«Cuida de los pequeños gastos; un pequeño agujero, hunde un barco». Célebre frase que pone en evidencia los inestables cimientos sobre los que se sustenta España en los últimos años. El principio de anualidad, que, según los expertos, se trata del principio que mejor concuerda con la especialidad temporal de los presupuestos, parece haber perdido fuerza en la actualidad.
Ya en el siglo XVII comenzó Inglaterra, uno de los países más avanzados por aquel entonces, a idear unos presupuestos y cumplir satisfactoriamente con dicho principio. ¿Significa esto que España ha retrocedido a esa fecha al no haber actualizado sus presupuestos durante el periodo 2016-2020? Por supuesto que no, pero seguramente sí ha generado cierta desestabilización que irá «in crescendo» si no se frena esta tendencia de prórroga tras prórroga.
El presupuesto, comúnmente hablando, no tiene por qué referirse a algo de tanta magnitud como un Estado o una región. Todos nosotros tenemos en cuenta el presupuesto en nuestra vida cotidiana, a la hora de gastar nuestro dinero en función de los que ingresamos. Sabemos que si gastamos la mitad de nuestras ganancias en algún capricho superfluo solo nos quedará la mitad para las restantes necesidades que puedan surgir. Es por ello que el ciudadano racional planea cómo va a distribuir su dinero en el día a día, teniendo en cuenta sus necesidades y sus gustos. Sin embargo, no es coherente mantener la misma previsión de gastos e ingresos todos los meses o todos los años. Existen cambios, provocados por diversos factores, que hacen que los gastos e ingresos de cada uno sean diferentes en función del momento temporal.
Si a esta pequeña escala comprendemos la relevancia de idear un plan sobre nuestros gastos e ingresos y la aberración que supondría mantener el mismo plan ante situaciones desiguales, nos será más fácil entender que es de vital necesidad que exista un presupuesto estatal y que este evolucione anualmente.
En los últimos años, parece que nos hemos separado de este principio de necesidad y del artículo de la Constitución que se refiere a la prórroga automática como una excepcionalidad; habiendo convertido esta prórroga de presupuestos casi en un mero trámite al que nadie pone ya grandes objeciones, más en tiempos de pandemia donde el foco político se dirige a combatir esta crisis vírica.
Pero… ¿Cómo hemos llegado a esta situación? En España está muy de moda echar balones fuera y tratar de buscar a alguien a quien echar la culpa; lo vemos en política continuamente y el caso de los presupuestos no es una excepción. Seguramente la pérdida en tiempos recientes del bipartidismo haya provocado que, tomar decisiones en política, sea un proceso tedioso que imposibilita aprobar presupuestos ante la carencia de mayorías. Por ello es probable, que, en mayor o menor medida, las cuatro fuerzas políticas principales sean las causantes de esta parálisis. Desde mi punto de vista, lo mejor sería encontrar una solución primero y después exigir responsabilidades. Una solución que podría venir dada por un aumento de flexibilidad por parte de los principales partidos políticos para favorecer acercamientos que culminaran en un acuerdo multilateral.
Poyecto ULE
El Grupo de Innovación Docente de Derecho Financiero de la Universidad de León, dirigido por la Catedrática María Teresa Mata Sierra, ha solicitado de los alumnos de Tercer Curso del Grado en Derecho, en la asignatura «Derecho financiero y Tributario. Parte General» la elaboración de un artículo de opinión acerca de la actual problemática ligada a la elaboración de los PGE. Entre los 75 artículos presentados por los estudiantes se han escogido por los profesores del área y este periódico, seis artículos que se publican en el marco del Convenio de Colaboración entre Leonoticias y la ULE, con la finalidad de poner voz a nuestros jóvenes universitarios y que la sociedad leonesa conozca sus inquietudes.