Anunció la Gazeta de Madrid que en la sesión de las Cortes extraordinarias del día del 15 de octubre de 1821 y bajo la presidencia de quien era a la vez diputado por Soria y obispo de Mallorca, don Pedro González Vallejo, se abordó la discusión sobre la división territorial. Respondía el constitucionalismo liberal del Trienio a la aspiración política berciana y la realidad de la diferencia intraterritorial de la provincia de León con la distinción entre León y el Vierzo, que entonces se escribía con v de vendimia, no se crean que a fuer de reivindicativo hasta reivindico grafía nueva. Y refleja la Gaceta (el antecedente del BOE) el acuerdo parlamentario sobre dicha conformación provincial del Bierzo: «Provincia del Vierzo. Aprobada. Su capital Villafranca. Aprobada. El Sr. Romero Alpuente dijo que la capital de esta provincia debía ser Ponferrada, por concurrir allí todas las circunstancias necesarias que exigía la comisión, y por su mayor seguridad respecto a Villafranca, pues esta población está expuesta a las aguas, que a veces hacen estragos. Después de una corta discusión se aprobó la capital Villafranca». Pasó lo que tenía que pasar cuando de defender a Ponferrada se encarga uno de Teruel, que triunfó Villafranca, señorial e histórica, mártir en la francesada y sede que fue en 1811 de la Junta Superior de León (qué bonito nombre hoy para otra cosa).
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Esta es mi primera opinión de 2021, año redondo en efemérides, con el V Centenario de las Comunidades que, como ya he indicado para calentón de los que confunden la matraca de Villalar con la Historia Universal, tanta notoriedad tuvo en León. Y es el bicentenario de la provincia del Bierzo, que espero se celebre debidamente a un lado y otro del Manzanal. Soy de los que creen que la Historia del Bierzo es la Historia de León, por lo que los iletrados del sitio en el que vivo me pondrán a escurrir tanto como los del sitio donde nací. Los bercianos nacemos donde queremos, como los de Bilbao y yo nací en León. Comparto un bercianismo no político, sino sentimental, que reivindica el papel que esta comarca ha desempeñado siempre en el devenir de la provincia y de España, que defiende sus aspiraciones de reconocimiento político (qué tiempos en los que fui portavoz en el Consejo Comarcal del Bierzo, donde empecé mi andadura política y voté la bandera que ahora se identifica con la comarca, en contra, por cierto, y a favor de la de la cruz de San Andrés) y que cree más en sumar, aunque ahora reste actividad económica, empleo y población.
Hay gente en León que se pone estupenda con lo del viejo reino entroncando las aspiraciones de una comunidad futura con la Historia Medieval, como si en los últimos ocho siglos no hubiera pasado nada y como si nuestras aspiraciones de convivencia no se basaran en el principio constitucional de la democracia. Para querer ser comunidad hacia el futuro no hay que haber sido reino en el pasado y para querer ser provincia berciana, tampoco. No me parece que esté el panorama pandémico ni el económico como para fastos innecesarios ni para multiplicar instituciones de las que luego, indefectiblemente, alguien cobra. Sí para recordar que, como diría Ortega y Gasset -ese leonés adoptivo que ejerció de diputado en el Congreso por esta tierra-, somos en la forma de haber sido. León ha sido reino y El Bierzo, provincia. Hacen bien los que reclaman la autonomía para León en aceptar que El Bierzo pudiera ser provincia en ella, porque si no, alguien pediría serlo fuera, unos en Castilla y León y otros en Galicia. Y, de paso, les atenuaría el inconveniente jurídico de la uniprovincialidad. Ese debate se ha tenido la semana pasada en el pleno municipal de Ponferrada. Pero el bercianismo político, como el leonesismo político, por los que desde la distancia ideológica siendo profundo respeto, me parecen más limitados, aunque solo sea porque se proyectan socialmente menos que el leonesismo y el bercianismo cultural y emocional.
Celebrar el bicentenario de la provincia del Bierzo no debe ser motivo de fricción política, pues a todos los políticos, les hayamos o no votado, hay que pedirles en este difícil momento de León más capacidad de consenso que nunca. Creo, y he tratado de vivir, que El Bierzo engrandece a León y que León no ha de ser ajeno a lo que pasa en una comarca tan castigada y de la que tanta riqueza ha salido para el conjunto de la provincia. Me grada particularmente que el presidente de la Diputación de León sea berciano. No se han roto con ello las costuras de la provincia, ni se ha teñido de azul y blanco el palacio de los Guzmanes, ni se ha abierto una sima como la falla de San Andrés a lo largo del Manzanal. El contumaz afrancesado que fue Javier de Burgos olvidó en la división provincial de 1833 bajo el gobierno de Cea Bermúdez la estructura anterior, se cargó la provincia del Vierzo que había quedado reducida en 1823 a algo más testimonial que efectivo y fue premiado con el Ministerio de Hacienda, escaño en el Senado y luego con el Ministerio de la Gobernación con Narváez. Con prebendas se pagan los disparates territoriales, conclusión que muchos leoneses aplicarán a la conformación de esta Comunidad Autónoma, cambiando a Javier de Burgos por Martín Villa.
Dejó Cicerón escrito en De oratore que la historia es maestra de la vida, y es aserto igual de válido hoy. Pedir que se recuerde el bicentenario de la provincia del Bierzo tiene que ver con la Historia y la riqueza de León, no con la política actual y la separación. Negar el recuerdo sería torpeza que alimentaría una fútil sensación de agravio. Y les recuerdos a los tranquilos leoneses desentendidos de lo que pasa más allá del alfoz que si en el ayuntamiento de León hay tres concejales leonesistas, cuatro hay bercianistas en el de Ponferrada, eso sí, repartidos debidamente en dos grupos que a los -ismos nada se les da tan bien como dividirse, para fortuna de socialistas y populares. Rememorar el bicentenario de la provincia del Bierzo es subrayar la pluralidad y la riqueza histórica de una provincia que debe estar orgullosa de su pasado; acaso más que satisfecha con su presente y esperanzada con su futuro. Por si acaso el coronavirus se lo come todo y los políticos lo olvidan en este año, nosotros aquí ya lo hemos recordado.
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