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Juan estrecha la mano de Antonio en presencia de la mujer de este, en la Plaza de las Cortes. Inés Santos

El día en el que Juan y Antonio volvieron a nacer

Día mundial de la donación de órganos ·

Con un recuerdo muy especial para la familia de aquellos por los que están hoy aquí, Juan y Antonio recuerdan como fueron trasplantados de riñón y corazón, en una intervención que les permite seguir soplando velas gracias a una sanidad volcada en mejorar la vida de los demás

Nacho Barrio

León

Lunes, 14 de octubre 2019

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Antonio y Juan han quedado esta tarde en una céntrica plaza de León.

No se conocen, nunca se han visto pero tienen en común una historia que les une. Y una cicatriz que les recuerda que un día empezó todo de nuevo cuando no lo esperaban. Cuando las fuerzas flaqueaban demasiado y las esperanzas, con dos paradas cardíacas incluidas, no invitaban a soñar entre las paredes blancas de un Hospital.

Tras el apretón de manos de rigor, comienza la conversación. Juan cumple cuatro años y Antonio, 16. No es que sean dos chavales que aparenten más (sólo en lo físico), sino que marcan esta edad contando desde el día en el que la vida y una familia a la que no conocen (es lo que recomiendan los médicos, confiesan) les dio otra oportunidad.

A Juan fue un riñón nuevo el que le devolvió la energía para vivir el día a día y Antonio recuerda cómo le cambiaron el 'motorín', como comenta con humor. Dos historias de trasplantes que son un buen ejemplo en el Día Mundial de la Donación de Órganos, Tejidos y Trasplantes.

Antonio Carrasco tiene 80 años, lleva 16 como trasplantado y se somete a su 'ITV' particular (como él la llama) una vez cada seis meses. Cuando recuerda cómo empezó todo, a Antonio le tiembla la voz. «Todo iba muy bien, estaba viviendo una vida normal pero de repente empecé a sentir ahogos, fue como un catarro, una bronquitis», rememora sentado en la Plaza de las Cortes.

A partir de ahí tocó ir al médico, que le derivó al cardiólogo, que no dudó en enviarle al Hospital. Allí le hicieron un cateterismo y en una ambulancia medicalizada le llevaron a Valladolid. «Me hicieron todos los estudios pertinentes durante un mes, hubo que esperar hasta el 21 de agosto, cuando llegó el corazón, y el 22 de agosto de 2003 me hicieron el trasplante».

Aunque su operación tuvo lugar en 2015, la historia de Juan Antonio Iglesias empezaba en 2011, cuando le detectaron una creatinina muy alta y le mandaron al nefrólogo. Una biopsia mostró que sus riñones se secaban y no hacían la filtración correctamente. Tras cuatro años con un régimen bastante estricto en la alimentación y algo de medicación logró hacer vida normal, «pero al cabo de esos años me detectaron que tenía la filtración muy baja, por lo que tenía que entrar en diálisis», confiesa.

Dos experiencias, una misma causa

Me llamo Antonio Carrasco, tengo 80 años y hace 16 que me trasplantaron

Me llamo Antonio Carrasco, tengo 80 años y hace 16 que me trasplantaron

«Lo único que puedo decir es que mi donante es de Trobajo. Nos recomiendan que no conozcamos a la familia por las reacciones que podamos tener tanto ellos como yo mismo, pero estaré agradecido eternamente a su familia. El 22 de agosto no celebro nada, me acuerdo más de la familia de mi donante».

Soy Juan Antonio Iglesias y estoy trasplantado de riñón

Soy Juan Antonio Iglesias y estoy trasplantado de riñón

«No sé quién me donó el riñón, solo sé que murió en el Hospital por una parada cardíaca y donó todos sus órganos. Uno de los riñones se lo donaron a otra persona que conozco y con el que sigo teniendo relación. A la familia del donante se lo agradezco infinitamente, sin él no hubiera vivido la boda de mis dos hijos, que fue una felicidad total».

Tras unos cuantos meses entró en lista de espera para el trasplante. «Después de la operación tuve problemas, porque es una operación dura y complicada, me dieron el alta después de mes y medio pero a los meses tuve una recaída bastante fastidiada, mi riñón funcionaba perfectamente pero seguía mal. Tras varias pruebas empecé a dar paseos y a recuperarme poco a poco, me cambiaron la medicación de los inmunosupresores y a raíz de ahí cada día fui a mejor y ahora estoy fenomenal», comenta con vigor.

Una vida nueva

Ambos recuerdan que la fase de recuperación no fue sencilla, pero los dos salieron victoriosos. Según avanza la conversación Antonio y Juan ya tienen más en común que muchos otros conocidos. La mujer de Antonio asiste a la charla, mira con cariño a su marido y entiende a la perfección por lo que han pasado ambos. Ella fue un pilar fundamental en un proceso que cambio la vida de ambos.

«La medicación es muy agresiva, me la han cambiado alguna vez, pero aquí estamos», comenta Antonio que recuerda que las tomas las lleva «a rajatabla», no ha vuelto a fumar «por supuesto», beber nunca ha bebido, la comida muy metódica, la sal ni verla «y prácticamente el dulce lo mismo».

Atrás quedan los malos tiempos. «Cuando estuve ingresado después de la operación me quedé en 54 kilos y no era capaz ni de afeitarme de pie, ahora me veo y nadie diría que tengo una enfermedad», comenta Juan, que recuerda con emoción como la operación le ha permitido asistir a la boda de sus dos hijos mellizos. «Fue casi la felicidad completa».

Claves también han sido los colectivos, como Alcer, que han dado cobertura a esos duros momentos. «Cuentan con un grupo de ayuda psicológica que es importante, porque a nivel mental también hay que recuperarse», apunta convencido Juan.

Celebrar... Relativamente

Cada 22 de agosto Antonio recuerda cómo volvió a nacer... Pero hay poco que celebrar «Me acuerdo más de la familia de mi donante, a la que estaré eternamente agradecida, que del trasplante. Ahora veo la vida de distinta forma, aparte de por el trasplante por la propia vida y la edad, veo las cosas con mucha más tranquilidad y procuro ser más objetivo», confiesa.

Juan tiene un mensaje claro. «A la gente que está con enfermedades renales les diría que no hay que preocuparse, hay que ocuparse de la enfermedad, hablar con los nefrólogos y los médicos, hay profesionales muy buenos y con su ayuda podemos salir adelante a pesar de las dificultades».

El agradecimiento es extensible en ambos casos a la sanidad. «Desde mi experiencia les diría que tengan mucha fe, que los médicos que tenemos en Castilla y León y la unidad de trasplantes es maravillosa, tanto los médicos como las enfermeras como todo el personal de la 7ª Sur, donde está la unidad. Al final es que tengan fe, que lo mismo que hemos salido los demás saldrán ellos, la vida sigue», defiende Antonio.

Una marca en el cuerpo les une, pero la historia que esconde la cicatriz les recuerda que un día en el que fallaron las fuerzas, volvieron a nacer.

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