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Segunda jornada del juicio por el matricidio de Nochebuena en la Audiencia Provincial de León. R.F.
Juicio por el matricidio en León

La testigo que escuchó el crimen: «Oí un chillazo y un golpe que casi me tira el techo»

La policía descubrió el cuerpo de Salomé con «la cabeza incrustrada en una ensaladera» y en las paredes de la escalera había marcas de manos con sangre

Miércoles, 22 de octubre 2025, 11:15

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La vecina del primer piso del bloque 12 de la calle Pedro de Dios fue la encargada de abrir la puerta del portal, hasta en dos ocasiones, al acusado de matar a su madre en la Nochebuena de 2022.

Así lo ha relatado en la segunda sesión del juicio que acoge la Audiencia Provincial de León por el crimen de Salomé Torío, presuntamente a manos de su hijo Rubén, en la que ha explicado que el joven de 20 años acudió al domicilio a las 21 horas. Ella se encontraba sentada en la cocina y le abrió la puerta, mientras que la madre no lo hizo en el piso superior. Fue a las 23:15 horas cuando regresó, picó en el timbre de esta vecina, que le volvió a abrir, y, en esta ocasión, la víctima hizo lo propio con la puerta de su domicilio.

Desde ese momento, la testigo pudo escuchar cómo «el chaval vino a pedirla dinero y no se lo dio» por lo que comenzó una «breve» discusión: «Empezaron a chillazos, eran terribles; y pegaron un trompado que yo creía que me tiraban el techo», ha narrado. Posteriormente «se calmaron y fue cuando hizo eso», explicó, a pesar de no presenciar el crimen.

Pudo escucharlo porque el edificio de 49 años de antigüedad «se oye todo» y fue consciente de que la discusión «duró poco». «Ella le decía: malo, malo, malo».

Dos días después, tras ver desde su balcón coches de la policía, salió a la escalera y vio la escalera «llena de sangre», procedente de una mano ensangrentada que había sido apoyada en la pared. «Allí no entró nadie más», sentenció.

Los primeros agentes de la Policía Local de León que acudieron al lugar del crimen, dos días después de los hechos, acudieron al domicilio tras el aviso de una amiga quien informó de que la moradora no contestaba a llamadas ni a WhatsApp, a pesar de que habían quedado para comer el día anterior -Navidad-.

Antes de llegar al segundo piso ya vieron las paredes «con sangre» y abrieron la puerta del segundo piso con una radiografía. Vieron luces en la habitación del fondo a la izquierda en una casa que «debía estar en obras». Y en el pasillo, la primera puerta, también tenía la luz dada.

Fue en la cocina donde localizaron el cadáver de Salomé. Debajo de la mesa había un charco de sangre y las paredes estaban salpicadas. Entre la mesa y la terraza se encontraba el cuerpo «rodeado de sangre y con la cabeza incrustrada en una ensaladera», recuerdan. A ello se sumaba una cocina «toda desordenada y llena de sangre» y se veían las pisadas del potencial autor del crimen.

El momento de la detención

El día de la detención, el día 26 de diciembre, dos patrullas de la Policía Nacional acudieron al domicilio de Rubén a las 23:30 horas. Respondió a su llamada, abrió la puerta en calzoncillos y «no puso resistencia, estaba tranquilo», han confirmado los agentes que intervinieron. Solo les pidió permiso para vestirse, entraron con él, y le pusieron las esposas para desplazarlo a la Comisaría, donde fue puesto a disposición judicial.

El acusado «no sabía por qué estaban allí» los agentes, según replicó, y su actitud era «fría». «Se hizo el sorprendido y dijo: no puede ser, no puede ser», al notificarle el motivo de su detención: la muerte de su madre. «Tuvo tranquilidad absoluta», afirmó otro policía, quien confirmaba que «no preguntó nada de su madre».

Durante el registro de la casa de Rubén, los agentes se incautaron de unas zapatillas cuya huella coincidía «plenamente» con la encontrada en la cocina donde había muerto Salomé. Además, tanto el registro de llamadas como los mensajes que el joven intercambió con su tía abuela, se encontraban «todas borradas». No se hallaron prendas manchadas de sangre.

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