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Desvelamos los secretos del Citroën 2CV Charleston en su 40 cumpleaños

Desvelamos los secretos del Citroën 2CV Charleston en su 40 cumpleaños

El último 2 CV fabricado fue un Charleston, producido el 27 de julio de 1990. Coche chic y sin complejos, el 2 CV 6 Charleston respondía a la definición más elevada de equipamiento y de potencia jamás visto en el modelo

A. Noguerol

El Barco de Ávila

Viernes, 30 de octubre 2020, 11:24

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En octubre de 1980, en el stand del Salón de París, Citroën presentó el 2 CV 6 Charleston. Se trataba de una serie limitada inédita de 8.000 unidades cuyo éxito fue tan grande que pasó a convertirse en una versión normal de la gama en julio de 1981 y hasta el fin de la producción del 2 CV.

Basado en el acabado Club, el 2 CV 6 Charleston se diferenciaba de este último por su tapicería específica y por sus faros redondos, los mismos que equipaban al 2 CV Spécial.

A partir del año siguiente, en julio de 1981, el éxito fue tal que la serie limitada se convirtió en ilimitada: fabricado ya en serie en la planta de Levallois, se integró en la gama normal de Citroën. La versión de gran serie se diferencia de la serie limitada por la adopción de faros cromados y por una tapicería gris adornada con rombos.

Propuesto inicialmente con una carrocería en colores Rojo Delage y Negro, se ofreció a partir de julio de 1982 también en una variante Amarillo Hélios y Negro que, en julio de 1983, se reemplazó por una versión pintada en dos tonos de gris, Gris Nocturne y Gris Cormoran. La producción se mantuvo hasta 1988 en la planta de Mangualde en Portugal. Los modelos fabricados en esa planta se identifican gracias a la presencia del logotipo del cristalero español 'Covina' en los cristales.

El 27 de julio de 1990 a las 16.30h, el último 2 CV, un modelo que también se fabricó en Vigo, salió de la cadena de Mangualde. Era un 2 CV 6 Charleston gris Nocturne y Gris Cormoran. Fue la unidad número 5.114.969 y última del modelo.

2CV, un icono del diseño y la practicidad

El Citroën 2CV se desarrolló pensando en un público muy amplio y en un momento en el que el automóvil era todavía un objeto de lujo. Era un vehículo económico con características innovadoras pensado para responder a las necesidades de la época. El 2CV conquistó a las masas con su excepcional planteamiento y en 1990 la totalidad de ejemplares vendidos superaba los 5,1 millones, incluyendo en el cómputo global las versiones furgoneta.

A mitad de la década de 1930, Citroën inició el desarrollo de un coche económico, el futuro Citroën 2CV. Debía ser un coche de pequeño tamaño capaz de circular por cualquier parte y de transportar cualquier cosa, barato de compra y económico de uso. Estas fueron las instrucciones transmitidas por el Director General al ingeniero André Lefèbvre, que, en aquella época, era el responsable máximo de desarrollo en Citroën: «Pon a tu equipo a trabajar en el diseño de un coche que pueda transportar a dos campesinxs con sus zuecos, 50 kilos de patatas o una barrica de vino a una velocidad máxima de 60 kilómetros por hora y con un consumo de tres litros cada 100 kilómetros».

Gracias a sus características de vehículo de gran versatilidad, bajo consumo y coste reducido, la «Toute Petite Voiture» («coche muy pequeño») fue un coche para todxs, tanto en el ámbito urbano como en el rural. El proyecto estuvo listo en 1939 y debía presentarse ese mismo año, pero, al estallar la Segunda Guerra Mundial, el Salón de París fue suspendido, los 250 prototipos construidos fueron destruidos y apenas se completaron un puñado de unidades que fueron ocultados a las fuerzas invasoras alemanas.

La carrocería de acero de cuatro puertas del Citroën 2CV no era de tipo autoportante y, como la mayoría de los componentes del vehículo, se atornillaba al chasis. En lugar de un techo fijo de acero, el vehículo disponía de un techo convertible en algodón impermeable que contribuía a reducir el peso del conjunto y a incrementar el bienestar en el habitáculo. El comportamiento dinámico del Citroën 2CV se caracterizaba por una buena movilidad tanto en asfalto como fuera de él, así como por una notable inclinación lateral de la carrocería en las curvas. A causa de su ligereza, del motor bóxer y de un depósito situado muy bajo, el centro de gravedad era muy favorable y convertía casi en imposible la posibilidad de vuelco. Inicialmente, todas las unidades se equiparon con frenos de tambor en las cuatro ruedas y solo a partir de 1981 se montaron frenos de disco en las ruedas delanteras.

El nuevo motor bóxer bicilíndrico refrigerado por aire y con una cilindrada inicial de 375 c.c. desarrollaba 6,6 kW (9 CV) y estaba acoplado, de serie, a una caja de cambios de 4 marchas por primera vez en un coche de la marca. A esta versión inicial le sucedieron numerosas evoluciones. El motor de 602 c.c. incorporado en el Citroën 2CV6 de 1970 desarrollaba ya 21 kW (28 CV). En todos los 2 CV fabricados era posible poner el motor en marcha utilizando la manivela prevista para aflojar los tornillos de las ruedas.

La primera versión del Citroën 2CV conseguía, con sus 9 CV, una velocidad máxima del orden de 70 km/h. Los últimos modelos, con 29 CV, alcanzaban una velocidad máxima de 113 km/h. El 2CV es uno de los pocos modelos de serie del mundo en el que la potencia inicial se triplicó a lo largo de su vida comercial.

En España, el Citroën 2 CV tuvo un papel fundamental en el desarrollo de la industria de automoción. En 1958, abría sus puertas, en la Zona Franca de Vigo, la fábrica de Citroën Hispania. El primer modelo que salió de las líneas de montaje de la planta gallega fue el 2 CV, en su versión furgoneta.

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