Rubén Torío durante el juicio en el que es acusado de matar a su madre. Campillo
Juicio por el matricidio en León

Rubén Torío, el «mohicano» del módulo de salud mental

Alegando un posible trastorno temporal, relacionado con la herencia genética de su padre, trata de exculparse de un crimen que no ha negado

Jueves, 23 de octubre 2025, 08:19

Una huella suya apareció en el lugar del crimen. También le vio acudir a la vivienda la vecina del primero. Y él nunca ha negado que participara en los hechos.

Publicidad

Rubén Torío se enfrenta a un juicio estos días en el que es el único acusado por la muerte de su madre en la Nochebuena de 2022. Dos días después, cuando fue detenido en la noche del 26 de diciembre, tampoco mostró sorpresa ante los agentes. «¿Me puedo poner algo de ropa?», fue lo que les preguntó. Todo ello sin mostrar resistencia y evidenciando una tranquilidad que sorprendió a la policía.

Su aspecto por aquel entonces era diferente al actual. Varios testigos le han identificado como «un mohicano», debido a la cresta que llevaba hace tres años con los laterales del pelo rapados. Además tenía barba.

Tenía 20 años y vivía solo en un piso, después de que su madre, al cumplir la mayoría de edad, le hubiera echado del que compartían en la calle donde se produjo el asesinato de Salomé. A ese piso acudía su abuela y su tía abuela, ésta última con quien mantenía una estrecha relación. Eran quiénes le llevaban «a diario» la comida, incluso el día del crimen y los dos posteriores, hasta su detención.

Un domicilio que en la inspección se vio «desordenado y con poca limpieza», nada fuera de lo habitual para un joven de su edad, detallaron los agentes.

Durante todo el juicio, Rubén, ahora sin barba y con el pelo corto por toda la cabeza, ha mantenido la vista perdida y la cabeza agachada. No se inmuta, ni tan siquiera ante las declaraciones o para dirigirse a su abogada. Está acompañado en todo momento por una asistente para entender en todo momento el procedimiento judicial, aunque en sala a penas se les ha visto interactuar.

Publicidad

Ha sido al final de la segunda sesión cuando Rubén ha conversado públicamente con su abogada. Fue al final de la misma, antes de que las agentes de la Policía Nacional le pusieran los grilletes con el que a diario le trasladan a la prisión.

Problemas de salud mental

Sin embargo, en ese 'impás', se ha detenido, con autorización policial, para saludar y recibir dos besos de su tía abuela -acompañada por otra persona-. Ella ha sido la única que ha conseguido que el acusado alce la cabeza y mire al testigo, lo hizo emocionado ante los nervios y las lágrimas de este familiar, que fue el mismo con quien se 'wasapeó' y llamó en los días en torno al crimen; llamadas y mensajes que fueron borrados; también fue la persona con la que quiso hacer uso de su derecho a llamar a un familiar tras su detención, y la Udev localizó una conversación en el que ella le preguntaba «si lo había hecho» y él respondía: «Búscame un buen abogado».

Publicidad

Ahora tiene 23 años y en los tres años en los que lleva en prisión preventiva ha pasado por las cárceles de León, Albolote y Dueñas. Está interno en el módulo de salud mental, donde recibe un tratamiento contra la patología piscótica que tiene reconocida, así como una discapacidad del 49%. Él mismo avanzó en su declaración que pudo sufrir un brote de esquizofrenia durante el encuentro que mantuvo con su madre en la vivienda donde se produjo el crimen, sin llegar a negar la posible autoría del asesinato: «Solo recuerdo que discutimos, cogí un mechero de la mesa y me fui». Una esquizofrenia «genética», afirmó, heredada de su padre. Todo ello tras una larga trayectoria como paciente de salud mental desde que con pocos años le diagnosticaron TDAH.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Disfruta de acceso ilimitado y ventajas exclusivas

Publicidad