Cinco generaciones de mujeres vilechanas «de pura cepa»
El 29 de marzo Encarna, de 93 años, conocía finalmente a su tataranieta Valentina de solo cinco meses | Su bisabuela, abuela y madre, todas descendientes de Encarna, vivieron el reencuentro tras un año de pandemia como «uno de los momentos más bonitos de nuestra vida»
Primero fue la timidez, pero al momento llegó la devoción. Los 93 años que separan a Encarna y Valentina parecieron disiparse cuando cruzaron las miradas. Entre juegos, curiosidad mutua y sonrisas, la anciana fue descubriendo a su tataranieta, un momento «mágico» en el que, por un instante, el mundo pareció detenerse para cinco mujeres con una historia especial.
El 29 de marzo de 2021, después de más de un año de pandemia, con las visitas a las residencias de ancianos restringidas y la llegada el 20 de octubre de Valentina al mundo, tres mujeres se preparaban para un encuentro «que soñé desde que supe que estaba embarazada» pero que nunca llegaron a esperar que fuera tan especial.
La reunión tuvo lugar a las puertas de la residencia de Vilecha, donde Encarna vive desde que su marido falleciera en 2012 y su hogar desde que le alcanza la memoria. Con cuidado, Alba sacó a la pequeña Valentina de su sillita, bajo la mirada atenta de su madre Eli y su abuela Mari.
Una nana y mucha emoción
«Se la puse delante y al principio mi bisabuela no la miraba, estaba un poco desubicada porque el tema del covid al final le ha pasado factura como a todos, aunque ella lo pasó totalmente asintomática», cuenta la joven de 26 años. «Poco a poco se fue fijando en ella y tuvieron una conexión y con gestos buscaba comunicarse con ella».
Pero el momento más especial llegó cuando Encarna, con graves problemas de audición desde pequeña, comenzó a cantar una nana a su tataranieta. «No pudimos reconocer la canción porque cantaba muy bajito pero fue un momento precioso, vimos en ella vitalidad y a todas nos emocionó mucho», recuerda Alba, que riendo emocionada sentencia: «no había pañuelos».
Ejemplo de vida
Con Valentina son cinco las generaciones de mujeres de la misma familia, todas con la sangre de Encarna, que han tenido «la inmensa suerte de aprender de una mujer luchadora, que ha sido un ejemplo para toda la familia y que siempre ha estado ahí para todos».
«Es algo precioso porque todas somos descendientes de mujeres, nos encanta estar juntas y vivir este momento tan bonito nos ha unido más si cabe», nos dice Alba al teléfono, y termina: «mujeres al poder».
La foto de Encarna (93), Mari (73), Eli (56), Alba (26) y Valentina (cinco meses) será un recuerdo al que asociar la infinidad de historias que la pequeña escuchará de la que fue su tatarabuela, un homenaje a la fuerza, el valor y el cariño familiar de las mujeres que precedieron a la nueva generación.