Con la salida de Trump y de los búfalos que asaltaron el Capitolio se ha relajado la necesidad de adoptar en esta provincia algún grito de guerra contra los gringos, como si todos fuésemos Sandino, que ya es decir en un tipo de orden como yo. De momento, los gringos imperialistas no nos vienen del norte del río Bravo como en América, sino del oeste. Será el espíritu suevo, que es inquieto por naturaleza y se estira por el Sil como si fuese el río Grande sin muro. Hemos pasado de estar a vueltas con la empatía a estar a vueltas con el territorio y la naturaleza de esta tierra. Qué poco tienen que hacer algunos políticos con la que está cayendo en la calle y en el empleo. Ya me han leído ustedes la conveniencia de celebrar las efemérides de nuestro pasado, forma de perfilar nuestra identidad común. Hay un trecho de ahí a anteponer nuevas ensoñaciones por encima de la recuperación de la sociedad y la economía de esta provincia y de la comarca del Bierzo en esta situación de postración por la pandemia que ya llueve sobre el mojado de la crisis previa.
Les conté, cuando recordé hace unas semanas el bicentenario de la provincia del Bierzo, mi impresión, reflexiva y a la vez emocional, de que el Bierzo, como otras zonas de la provincia, hacen grande a León. A veces incluso frente a ese mohín capitalino que en la ciudad ponen algunos exquisitos a las cosas de los pueblos. No encuentro sentido a que El Bierzo esté en sitio distinto al resto de León. Sentido común quiero decir; sentido político o sinsentido político lo tienen tantas cosas en España que esta va a la cola de lo inconveniente.
Llamo su atención sobre dos intentos de arrebatar parte de esa identidad berciana y leonesa que encuentran cierto eco en las instituciones gallegas estos días. Se ve que tienen poco que lidiar con la pandemia y, en cambio, tienen políticos siempre pegados a la realidad de las necesidades perentorias. Por un lado, una iniciativa parlamentaria para incorporar el Bierzo a Galicia, y por otro, la desposesión de lo ancarés como propio de León, que supone que en dos días Ancares es de Lugo y no habrá sido nunca de aquí.
Respecto a lo primero, hace tiempo ya que en los mapas del BNG se dibujan los límites de Galicia con El Bierzo dentro. Un berciano no entiende de fronteras con un gallego. Pero nunca ha dejado de identificarse como berciano frente a lo gallego. Algunas partes comparten tradiciones culturales, etnográficas y hasta lingüísticas parecidas. Otras, ni por el forro. El Bierzo Alto que linda con la Maragatería tiene de galaico lo que Écija y no por eso es menos berciano que el Bierzo Oeste. Decía un rector de la ULE que cuando ves a un gallego en una escalera no sabes si sube o baja, pero que cuando ves a un berciano no sabes siquiera si está en la escalera. Como a algunos leonesistas del entorno de la capital hay que traducirles lo que pasa más allá del Manzanal, se mostraban muy ufanos con el apoyo de Coalición por El Bierzo a la moción leonesista. Imagino el chasco cuando han visto a esos mismos en el Parlamento gallego registrando la iniciativa con el BNG para la partición de esta provincia. No me puedo alegrar, porque me entristece más el afán de ruptura que cualquier otra consideración. Por otra parte, algunos bercianistas no consideran que lo que es singular histórica y culturalmente en León, ese carácter berciano, sería anodino y común en Galicia. Y en todo caso, El Bierzo seguirá siendo la ultraperiferia de una Comunidad Autónoma poco pendiente de lo que aquí sucede. Espero de los dos grandes partidos del Parlamento gallego que pongan sensatez y sentido de vamos a llevarnos bien, que bastantes problemas tenemos.
Respecto a lo de Ancares, ya se ha perdido un tiempo precioso. No soy neutral en esto. He firmado uno de los informes que el ayuntamiento de Candín ha pedido para explorar la posibilidad de cambiar su nombre; otros son de catedráticos y profesores de las Universidades de León y de Oviedo. Los que siguen esta columna ya saben que diferencio entre la historia y las aspiraciones políticas. Los pueblos que en el siglo XIX sufrieron la imposición del nombre de Candín formaron históricamente el municipio del Valle de Ancares, de realengo, como Ponferrada, desde el tiempo de los Reyes Católicos. Ancares fue tierra del reino de León indiscutiblemente y hay sobrada documentación a partir del siglo XI. Pero eso ni siquiera es lo principal: no hay ninguna entidad local que se llame Ancares en Galicia ni en parte alguna, cosa que se les olvida a los lucenses. La así llamada comarca de Os Ancares no es una entidad local. Les invito a que busquen ustedes en el Registro de Entidades Locales del Ministerio en la web. Es lo que aquí se llama un área funcional. No es una comarca político-administrativa como El Bierzo, como las aragonesas o como las catalanas. Y con las cosas que no son oficiales para el derecho local, que hagan en Galicia, faltaría más, lo que consideren oportuno. Pero si por unanimidad de todos sus concejales, a pesar de las diferencias de pueblos y partidos, el ayuntamiento de Candín quiere cambiar su nombre, con base en su pasado histórico y sus circunstancias geográficas, ¿quiénes son los demás para decirles cómo se tienen que llamar?
Yo tengo dudas respecto a la abreviación del nombre, pues el de Ancares se refiere a una zona previa a la existencia del municipio de Valle de Ancares. En cualquier caso, este último me parece indiscutible. Pero ha salido muy ufano el socialista presidente de la Diputación de Lugo a decir cómo se tienen que llamar. Candín de Ancares. O sea, como no se llamó nunca. Eso podrá ser un pueblo, pero no todo el municipio que, insisto, se llamó siempre Valle de Ancares hasta que los liberales del siglo XIX -buenos son los liberales para respetar las libertades locales- aplicaron su fórmula de ponerle al municipio el nombre del pueblo que estaba equidistante de los demás. El expansionismo pasa pronto de mostrar su presencia a imponerla, de sugerir a mandar. Da igual que sea el romano, el gringo o el galaico.
Aquí lo que está en juego, no dejemos que nos confundan, es para los gallegos una marca comercial que mueve turismo y dinero, Ancares, pero para los ancareses de León, una identidad. La suya de siempre. De mil años. Cultural y administrativa, no económica. Yo espero de las instituciones de aquí la defensa de lo leonés. Candín apenas pasa de doscientos habitantes, ya pueden imaginárselo frente a la maquinaria propagandística de Lugo. La Diputación de León tiene que elaborar un informe preceptivo. Confío en que haga valer la historia y el deseo de los concejales de hoy. Y luego la Junta de Castilla y León decidirá. No pido más que presten la misma atención y pongan el mismo empeño que la Diputación de Lugo y la Xunta en defender los intereses de los suyos. Mientras tanto, como pasa con los países catalanes y el Euskadi que ocupa Navarra, y parte de la Rioja y Francia, queriendo mover la raya de Galicia para engullir al Bierzo, el expansionismo nacionalista gallego, ese que sale en los mítines de Esquerra con Otegui, se hace imperialista.