impedidos y enfermos que ya no servían para trabajar para el III Reich. Allí murió el 29 de septiembre de 1941 y allí se incineró su cuerpo, en los famosos crematorios del propio campo.

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