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Al volante del Porsche nº 20
Le Mans, la odisea de McQueen

Le Mans, la odisea de McQueen

Hace medio siglo se rodaba una de las películas de culto para los aficionados al automovilismo y para los seguidores de The king of cool, del klegendario Steve McQueen

Santiago de Garnica Cortezo

Sábado, 26 de septiembre 2020, 01:44

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Le Mans, veinticuatro horas girando por un circuito, el de La Sarthe, lleno de nombres míticos que denominan curvas y rectas cargadas de historia e historias, de dramas y triunfos: Hunaudières, Tertre Rouge, Maison Blanche....

Coches arañando segundo a segundo vuelta tras vuelta a más de 300 km/h, mientras el público se divierte en la feria instalada en el centro del circuito cuando cae la noche. Lluvia, niebla, amaneceres de ilusiones o de desencantos. Pero Le Mans es por encima de todo la mirada agotada de pilotos y mecánicos tras horas de lucha. Es la carrera de las carreras.

Ese espíritu es el que un día, hace ya medio siglo, inmortalizó un hombre, un actor apasionado por motos y coches que no dudaba en pilotar, y no sin cualidades: Steve McQueen

El cine siempre ha amado el mundo de las competiciones de motor. Velocidad, peligro, pasiones, rivalidades, buenos y malos, accidentes, dinero, seductores y chicas bonitas....Tantos ingredientes resultaban irresistibles a guionistas y directores que no dudaban en mezclarlos con resultados a menudo poco afortunados vistos desde el punto de vista de los buenos aficionados. Una de las pocas películas que han resistido el paso del tiempo es la mítica Grand Prix del (1966) de John Frakenheimer , en la que junto a Ives Montand, Françoise Hardy o James Garner participarían numeroso pilotos de Fórmula 1 de la época, desde Graham Hill a Jim Clark, pasando por Jo Bonnier, Jack Brabham, Jochen Rindt, o Bruce Mc Laren.

Durante el rodaje de Le Mans (1)
Durante el rodaje de Le Mans (1)

Y la segunda de las supervivientes es, sin duda, una verdadera película de culto: Le Mans. Si bien dirigida por Lee H. Katzin, se identifica de inmediato con la figura de Steve McQueen. Película mítica en la que se mezclan realidad y ficción, fue un empeño personal del actor.

La idea inicial

Steve McQueen quería hacer la mejor película de coches de la historia. El proyecto se inició en 1965 y el título de la película iba a ser «Day of the Champion» bajo la dirección de John Sturges con el que McQueen ya había trabajado en «Los siete magníficos» y «La gran evasión». Diversos problemas incluidas las revueltas del mayo del 68, dieron al traste con la idea. Pero por fin en 1969 se pudo afrontar un nuevo proyecto bajo el nombre definitivo de Le Mans. Como para hacerlo realidad era necesario una fuerte suma de dinero, Solar Productions, se asoció a CBS / Cinema Center Films. Sturges sería el director pero quién manejaba el volante era McQueen

El actor quería era hacer una película en la que se mostrase el espíritu de Le Mans de una forma realista mientras que el director quería rodar un drama con la carrera de fondo, al estilo de «Un hombre y una mujer» (Claude Lelouch, 1966). Eran puntos de vista difíciles de conciliar como se demostraría poco después.

Rodar en carrera

En la edición de las 24 Horas de 1969 se rodaron 9.000 metros de película para buscar los mejores ángulos. Y un año después, el 13 de junio de 1970 entre los 57 coches que se preparaban para tomar la salida a las cuatro de la tarde, como manda la tradición, estaba el Porsche 908 de Solar Productions (pilotado por Herbert Linge y Jonathan Williams) , provisto de una cámara en su frontal y dos en la parte posterior. Además se habían situado a lo largo del circuito otras dieciséis cámaras e instalado focos de iluminación en las curvas de Tertre Rouge y Maison Blanche. En total se rodarían 38.000 metros de película.

El Porsche de la Solar Productions, con sus dos cámaras en la parte trasera
El Porsche de la Solar Productions, con sus dos cámaras en la parte trasera

McQueen quiso participar en la carrera con un Porsche 917, compartiendo volante con el piloto escocés Jackie Stewart. Pero ocho días antes la CBS se lo había prohibido pues el seguro de la película no cubría la posibilidad de perder al protagonista en un accidente. El 908 «Solar» terminó noveno si bien no se clasificó por distancia recorrida insuficiente debido a las numerosas paradas que tuvo que realizar para recargar las cámaras. De los cincuenta y siete participantes solo se clasificarían siete.

Un escenario llamado La Sarthe

Aquél año tras la carrera la localidad de Le Mans no volvió a la habitual tranquilidad. El equipo de rodaje, conformado por más de ciento cincuenta personas, se instaló en la villa. Y una flota de veinticinco coches fueron comprados o alquilados entre los que se incluían cuatro Porsche 917, dos 908, cuatro Ferrari 512 suministrados por el importador belga Jacques Swaters (Enzo Ferrari se negó a colaborar cuando se enteró de que sus coches no ganaban en la película). Y también se adquirió un Ford GT 40, en el que se situaron dos cámaras para rodar las escenas desde dentro de la pista. Entre los 56 pilotos que doblaban a los actores estaban los grandes de la época como Jackie Ickx, Vic Elfford, Jo Siffert, Richard Attwood (ganador de las 24 Horas de ese año), Masten Gregory, David Piper, Dereck Bell, Brian Redman, Gerard Larrousse, Teddy Pilette, Rolf Stommelen, Mike Hailwood, Helmut Kelleners, Nani Galli.... Pero únicamente Jonathan Williams tendría un papel en el film. Y por supuesto a Steve McQueen nadie le doblaba.

El piloto Teddy Pilette contaba: « a veces había que trabajar tres o cuatro días para filmar una escena de 30 segundos. Se volvía a empezar continuamente y el más feliz de todos era McQueen que podía pilotar todos los coches».

El punto clave de la película era un accidente que supuso dos meses de preparación, y tres semanas de pruebas con fortuna diversa antes de logar que el coche despegase del asfalto para estrellarse en la curva de Indinápolis bajo la mirada imperturbable de diez cámaras. Para realizar este accidente se recurrió a dos especialistas, Saas Bedig autor de los efectos especiales de «Bullit» (Peter Yates,1968) y a Malcom King, de los de «La Batalla de Inglaterra» (Guy Hamilton, 1969).

Los accidentes reales no faltaron
Los accidentes reales no faltaron

Sustos, accidentes…y sin guion

El rodaje fue un rosario de problemas imprevistos. Derek Bell acabó en el hospital al incendiarse su Ferrari. Pero el peor accidente fue el de David Piper al que, después de estrellar un Porsche 917, le tuvieron que amputar una pierna. El propio McQueen cuando rodaban una escena en Mulsanne, a más de doscientos kilómetros por hora se encontró en la pista con un camión del equipo de rodaje al que evitó de milagro.

Se rodaban escenas pero no había aún un guión. McQueen rechazó varios y Sturges terminó por marcharse diciendo que el actor había perdido la cabeza.

A McQueen solo le interesaba la carrera, esta era el centro, el protagonista de la película que tenía en su mente y todo lo demás resultaba accesorio. Pero su visión, los problemas y sobre todo los gastos, más de trescientos mil dólares se llevaban consumidos en aquel momento, asustaron a las gentes de la CBS. Un grupo de ejecutivos de la compañía se fue a Le Mans para, in situ, analizar el problema con McQueen. Este logró convencerles de la viabilidad del proyecto y si bien hubo de renunciar a varias escenas de acción para recortar gastos, se continuó con el trabajo.

Y el estreno: del fracaso a la leyenda

La película queda montada y lista para su estreno en 1971. La trama definitiva es una historia de amor. Michael Dalaney (Steve McQueen) es un piloto que en la edición anterior de la carrera ha tenido un accidente con un competidor en el que este ha muerto. En el aire está su posible culpabilidad. Un año después vuelve a Le Mans y se reencuentra con sus recuerdos y con la viuda de su rival, Lisa Belgetti, interpretada por Elga Andersen, la actriz para quien Gilbert Becaud escribió la famosa canción «Et Maintenant».

El actor llevaba la voz cantante
El actor llevaba la voz cantante

La historia y los personajes son creíbles, la película tiene ritmo, escenas espectaculares, magnífica fotografía (obra de René Guissart Jr, Robert B. Hauser) y una acertada banda musical compuesta por Michel Legrand.

Pero la crítica la ve como un documental y la desprecia. El público también le da la espalda sin entender como Steve McQueen no dice una sola palabra hasta el minuto 28. Económicamente, salvo en Japón, es un desastre y el actor al borde de la ruina se ve obligado a cerrar Solar Productions.

Sin embargo al revés que otras creaciones, el tiempo cambia la visión de este trabajo y críticos y público terminarán por entender Le Mans como un inmenso homenaje al automovilismo, donde solo y únicamente la carrera es la verdadera protagonista. Así se entiende que el propio McQueen no gana la prueba, un final que habría sido fácil. Sin duda en esta película los diálogos son escasos pero hay una frase clave. En un momento dado Lisa Belgetti le pregunta desesperada a a Michael Dalaney: «¿Por qué para ustedes es tan importante conducir más rápido que el otro?». Y este le responde: «Hay muchas cosas en la vida que se hacen mal. Por eso es tan importante hacer algo bien. Cuando estas compitiendo, estas vivo. Los períodos entre carreras son sólo momentos de espera.»

Años después Steve McQueen habló sobre su película: «Es un film honesto, y dudo que vuelvan a hacer otro igual».

Ahora, cuarenta años después, la copia original se ha remasterizado en Blu Ray, revitalizando escenas inolvidables y sobre todo a un Steve McQueen que casco en mano nos lanza su mirada desde el box de la eternidad.

Steve McQueen (Biografía)

Steve McQueen nació el 24 de marzo de 1930 en Beech Grove, Indiana. Su padre abandonó a su madre cuando Steve era un recién nacido. Y esta terminaría por dejarle también, en una institución, la Boys Republic, una especie de Ciudad de los Muchachos en Chino (California). Muy joven se va de esta institución y se enrola en un petrolero. Luego trabaja en pozos de petróleo en Texas, o como leñador en Canadá, reparando televisores e incluso como vendedor de bolígrafos en las ferias. En 1947 se alistó en los marines. donde toma sus primeros contactos con la mecánica, que le apasiona y protagoniza un acto heroico salvando a cinco compañeros que habían caído en las aguas heladas durante unas maniobras.

Al volver a la vida civil en 1950 se instala en el barrio de artistas de Greenwich Village. En el contacto con escritores y actores nace su vocación por la interpretación, debutando en una obra por el que le pagan 40 dólares semanales a cambio de decir una pequeña frase en hebreo.

Tras participar en varias giras, recibe una beca para estudiar en la Herbert-Bergoff Drama School y posteriormente en el Actor's Studio, donde permanece tres años.

Los productores se fijan en él y le contratan para papeles en la televisión hasta que en 1956 participa en su primera película. Vuelve a la televisión con papeles ya de protagonista lo que le sirve para ganar dinero y poder cumplir su sueño de correr en motos y coches. Gana su primera carrera con un Porsche 1600 en Santa Bárbara. Su carrera de piloto va paralela a la de actor y si bien no tan brillante como esta, también le dará grandes satisfacciones como su segunda plaza en las 12 Horas de Sebring de 1970. Su colección de coches y motos era notable. En el año 2007 se subastó un Ferrari 250 Berlinetta Lusso que regaló en 1963 a su primera esposa, Neile Adams. Un anónimo comprador pagó 1.7 millones de euros. Tras separarse de su primera esposa, estuvo casado con la actriz Ali McGraw y finalmente con Bárbara Minty.

Un cáncer de pulmón terminó con su vida el 7 de Noviembre de 1980 , pero no con su recuerdo. Steve McQueen vivirá eternamente sobre la Triumph Trophy TR6 en «La Gran Evasión», al volante del Mustang en «Bullit» (la mejor persecución de coches de la historia del cine) o, por supuesto, del Porsche 917 nº 20 en «Le Mans».

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