Los 'Cristos' del Paso de la Agonía

En 1973 una imagen «modernista» entre otras doce de corte clásico procesionó el Viernes Santo ante la expectación y el asombro del público que se agolpaba en las aceras de las calles sombrías. Escoltada por la Academia Básica del Aire y soportada por 38 bracecos, la talla del escultor leonés Laureano Villanueva rompía el aire frío de una mañana primaveral. Solo la luz de los cuatro faroles (remedo de la luz de los Cuatro Evangelistas) iluminaba su rostro.

En este año 2023 se cumple el 50 Aniversario, desde que el PROA recogiera en negro sobre blanco la presentación en sociedad de una talla en madera de abedul que fue bendecida por el Sr. Obispo de la diócesis, Luis María de Larrea y Legarreta. En aquella ocasión «el Seise de la cofradía Martín-Granizo pronunció unas palabras en las que exaltó el trabajo del escultor, Laureano Villanueva Gutiérrez, y describió la figura tallada como una figura moderna muy acorde con el tiempo que vivimos […] en ella queda reflejada la muerte de Jesús sin alegorías, sino de una forma serena y majestuosa».

Quienes no han llegado a la senectud desconocen que antes de este «cristo modernista» en el año 1957 se incorporaba a la procesión del Viernes Santo un «nuevo Crucificado» que representa la muerte de Ntro. Señor en la Cruz, y para ello se recurrió a la magnífica imagen que el escultor gallego Gregorio Fernández hiciera para la capilla que había fundado la Familia de los Balderas en la Iglesia de San Marcelo. En este paso, con el nombre de Sto. Cristo de la Agonía, desfiló hasta 1968 el prodigioso crucificado en la «procesión de los Pasos» organizada por la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno (fundada en León en 1611). Desde 1962, el uso de la imagen había sido fuente de problemas, pues la Cofradía de las Siete Palabras que se fundaba en ese año, con sede canónica en la misma iglesia, también quería procesionarla.

El escultor español del Barroco, heredero de la expresividad de Alonso de Berruguete y Juan de Juni, había realizado una obra de arte que recorrió el itinerario previsto, por el casco antiguo de la ciudad de León, hasta que el prelado de la diócesis tomó la decisión salomónica de prohibir que volviera a salir en procesión, alegando su mal estado de conservación. Ello llevó a la Cofradía de las Siete Palabras a encargar una copia y a la del Dulce Nombre de Jesús Nazareno a intentar encontrar otras soluciones al problema planteado.

Llegamos así al año 1969. En el Acta que se levantó el 29 de octubre, cuando se reunió en el reservado del Bar Besugo la Junta de Seises de esta Cofradía, siendo abad Miguel Martín- Granizo (1969-1970), se dice que en la «procesión de los Pasos» de ese año salió el «Sto. Cristo» propiedad de la Cofradía de Angustias, pero «no podrá figurar en nuestro desfile de 1970 porque también sale, por ser año par, la citada Cofradía de Angustias y Soledad […] Se habla en principio de los Cristos de Gregorio Fernández existentes en Grajal de Campos y en San Pedro de las Dueñas, pero el Abad manifiesta al caso que lo más conveniente para nuestra Cofradía es hacer un nuevo Cristo de buena línea y factura…».

Mientras se busca una solución definitiva, la necesidad se impone y a finales de febrero del año 1970, con la Semana Santa en el horizonte, se realizan gestiones directas con la Rvda. Madre Abadesa, Benita Díaz Pérez y otras monjas benedictinas de San Pedro de las Dueñas para procurar la cesión (con donativo espontáneo) de otro Cristo de Gregorio Fernández. Es seguro, por tanto, que este «Cristo Muerto» procesionó ese año, pero en Ruegos y Preguntas se consigna que «Con este motivo y para buscar una solución definitiva para nuestro «paso» […] el Abad (Miguel Martín-Granizo) presenta a la consideración de los Seises la maqueta de un nuevo Cristo. Informa que previamente a todo lo expuesto había hecho unas gestiones con los escultores leoneses Maximino Yugueros y Laureano Villanueva, que trabajan conjuntamente, por si fuera posible construir un Cristo nuevo para la Cofradía».

Dos años faltan para que el «Cristo modernista» vea la luz sagrada del Viernes Santo y, entre tanto, la preocupación por hallar una imagen que pudiera procesionar temporalmente va in crescendo. El tiempo apremia y la solución se busca más cerca, en el propio León. Las gestiones realizadas ante el Cabildo de la Real Basílica de San Isidoro dan sus frutos y en su nombre el M.

I. Sr. Abad prior de la misma, D. Antonio Viñayo, comunica al Abad de la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús Nazareno «la concesión de un Cristo de gran valor (una réplica del Cristo de los Barrios de Luna) que figura en el Museo de aquella Colegiata, dando al mismo tiempo toda clase de facilidades para que este año pueda formar parte de la mencionada procesión…». Será, por consiguiente, el «Cristo de los Barrios de Luna» (la réplica isidoriana) el «cuarto paso» (del latín: passus «escena, sufrimiento») que salga en procesión, durante los años 1971 y 1972.

En el Acta de la Junta de Seises de 1972 se vuelve a mencionar el deseo de adquirir un «Cristo de la Agonía», y para opinar «sobre este asunto nadie mejor que el Seise Martín-Granizo, para lo cual pide la palabra con el fin de informar de lo que hay sobre este particular manifestando que, en más de una ocasión se ha debatido si había de ser un «Cristo de la Agonía» o un «Cristo Muerto», acordando que quede pendiente este asunto…». No será hasta el siguiente año, cuando en el Acta con fecha 2 de abril de 1973 se diga que toma la palabra el Seise Miguel Martín-Granizo «facilitando a la Junta de Seises cuantos informes y pormenores son inherentes a la nueva imagen del «SANTO CRISTO DE LA AGONÍA», de la cual es autor el leonés don Laureano Villanueva Gutiérrez, a cuyo final (de lo expuesto) la Junta de Seises le manifiesta su agradecimiento por la extensas gestiones que en tal sentido ha llevado a cabo».

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