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Imagen tomada en una de las primeras procesiones de El Encuentro. Noelia Brandón

1959, ¡Cristo ha resucitado!

La Hermandad de Jesús Divino Obrero celebra este año el 60 aniversario del paso de la Resurrección de Víctor de los Ríos, un conjunto escultórico que marca una transición en la religiosidad y que se encarga de poner el colofón a la Semana Santa leonesa

RUBÉN FARIÑAS

León

Jueves, 11 de abril 2019, 09:20

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Víctor de los Ríos salpicó la Semana Santa de León de obras de arte. Tallas sin las que no se entendería la esencia pasional de la ciudad.

La Sagrada Cena, el Descendimiento... u otro conjunto escultórico como la Resurrección, paso que marca una transición en la religiosidad, donde empieza todo, donde finaliza la pasión y la muerte de Jesucristo, y que este año cumple 60 años desde su primera salida en procesión, en el año 1959.

El encargo al escultor se hizo en 1958 y fue en la siguiente Semana Santa cuando, con un recorrido diferente al actual, se realizó la Procesión del Encuentro, con el acto de la resurrección llevado a la plaza de la Inmaculada y saliendo el desfile desde la iglesia de Renueva.

Los inicios de la penitencial del Obrero fueron con la Virgen de las Lágrimas, prestada desde otra cofradía. Más tarde se encargó el paso de las 'tres marías', con la Soledad; y, posteriormente, con la llegada del paso de la Resurrección se pudo celebrar el encuentro entre la Madre y el Hijo.

Al trasladarse la Hermandad de Jesús Divino Obrero al barrio del Ejido, la procesión del Domingo de Resurrección toma su actual trazado y lleva su momento culmen ante la imponente Catedral de León. Un acto en el que la emoción se desborda. «Está acompañándote la música, el pregón, el momento de levantarse el capillo; es algo muy emocionante. Siempre tienes la vista del Resucitado, delante de ti, y sabes que lo que tienes encima tuyo es la Soledad. Eso hay que vivirlo», asegura el abad-presidente, Juan Cristóbal, que también es bracero del paso de las 'tres marías'.

El paso de la Resurrección

El paso lo compone Jesús resucitado, en la cumbre y con cara de paz absoluta; el ángel que se sitúa a los pies de Cristo y sobre la cueva; y la parte terrenal con los tres romanos que expresan entre sorpresa y somnolencia.

La dimensión del mismo hace imposible para la hermandad su traslado a hombros y, junto a la Cena y dos pasos de las Siete Palabras, son los únicos que van a ruedas de toda la Semana Santa leonesa.

Llevarlo a ruedas tiene dos motivos: sólo el Cristo mide 1,85 metros y a eso hay que sumarle la cueva y el trono, con lo que se alcanzan los seis metros. Si a eso se añade los hermanos de puja no podrían ir por las calles de León. «El Cristo no está preparado para ir así. La sujeción es a través de una barra que entra por el pie y va a la cintura. Se hizo así y no aguantaría el movimiento de la marcha del paso», explica uno de los encargados de trasladar este conjunto escultórico cada Domingo de Resurrección.

Rafael Fidalgo es el bracero más veterano del 'resucitado'. Él tomó esta función en los 70 y el resto de hermanos que le acompañaban han fallecido. Más de 40 años empujando la imagen le ha dado para muchas anécdotas. Una de ellas coincide con el trabajo del equipo de montaje para que la cueva bajara y subiera. «El primer año, en Puerta Sol, donde hay que empujar el paso; todos los años una señora se asomaba para mover el tendido eléctrico, la gente lo estaba esperando y el conductor dio a un botón y bajo solo. Me acuerdo de la cara de asombro de la gente que veía la procesión».

Las celebraciones se agolpan en el Divino Obrero este año. Al 60 aniversario de la Resurrección se une la misma efeméride con su singular Banda, la primera en desfilar bajo capillo con cornetas y tambores, y las bodas de plata del paso de San Juan.

La Hermandad del Ejido ya prepara sus actos procesionales de 2019. El primero de ellos les llevará hasta La Bañeza y será en el segundo fin de semana de la Pasión cuando la Soledad y El Encuentro despidan una Semana Santa muy especial para los papones de blanco y morado.

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