Quiero poner de manifestación que he proponido

Hemos visto lanzar pedruscos a la cabeza de policías y acometerlos como en justa medieval, señal en mano y montados en una moto

Eduardo Fernández

Miércoles, 24 de febrero 2021, 10:43

Tengo un amigo que enardecido por ver en bucle vídeos de los bárbaros que cargaban contra la policía estos días en Madrid y Barcelona, hermanadas en burricie cuando quieren, al salir de trabajar se fue contra una concentración-cacerolada de los hosteleros, creyendo que era una alegre compaña de admiradores del tal Pablo Hasel, gaznápiro por antonomasia entre una caterva de rastracueros que aprovechan cualquier ocasión para hacer lo que mejor saben, que es demostrar que su única neurona sólo vale para tirar adoquines, alegoría de sí mismos.

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Hemos visto lanzar pedruscos a la cabeza de policías y acometerlos como en justa medieval, señal en mano y montados en una moto. Proezas dignas del más alevoso de los cobardes. Querer disfrazarlo de apoyo a la libertad de expresión es una ofensa para quienes han dado su vida en defensa de la democracia y una burla para los periodistas que se la juegan en países donde la democracia es una utopía. Que en León sean los comunistas los que pasean pancarta hablando de opresión, eso sí, les confiere el plus de saber de lo que hablan, después de décadas causándola sin fronteras por medio mundo. En momentos en que la historia ha dejado paso a la memoria y la objetividad a la media verdad de la opinión, quienes han gozado toda su vida de las ventajas de una democracia avanzada y consolidada la utilizan para decir tonterías desde la tranquilidad que les confiere la libertad de expresión, de reunión y de manifestación que la Constitución consagra. Derechos sí, pero obligaciones no, podría haber sido igualmente su lema. Porque el respeto a los derechos ajenos es para semejante hato un añadido prescindible.

Si alguien utilizase su libertad para desear que en prisión maltraten, sodomicen y se carguen al hombrecillo ese que rapeaba lo de «no me da pena tu tiro en la nuca», los de la pancarta de la opresión enronquecerían llamándole fascista. Alguno, con más dificultades para diferenciar una opinión política de otra que para distinguir dos amebas similares, probablemente me lo llame a mí, que soy ideológicamente tan parecido a un fascista como físicamente a un bailarín de la Compañía Nacional de Danza. Para todo totalitario en ciernes los que no piensan como ellos son unos fascistas, aunque sean de la Komintern. Fascismo y comunismo son dos totalitarismos incompatibles con el respeto a los derechos humanos que una democracia proporciona en León y, si fuese posible, que no, en Pekín y Pionyang, dos dechados de respeto a la oposición que estos jóvenes comunistas leoneses hacen suya por las calles de nuestra ciudad.

Aquí el que va a la trena, o es hampón o lo ha intentado. No se va por pensar de ningún modo, sino por delinquir. Y ni hay presus politics ni gilipolleces semejantes. Pero sí insurgencia de pacotilla. En una sola semana hemos visto a un mamarracho gritar que el fascismo es alegría y a otros enrollarse en la pancarta comunista, contra la opresión, oigan, que es un sarcasmo mayúsculo. A los de la democracia formal como yo, ya se sabe, atrabiliarios que quieren que se vote y se viva en paz, y a los que los apellidos de la democracia nos molestan igual si es popular o si es orgánica, los dos son aspirantes a hampones, pero sin los huevos para ponerse a trabajar para salir de la que vive el país, que eso sí es a la vez patriotismo e internacionalismo fraternal. Que el fascismo sea alegría se lo dice el imbécil autoritario a los de las cámaras de gas, a los de la represión franquista y a los que tiraban desde los aviones de la operación Cóndor. Que el comunismo combata la opresión se lo dicen a los de la Gran Purga, a los del gulag y a los opositores del angelito del Kim Jong-un, el único ser humano que parece comer más donuts que yo.

En León a la opresión no se la combate en nombre de quien glorifica la muerte terrorista y fruslerías semejantes, que no están en el libro de estilo de la derechona de sensibilidad fácil, sino en el Código Penal. Código Penal y tribunales de una democracia plena, si es que los alegres comunistas de la pancarta la saben identificar, intoxicados por tan anhelante ansia de dictadura del proletariado. Porque los alegres comunistas, incluso los que cuando llegan a ministros compran traje caro, se rodean de asesores y llevan coche oficial y chofer, dicen combatir la opresión, empezando por la opresión de vivir en Vallecas cuando puedes tirar de chalet en Galapagar. Eso sí, salvo la opresión de la lengua española y sus cochinas reglas; así que los libertarios como el ministro comunista dicen lo de «poner de manifestación» y haber proponido, eso sí, sin que, como diría el rapero de la barbarie, merezcan «también un navajazo en el abdomen y colgarlos en una plaza».

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