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Mohammed Nasri llegó a España huyendo de la guerra en Siria.
«Tenía miedo a salir de casa porque nunca sabías si ibas a volver»

«Tenía miedo a salir de casa porque nunca sabías si ibas a volver»

Mohammed Nasri, un refugiado sirio que vive en Madrid, cuenta cómo huyó del horror de la guerra con 17 años | Ahora acaba de cumplir el sueño de traer a su familia y persigue otro: convertirse en futbolista

Rosario González

Sábado, 16 de abril 2016, 07:13

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Mohammed Nasri es un refugiado sirio, tiene 21 años y lleva más de tres viviendo en España. En 2011, cuando acababa de cumplir los 16, estalló la guerra civil en su país de origen. Un año después, en julio de 2012, los rebeldes que luchaban contra el régimen de Bachar El Asad llegaron a Alepo, la ciudad donde residía Mohammed con su familia. Tras meses de asedio y miles de muertos en las aceras, para diciembre los rebeldes habían logrado controlar el territorio. "Un día nos fuimos a dormir y al despertar había mucha gente en la calle; eran grupos rebeldes que habían tomado la ciudad. Yo tenía 16 años. No sabíamos quiénes eran ni quién los enviaba, sólo que llegaban de fuera de Siria para robar y llevarse lo que podían", recuerda el joven su primer contacto con el horror de la guerra.

Sus únicos recuerdos de ese año de infierno se reducen al miedo. Miedo a salir de casa porque "nunca sabías si ibas a volver o no". Su vida, la de su familia y la de su ciudad se paralizó. Se suspendieron las clases, y poco a poco dejaron de funcionar los comercios, las instituciones y los servicios básicos como la luz o el agua. Estaban solos en una ciudad asediada por las bombas, los misiles y las balas de los invasores primero, del Estado Islámico después y finalmente de quienes pretendían echar a los rebeldes del país; un lugar donde el único futuro al que podían aspirar era sobrevivir al horror y al fuego cruzado. Enseña unas imágenes de Alepo antes y después de la guerra. No queda nada. La ciudad es un cementerio de escombros.

Por su edad, Mohammed corría peligro como objetivo de los grupos rebeldes, que secuestraban a jóvenes como él para alistarlos a la fuerza en su lucha. Su padre, mecánico de ascensores y trabajador durante varias temporadas en España antes de la guerra, decidió que Mohammed debía abandonar Siria para garantizar su seguridad. Le consiguió un pasaje de avión a Líbano, donde tramitaría un visado de turista a través de la embajada española. Después, pasando por Turquía, llegó a Barcelona. Desde España fue enviado a Suecia, para recalar finalmente en Madrid, el destino definitivo de este refugiado sirio. Aquí lleva "tres años y cinco meses", precisa Moha (leído Moja), como le llamaban sus amigos.

Recuerdos dolorosos

Su día a día en Alepo antes de la guerra no distaba demasiado del de un chaval cualquiera en un barrio europeo cualquiera. Compartía la casa familiar con sus padres y sus tres hermanos, cursaba Bachillerato en el instituto y en su tiempo libre entrenaba con su equipo de fútbol (el Al-Ittihad, uno de los clubes más exitosos del país con seis victorias en la Liga Premier y nueve copas nacionales), su gran pasión, jugaba a videojuegos y pasaba tiempo con su novia, Sara, la primera víctima que la guerra se cobró en su entorno más cercano. Mohammed pasa de puntillas por los recuerdos dolorosos, como éste, y sin entrar en detalles informa de que una bomba mató a Sara y a su familia mientras almorzaban en el salón de su casa, una vivienda cercana a la suya.

Mustafá, su mejor amigo, tampoco sobrevivió a la guerra por culpa de otro proyectil que lo interceptó mientras caminaba por la calle, aunque de esta pérdida se enteró cuando ya vivía en España. Otros amigos sí lograron escapar del horror y ahora tratan de buscar un futuro diseminados por varios países europeos mientras rastrean las redes sociales en busca de información sobre sus seres queridos. "He perdido a mis amigos y a mi novia por bombas que ni sabíamos de dónde venían. He salido de mi país para olvidar, para no pensar en imágenes como la de Sara muerta en el suelo y poder encontrar un futuro".

Cuando Mohammed salió de Siria, la precaria situación del país se complicó aún más con la llegada del grupo terrorista Daesh (autodenominado Estado Islámico). Un conflicto que se extendió a Europa con los terribles atentados en París y Bruselas reivindicados por los yihadistas. Mohammed, que siguió las noticias desde Madrid, ahora evita informar a los desconocidos de su origen sirio porque teme que la gente confunda a los musulmanes con los terroristas de Estado Islámico. "Ellos no son musulmanes, sólo utilizan el nombre para hacer lo que quieren y que otros piensen que los musulmanes son malos".

Una «vida nueva» como objetivo

Cuando Mohammed llegó a España fue derivado al Hotel Welcome, donde la Cruz Roja gestiona la acogida de emergencia hasta que se le asigna un piso de acogida. Finalmente, le fue asignado un espacio en una vivienda gestionada por la Fundación La Merced. El procedimiento de acogida a los refugiados se inicia con la solicitud de asilo y, una vez resuelta, se concede la protección subsidiaria y una tarjeta de residencia de cinco años que le permite vivir y trabajar en el país, según explica Santiago Gómez-Zorrila, miembro del Área de Campañas y Comunicación de Accem, una ONG especializada en la "atención a personas refugiadas, migrantes y en situación o riesgo de exclusión" y una de las tres organizaciones especializadas en la atención a solicitantes de protección internacional que gestiona un total de 572 plazas de acogida.

El drama del refugiado, en datos

  • -En 2015 se registraron en España 14.595 solicitudes de protección internacional frente a las 5.952 de 2014. Un 145% más, según datos de Eurostat.

  • -Por nacionalidades, los principales solicitantes en Espaa fueron personas originarias de Siria (5.720), Ucrania (3.345) y Palestina (805).

  • - En el conjunto de la Unión Europea, el número de solicitudes en 2015 fue de 1.321.600 y procedían de Siria (362.800), Afganistán (178.200) e Irak (121.500).

  • -Por países de acogida, en 2015 destacaron Alemania (441.800), Hungría (174.400) y Suecia (156.100).

  • - De la cuota de 16.000 refugiados que España se comprometió a asumir, han llegado 18, en su mayoría ciudadanos eritreos redirigidos desde Italia.

  • La mayoría de los refugiados que llegan a Europa lo hacen a través de los aeropuertos y por la valla de Melilla, nos explica Santiago Gómez-Zorrilla, desde ACCEM. En verano, la ruta del Egeo cobra protagonismo. Una de las rutas consiste en llegar a Turquía, lograr un vuelo hasta Marruecos e intentar allí la entrada a España. Otra ruta que cobra protagonismo es lograr la entrada a Finlandia a través de la frontera con Rusia.

Su objetivo desde que abandonó Siria ha sido el de comenzar una vida nueva. Durante estos tres años y cinco meses, Mohammed ha aprendido español y ha realizado varios cursos de formación profesional en hostelería y comercio. También logró un contrato temporal como camarero que le permitió durante una temporada enviar dinero a su familia. Admite que lo más duro de su llegada fue la incomunicación. Durante meses no tuvo información alguna sobre su familia, que sobrevivió a la guerra durante tres largos años hasta que Mohammed logró reunirlos en España.

Su hermano mayor logró huir a Suecia, donde reside actualmente, mientras que sus padres y sus dos hermanos pequeños permanecen en un centro de acogida en Madrid a la espera de poder permitirse un piso de alquiler en el que volver a convivir como una familia. Mohammed recuerda emocionado su llegada a España, las lágrimas de su madre, la mezcla de alegría y tristeza y cómo apenas reconocía a sus hermanos menores, un chico de 17 y una chica de 10 que han crecido en la distancia y traen el horror en los ojos.

Cuando le preguntan cómo imagina su futuro lo tiene claro: ser futbolista. Se sonroja cuando le preguntan por su nivel de destreza con el balón, aunque termina por asentir con la cabeza y sonreír. "Soy muy bueno -admite con timidez-, en mi país jugaba bien y metía muchos goles". Fantasea con la idea de llegar a jugar en equipos grandes como el Real Madrid o el Barça, aunque su mayor ilusión sería ver el final de la guerra para volver a su casa y convertirse allí en profesional.

¿Volverías a Siria?

Claro, al final es mi país.

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